Del cooperativo as¨ªncrono al multijugador solidario
Los proyectos colaborativos crecen en el mundo digital, de la construcci¨®n de proyectos virtuales a la recaudaci¨®n de ayuda para Ucrania
Es un poco repetitivo comenzar hablando de Elden Ring pero es lo que toca: con sus m¨¢s de 12 millones de copias vendidas hasta el 16 de marzo, el juego de FromSoftware es todo un fen¨®meno que monopoliza las conversaciones del mundo digital desde hace un mes. La obra se ha analizado desde todos los ¨¢ngulos (escenario, dificultad, jugabilidad, referentes est¨¦ticos) pero aqu¨ª rastrearemos una de las peculiaridades de toda la saga Souls (que su creador, Hidetaka Miyazaki, fund¨® en 2009 con Demon¡¯s Souls). Se trata de su modo multijugador, un multijugador muy particular. Un multijugador as¨ªncrono.
Desde que los videojuegos son videojuegos, existe el modo multijugador. No hay m¨¢s que remontarse al fundacional Pong, que en 1972 ya puso a dos usuarios a jugar a su simulacro de tenis de mesa. Desde entonces hasta ahora los juegos han utilizado esta posibilidad bien para enfrentarse entre dos o varios jugadores, bien para cooperar en red local para superar la trama. Pero entonces, Miyazaki se qued¨® atrapado en una tormenta de nieve.
El desarrollador japon¨¦s ha confesado que la forma de jugar as¨ªncrona que comenz¨® a utilizar en Demon¡¯s Souls y ahora contin¨²a en Elden Ring se le ocurri¨® cuando, en medio de una ventisca, su coche no pudo avanzar m¨¢s. Desesperado, intent¨® encender el motor, pero no fue hasta que un desconocido sali¨® de su propio coche atascado y empuj¨® el de Miyazaki que este pudo arrancarlo. Miyazaki no pudo parar y darle las gracias (el motor se hubiera detenido), por lo que cuando inici¨® la marcha, el desconocido simplemente se esfum¨®. Ah¨ª se le ocurri¨® una idea que es la esencia del multijugador de toda la saga Souls: los destellos de ayuda de jugadores que ni tienen que estar en tu misma partida ni tienen que estar jugando al mismo tiempo que t¨².
A trav¨¦s de mensajes en el suelo que te alertan de trampas o atajos, o a trav¨¦s de invasiones puntuales de otros jugadores en tu mundo para ayudarte a derrotar a un enemigo dif¨ªcil, dos jugadores situados en dos extremos del mundo pod¨ªan, de repente, colaborar entre s¨ª. Ejemplos de esa jugabilidad as¨ªncrona hemos visto recientemente en juegos como el Death Stranding (2019) de Hideo Kojima. Tambi¨¦n, en los ¨²ltimos a?os hemos tenido ejemplos de juegos pensados para ser superados en colaboraci¨®n, como A Way Out (2018) o el excelente y reciente It Takes Two (2021), que refinaban una f¨®rmula inaugurada con el arcade Fire Truck, de 1978, en el que dos jugadores cooperaban conduciendo un cami¨®n de bomberos. En 2011, otro gran juego evolucion¨® el terreno multijugador, Minecraft, con sus escenarios literalmente construidos entre muchos usuarios. De hecho, una de las mayores locuras cooperativas que se lleva a cabo en la actualidad (desde hace un par de a?os) tiene que ver con Minecraft: la reconstrucci¨®n digital de la Tierra a escala 1:1, un fara¨®nico proyecto que cuenta con m¨¢s de 14.000 colaboradores y que quiz¨¢ merecer¨ªa aparecer glosada en alguna instituci¨®n p¨²blica. O, si nos ponemos conceptuales, en Arco.
Aunque en los ¨²ltimos d¨ªas, el movimiento que m¨¢s ha cristalizado la solidaridad colectiva se ha producido en un juego con multijugador tradicional. Epic Games, la empresa detr¨¢s del omnipresente Fortnite, el m¨¢s famoso battle royale de la actualidad, public¨® un sorprendente comunicado el pasado domingo en su p¨¢gina web: ¡°Epic destinar¨¢ todos las ganancias de Fortnite correspondientes al periodo entre el 20 de marzo de 2022 y el 3 de abril de 2022 como ayuda humanitaria para aquellas personas afectadas por la guerra en Ucrania¡±. El dinero se inyectar¨¢ a las organizaciones que suministran ayuda de emergencia, desde comida a asistencia legal a los refugiados, y el movimiento ha sido celebrado de forma un¨¢nime por la comunidad gamer. En las primeras 24 horas se consiguieron 36 millones de d¨®lares, una cifra que este mi¨¦rcoles hab¨ªa ascendido ya a 50 millones.
La solidaridad como valor humanista es algo que siempre han propugnado las artes. Quiz¨¢ la nueva legislaci¨®n que obliga a conservar los videojuegos espa?oles de la misma manera que se hac¨ªa con los libros y pel¨ªculas sea otro paso m¨¢s para terminar de considerar a los videojuegos como lo que son: una parte fundamental del ecosistema cultural. Productos multijugador, dep¨®sitos legales digitales, ayuda en modo cooperativo, cooperaci¨®n virtual que se traduce en ayuda f¨ªsica para una guerra muy real. Las nuevas generaciones encuentran, con nuevas herramientas, sus propias formas de encauzar las mismas problem¨¢ticas y anhelos de los siglos precedentes. Es decir, aunque a veces no lo percibamos, el mundo se mueve.
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