Las limpiadoras tiran de la alfombra
Los protagonistas de esta divertida farsa laboral sirven de trampol¨ªn para que tres actrices estupendas den triples saltos humor¨ªsticos
Las camareras de hotel tienen la conciencia limpia, pero muchas de ellas tambi¨¦n tienen limpia la cuenta corriente antes de llegar a fin de mes. Las que limpian, farsa pol¨ªticosocial de la pujante compa?¨ªa gallega A Panadar¨ªa que acaba de estrenarse en castellano en el Teatro Mar¨ªa Guerrero, habla en clave humor¨ªstica de la lucha de este gremio por mejorar su precaria situaci¨®n laboral. Si las kellys son piedra angular del sector que m¨¢s empleo generaba en Espa?a antes de la pandemia, ?por qu¨¦ no perciben todas ellas una retribuci¨®n acorde con el valor de lo que producen?
Mientras la mayor¨ªa de los escenarios madrile?os se hacen eco de las inquietudes y ambiciones de la clase media acomodada, Areta Bolado, Noelia Castro y Ail¨¦n Kendelman, demiurgas de A Panadar¨ªa, han preferido poner el foco en un sector donde 150.000 trabajadoras sacan adelante a sus familias limpiando suelos, fijando s¨¢banas bajeras y dando esplendor al vidrio de ventanales interminables. El Hotel Balneario Real de La Jota, donde se desarrolla la acci¨®n de su espect¨¢culo, es un trasunto del hotel balneario mineromedicinal que en 1899 abri¨® en La Toja el potentado Jos¨¦ Riestra L¨®pez, propietario de esta isla, en cuya casa ¡°se fragu¨® mas de un gobierno de Espa?a¡±, seg¨²n rese?aba en su necrol¨®gica Galicia. Diario de Vigo. ¡°Se dec¨ªa entonces que en Espa?a hab¨ªa 48 provincias, porque la n¨²mero 49 (Pontevedra) era del marqu¨¦s de Riestra¡±, recuerda una nieta suya.
Por encargo del marqu¨¦s, la condesa de Pardo Baz¨¢n escribi¨® un monogr¨¢fico glosando las excelencias del hotel balneario, que fue distribuido entre la aristocracia y la alta burgues¨ªa de media Europa. En dicho establecimiento, se reunieron en 1989 los dos David Rockefeller (padre e hijo), Gianni Agnelli y el rey Juan Carlos I, durante la cita anual del Club Bilderberg. En 1996, Mariano Rajoy y Elvira Fern¨¢ndez celebraron all¨ª su boda. En fin, que el escenario al que aluden las tres actrices, coautoras y codirectoras de Las que limpian es, de cuantos en Galicia existen, el que ofrece un contraste mayor con la extracci¨®n social de las protagonistas de su montaje.
A partir de un extenso estudio de campo y del contacto con familiares suyas que trabajan en el ramo, las tres paladinas de A Panadar¨ªa enumeran las funciones que las kellys tienen asignadas, se ponen a higienizar habitaciones a un ritmo in crescendo, recitan aplicadamente los pormenores de las condiciones en las que faenan, enumeran las enfermedades laborales que padecen, analizan la psicolog¨ªa de los clientes del hotel y deliberan sobre la posibilidad de poner coto a la externalizaci¨®n de una actividad que, por ser privativa de la industria hotelera, debiera desempe?arla siempre personal de plantilla.
Las que limpian es un espect¨¢culo de bufones, es decir, concebido para que el p¨²blico se ponga en el lugar de quien no tiene poder y se r¨ªa de quien lo tiene, mediante una comicidad emparentada con la de Tricicle y con la de la comedia del arte: sus protagonistas son arquetipos, carecen de profundidad psicol¨®gica pero sirven de trampol¨ªn para que sus int¨¦rpretes den triples saltos humor¨ªsticos. Estas limpiadoras suyas son de la estirpe de Arlequ¨ªn y de Colombina: parecen torpes pero se las saben todas.
Kendelman, Castro y Bolado se intercambian los personajes con velocidad de malabarista y realizan un trabajo vocal excelente. Como directoras de escena, exprimen lo m¨ªnimo al m¨¢ximo: a cuatro cachivaches les dan mil usos. No utilizan un solo sonido enlatado: a capela, cantan un anuncio radiof¨®nico de creaci¨®n propia que podr¨ªa competir con la canci¨®n del Cola-Cao, pero interpretan tambi¨¦n una jota gallega que parece un himno minero y entonan un son cubano que el p¨²blico acaba coreando. Solo con sus voces (y el uso ocasional de tres tubos de pl¨¢stico, el cubo de fregar, la escoba y un par de escobillas del v¨¢ter, empu?adas a modo de baquetas), van tejiendo en vivo un espacio sonoro harto m¨¢s expresivo que la mayor¨ªa de los que solemos o¨ªr.
El desparpajo par¨®dico de las j¨®venes actrices de A Panadar¨ªa entronca con el de espect¨¢culos del antiguo teatro independiente (como Casta?uela 70, de T¨¢bano), y su iron¨ªa evoca la que gasta la compa?¨ªa madrile?a Teatro en Vilo y la que derrochaba la desaparecida compa?¨ªa vasca Legale¨®n-T. No todas las escenas que interpretan est¨¢n igual de bien acabadas, pero lo estar¨¢n con un poquit¨ªn de rodaje: la de la sobremedicaci¨®n est¨¢ perfecta en tiempo y forma. Cuando el empresario del hotel balneario de esta ficci¨®n esc¨¦nica amenaz¨® a las huelguistas: ¡°Os despedir¨¦ por baja productividad¡±, una espectadora, que parec¨ªa conocer el asunto en carne propia, no pudo evitar comentar en voz alta: ¡°Ah¨ª est¨¢¡±. En cuanto la voz se corra, Las que limpian va a atraer tambi¨¦n al Centro Dram¨¢tico Nacional a un p¨²blico que no es el suyo habitual.
¡®Las que limpian¡¯. Autoras y directoras: Areta Bolado, Noelia Castro y Ail¨¦n Kendelman. Teatro Mar¨ªa Guerrero, Madrid. Hasta el 15 de mayo.
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