¡®Extinci¨®n¡¯, m¨²sicas de paz y pandemia
El espect¨¢culo de polifon¨ªa policoral del compositor Joan Cererols que se ofrece en el Teatro de La Abad¨ªa causa una excelente impresi¨®n
Es un espect¨¢culo sobre lo divino, divinamente interpretado por el coro Intermezzo, el Ensemble Nereydas y la Agrupaci¨®n Se?or Serrano en el Teatro de La Abad¨ªa, de Madrid. Joan Cererols, autor de las dos misas de car¨¢cter antag¨®nico que se cantan en Extinci¨®n, fue organista, arpista, director de la escolan¨ªa del monasterio de Montserrat y compositor de una vasta obra, gran parte de la cual result¨® destruida durante la invasi¨®n napole¨®nica, casi siglo y medio despu¨¦s de su muerte. Su radiante Missa de Batalla fue escrita para ensalzar la victoria de la monarqu¨ªa hisp¨¢nica sobre la ef¨ªmera rep¨²blica de N¨¢poles en 1648. En cambio, en la grave Missa Pro Defunctis, tres a?os posterior, el monje benedictino dio cauce al duelo y al des¨¢nimo reinantes en Barcelona durante el segundo a?o de una epidemia de peste de origen africano que acab¨® llev¨¢ndose por delante al 20 por ciento de su poblaci¨®n.
En la Europa del siglo XVII se compuso numerosa polifon¨ªa policoral (es decir, m¨²sica para varios coros, la suma de los cuales crea un efecto envolvente al ponerse a cantar al mismo tiempo desde diferentes lugares de la iglesia). Un buen ejemplo de ello es la mencionada Missa de Batalla, escrita para 12 voces agrupadas en tres coros, que en este montaje se emplazan cada uno en uno de los absidiolos de La Abad¨ªa. Desde all¨ª, los int¨¦rpretes se van pasando la frase musical como los malabaristas se pasan las mazas en la pista circense. El impacto que produce este fluido ir y venir del canto es an¨¢logo al que produjo Abel Gance en el cine de los a?os veinte cuando proyect¨® tres im¨¢genes simult¨¢neas diferentes sobre tres pantallas en Napole¨®n, un filme abrumador.
Los cuadros vivientes que los actores empiezan a componer un poco m¨¢s adelante est¨¢n en perfecta sinton¨ªa con el canto: son cuerpo y alma
En este montaje, durante el comienzo de la Missa Pro Defunctis resulta imposible atender a nada que no sean los cantantes. El primer¨ªsimo plano del rostro de Francisco de Orellana y las im¨¢genes subsiguientes creadas, filmadas y proyectadas en tiempo real por los actores de la Agrupaci¨®n Se?or Serrano resultan accesorias: poco tienen que ver con la textura de la m¨²sica, con su enjundia ni con su atm¨®sfera. En un universo anal¨®gico tan magnificente, lo digital resulta espurio. Por el contrario, los cuadros vivientes que los actores empiezan a componer un poco m¨¢s adelante est¨¢n en perfecta sinton¨ªa con el canto: son cuerpo y alma. Pero por discutible que sea el papel inicial que juegan las proyecciones, el caso es que acaban incardin¨¢ndose en la acci¨®n hasta llegar a una fusi¨®n lograda durante la Missa de Batalla, que cierra el espect¨¢culo por todo lo alto. El empaste de las voces, la sugestiva labor de los m¨²sicos, la entregada pero precisa direcci¨®n musical de Javier Ulises Ill¨¢n, el elegante vestuario de Lola Belles, la presencia mayest¨¢tica de Carlota Grau y la discreci¨®n de la puesta en escena causaron por lo general una excelente impresi¨®n de conjunto.
Extinci¨®n?
Autor: Joan Cererols. Dirección musical: Javier Ulises Illán Dirección escénica: Àlex Serrano y Pau Palacios
Teatro de La Abadía. Madrid. Hasta el 24 de abril
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