Momento monumento
En un encuentro con Francesc Tosquelles, en Juanito El Dorado de Barcelona, seguramente, Helios G¨®mez recit¨® a Lorca y proclam¨® el parentesco entre la poes¨ªa popular y la lucha pol¨ªtica revolucionaria
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Se trata de encontrar los momentos. Hay toda una serie de situaciones, de acontecimientos secretos, de momentos en los que el mundo cambia, o mejor, un mundo cambia. Es dif¨ªcil encontrar esos momentos. Pero existen. Enf¨¢ticamente podr¨ªamos llamarlos cortes epistemol¨®gicos, pero no, su vocaci¨®n es menor, como cuando Deleuze habla de literatura menor. Son hechos despreciados, a menudo rebajados a la categor¨ªa de an¨¦cdotas. Son momentos en los que se alumbra una idea, surge un afecto, algo nos conmueve y cambia el mundo.
Hay momentos en la vida en que vemos algo, leemos algo, alguien nos besa y sus consecuencias son irreversibles
En el tiempo, tienen un funcionamiento similar a la mariposa que batiendo sus alas en el mar de China provoca maremotos en Europa. Hay momentos en la vida en que vemos algo, leemos algo, alguien nos besa y sus consecuencias son irreversibles. Despu¨¦s de eso, todo cambia. Hay cosas que nos modifican y no podemos hacer nada con ese saber, con ese amor, con ese lo que sea. Igual no nos damos cuenta. Pero, a la larga, sus consecuencias son devastadoras, en ese sentido monstruoso que se le da a la palabra. Porque una ¡°devastaci¨®n¡± es lo m¨¢ximo, el rev¨¦s constructivo de la vida. A la fortuna de localizar esos momentos dedic¨® Borges mucho de su talento. El que aqu¨ª les cuento es de distinto signo, pero de consecuencias similares. Se trata, en efecto, de un descubrimiento mineral que despu¨¦s reposar¨¢ en la colada de ¨²tiles y herramientas. Un guijarro perdido que acabar¨¢ como componente de nuestras computadoras, de nuestros aparatos ¨®pticos.
Seg¨²n la correspondencia que guarda Gabriel G¨®mez, hijo del artista Helios G¨®mez, el entonces joven psiquiatra Francesc Tosquelles, vinculado al Bloc Obrer i Camperol (BOC), trat¨® a su padre en dos ocasiones. No hablamos de trato m¨¦dico, sino de trato humano, aunque el propio Tosquelles intent¨® no diferenciar estos dos campos. Eran camaradas, podr¨ªa decirse. En una de esas veces, Helios disparaba desde las ventanas del rectorado de la Universidad de Barcelona que hab¨ªan ocupado para proclamar la ¡°rep¨²blica de estudiantes, campesinos y obreros¡±. Tosquelles cree recordar que no hubo v¨ªctimas, quiz¨¢s recuerda un caballo de la polic¨ªa herido. Est¨¢bamos a principios de los a?os treinta y una ola revolucionaria atravesaba el pa¨ªs. Me refiero a Espa?a y a Catalu?a, pues Tosquelles y G¨®mez consideraban que hab¨ªa una diferencia importante entre las dos naciones. En la segunda ocasi¨®n, con gente del POUM y la CNT fueron a Juanito El Dorado ¡ªla Sociedad Flamenca El Dorado todav¨ªa hace en Barcelona la mejor programaci¨®n de flamenco del pa¨ªs¡ª y disfrutaron all¨ª de cantes y bailes flamencos. Helios G¨®mez, seguramente, recit¨® a Lorca y proclam¨®, en un discurso habitual en Helios, el parentesco entre la poes¨ªa popular espont¨¢nea y la lucha pol¨ªtica revolucionaria, entre el discurso oral del romancero y la potencia para las transformaciones sociales necesarias. La forma de ser, la vida artista, la vida que merece ser vivida tiene que conjugar esa locuci¨®n musical de la palabra con las transformaciones antropol¨®gicas necesarias para el animal humano.
Tosquelles subraya que aquella velada en El Dorado nunca la hab¨ªa olvidado. Una empieza entendiendo como pol¨ªtica la poes¨ªa popular y acaba democratizando las instituciones
¡°Sus dibujos, c¨®mo ¨¦l mismo, aparecieron en m¨ª como revelando lo contrastado r¨ªtmico de la vida misma¡±, escribe Tosquelles refiri¨¦ndose a Helios G¨®mez. Apunta tambi¨¦n alg¨²n an¨¢lisis cr¨ªtico para esa formas populares que caen en la cumbre del narcisismo cuando no se conjugan de forma pol¨ªtica, revolucionaria, dice literalmente. Pero Tosquelles se refiere a ese momento inaugural, a la aurora que despert¨® ese conato con Helios G¨®mez recitando flamenco. ¡°Quiz¨¢ guard¨¦ de all¨ª algunas ideas que se han ido insinuando en mi pr¨¢ctica, desde una perspectiva de arraigo humano y experiencia social¡±, recuerda v¨ªvidamente Tosquelles, qui¨¦n subraya que aquella velada en El Dorado nunca la hab¨ªa olvidado. Una empieza entendiendo como pol¨ªtica la poes¨ªa popular y acaba democratizando las instituciones. Les dejo sus palabras: ¡°Otra vez, con sus amigos pol¨ªticos nos fuimos a casa de Juanito El Dorado, donde se bailaba y cantaba flamenco, se habl¨® de las relaciones que existen entre el baile y la poes¨ªa espont¨¢nea con la proyecci¨®n revolucionaria¡±.
Yo llevo a?os intentando explicar el trabajo de Helios G¨®mez a trav¨¦s de ese mismo momento, intentando entrever la importancia de ese momento, s¨ª, ahora me doy cuenta. El ciclo de exposiciones en torno a Helios G¨®mez, comunista libertario, gitano flamenco y realista de vanguardia, todo lo que se mostr¨® en La Virreina de Barcelona como D¨ªas de ira y que se ver¨¢ en septiembre en Sevilla como El sol desaparecido, todo eso no intenta sino dar alcance a ese momento que, ahora lo veo claro, Tosquelles pudo tocar directamente en Helios G¨®mez. Adem¨¢s, ahora, las exposiciones ¡ªen el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona, en oto?o en el MNCARS de Madrid¡ª que Joana Mas¨® y Carles Guerra han realizado sobre Tosquelles bajo el acertado t¨ªtulo Como una m¨¢quina de coser en un campo de trigo no hace m¨¢s que seguir dando cuenta de ese momento trascendente, s¨ª, podr¨ªamos decirlo as¨ª, las ondas de una piedra ca¨ªda en un estanque: Dubuffet y el art brut, el psiquiatra Frantz Fanon y Saint-Alban, F¨¦lix Guattari y La Borde. Etc¨¦tera.
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