Del Bloomsday al d¨ªa de Pok¨¦mon
Como ya pas¨® con la cultura del siglo XX, el mundo virtual va sembrando sus festividades, sus celebraciones y sus rituales
Poco hay que a?adir que no se haya contado ya en este peri¨®dico sobre el Bloomsday, el movimiento festivo que los fans de la novela Ulises de James Joyce hacer al repetir por las calles de Dubl¨ªn, el 16 de junio y convenientemente vestidos para la ocasi¨®n, los pasos del protagonista de ese libro de libros, Leopold Bloom, Poldy. Pero quiz¨¢ s¨ª se puedan se?alar algunas casualidades en torno a las celebraciones culturales.
La desarrolladora de juegos de realidad aumentada Niantic ha decidido como d¨ªa de su comunidad el pr¨®ximo d¨ªa 25. Como si de un Bloomsday a escala global se tratara, varios embajadores de la compa?¨ªa repartir¨¢n recompensas en varios lugares repartidos por ciudades de todo el mundo relacionados con sus juegos estrella. Que son, por una parte, el Pok¨¦mon GO. Y, por otra, el Pikmin Bloom, que a la coincidencia en la fecha suma la coincidencia en la nomenclatura. Casualidades de la vida (o reflejos entre el mundo anal¨®gico y el digital).
No, no es que el Pikmin Bloom tenga nada que ver con el Ulises (m¨¢s all¨¢ de la Odisea que de un modo u otro recrean sus protagonistas), sino que el nombre hace referencia estricta a su traducci¨®n inglesa: florecer. De la misma manera que Pok¨¦mon GO es la versi¨®n pasada por la realidad aumentada de Pok¨¦mon, Pikmin Bloom es la versi¨®n en realidad aumentada del universo Pikmin: es decir, ambos se juegan a trav¨¦s del m¨®vil proyectando en los paisajes que captura nuestra c¨¢mara a los protagonistas de los juegos, mezclando as¨ª fantas¨ªa y realidad.
Surgido el primer juego en 2001 para la Gamecube de Nintendo bajo la batuta del propio Shigeru Miyamoto, el juego, de plataformas y aventuras en tres dimensiones, segu¨ªa las andanzas de un simp¨¢tico astronauta que, estrellado en un planeta desconocido, deb¨ªa servirse de unas simp¨¢ticas criaturas llamadas pikmin (criaturas a medio camino entre el animal y el vegetal, de ah¨ª la pertinencia del concepto bloom) para sortear obst¨¢culos y vencer peligros y enemigos. El color de los pikmin, que nos iban siguiendo formando un peque?o ej¨¦rcito danzar¨ªn, defin¨ªa sus habilidades especiales, y pod¨ªamos lanzarlos o enviarlos durante la aventura de acuerdo con sus propias particularidades. Con los a?os, los peque?os pikmin (y el astronauta Olimar) fueron gan¨¢ndose un hueco entre las mascotas m¨¢s queridas de Nintendo y la franquicia fue saltando de plataforma en plataforma hasta que, en 2021 y al calor del ¨¦xito que supuso Pok¨¦mon GO, Nintendo colabor¨® de nuevo con Niantic para traer al mundo de la realidad aumentada (es decir, al mundo) el universo Pikmin.
El pr¨®ximo d¨ªa 25, nueve d¨ªas despu¨¦s de que escritores y fan¨¢ticos de todo el mundo paseen por las calles de Dubl¨ªn recreando las andanzas del Ulises, miles de personas de todo el mundo desenfundar¨¢n sus tel¨¦fonos y pasear¨¢n por sus ciudades buscando los pok¨¦mon y pikmin que Niantic habr¨¢ liberado para la ocasi¨®n. Y es que, de la misma manera que en el siglo XX la literatura (y la cultura en general) desarroll¨® una serie de liturgias que vertebraron gran parte de la sociedad, la cultura del siglo XXI va sembrando, poco a poco, sus propios rituales e hitos. Quiz¨¢ la pantalla vaya desplazando a la p¨¢gina, pero la cultura sigue siendo la cultura, independientemente del formato; independientemente de que la gente la celebre con un mon¨®culo en el ojo o con una pokeball en la mano.
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