¡®La Espa?a que tanto quisimos¡¯, relato inmisericorde de la reciente memoria hist¨®rica
El ensayo de V¨ªctor G¨®mez Pin, que considera el refer¨¦ndum de independencia un fracaso tanto para Catalu?a como para Espa?a, puede ayudar a los progresistas a recuperar su espa?olidad
Tan apaleados como vienen siendo por el poder pol¨ªtico los estudios de Filosof¨ªa, tengo que felicitar a V¨ªctor G¨®mez Pin por su ¨²ltimo ensayo sobre La Espa?a que tanto quisimos. Escrito en encomiable prosa, constituye un relato inmisericorde y l¨²cido de la reciente memoria hist¨®rica de nuestro pa¨ªs, primero hurtada y m¨¢s tarde manipulada por la autoridad competente. Es tambi¨¦n una reflexi¨®n moral, y por lo tanto pol¨ªtica, sobre el ser espa?ol y sus circunstancias, parafraseando a Ortega y Gasset. A quien, por cierto, hace poco se criticaba acremente en estas p¨¢ginas por sus reflexiones sobre La Espa?a invertebrada. Es sin embargo elogiado sin ambages por el autor, uno de los intelectuales cuerdos que todav¨ªa nos quedan. Pero ya queda dicho que los fil¨®sofos no tienen buena prensa.
Fil¨®sofo y no otra cosa, mal que a alguno le pese, G¨®mez Pin se suma a la saga de pensadores que se han interrogado sobre el ser y el sentir de ¡°la Espa?a en esencia comunitaria que sabe que no hay fertilidad en solar aislado¡±. La de Cernuda y Lorca, pero tambi¨¦n la de Albert Camus (¡°Donde mi generaci¨®n aprendi¨® que se puede tener raz¨®n y sin embargo ser vencido¡±) o Simone Weil, que defini¨® el arraigo como condici¨®n de la alteridad, de la elaboraci¨®n de un proyecto com¨²n desde las ra¨ªces singulares y diversas de un territorio, una cultura y una historia comunes. El autor, barcelon¨¦s de nacimiento y europeo por elecci¨®n, dedica buen n¨²mero de p¨¢ginas al conflicto pol¨ªtico de Catalu?a, agitado entre otras cosas por la dispar identidad ling¨¹¨ªstica de sus habitantes. Considera el 1 de octubre de 2017 como s¨ªmbolo de un fracaso colectivo y una radical frustraci¨®n tanto para Catalu?a como para Espa?a. Coincido con la cr¨ªtica severa que hace de la pasividad pol¨ªtica del Gobierno central y el uso innecesario de la fuerza p¨²blica. Pero lamento que no ponga de relieve la ilegalidad de un refer¨¦ndum que se hizo sin censo y sin cuento, sin la alteridad discursiva que ¨¦l mismo reclama a la b¨²squeda de una identidad a la vez com¨²n y diversa. Por lo dem¨¢s, su discordancia con las tesis nacionalistas es tan expl¨ªcita como rotunda su defensa de una cierta idea de Espa?a.
Al margen de este m¨ªnimo reproche, la lectura del libro me ha permitido reconocer mi propia experiencia a trav¨¦s de la del autor y compartir su criterio de que es preciso y sano ¡°contemplar nuestro pasado como un abismo propio que hay que sondear¡ y no como un pecado original¡± que obligue a darnos constantes golpes de pecho. Frente a la imagen de la Espa?a oscura o de charanga y pandereta, hay adem¨¢s en la obra una expl¨ªcita celebraci¨®n del vino y la alegr¨ªa. Compartir una copa en lugares p¨²blicos ajenos a las tensiones derivadas de diferencias econ¨®micas o de estatus cultural le parece a G¨®mez Pin ¡°una suerte que acompa?a a la sociedad¡±. Me pregunto si no podr¨ªa Isabel D¨ªaz Ayuso aprovechar esta frase en defensa de su invitaci¨®n a tomarse unas ca?as como un logro pol¨ªtico de su pol¨ªtica anticovid e identitaria. Por mucho que se cachondee de ello esa izquierda un d¨ªa libertaria que hoy parece haberse convertido al calvinismo de lo pol¨ªticamente correcto.
Hablando de Calvino, merece la pena resaltar el cap¨ªtulo que sobre su conflicto con Miguel Servet sirve para comentar los excesos de la Inquisici¨®n, signo de identidad de nuestra Espa?a, pero tambi¨¦n los de otras inquisiciones no por menos mentadas m¨¢s perdonables. Y es impresionante el repaso que se da a los destrozos generados en la sociedad espa?ola por la expulsi¨®n de los jud¨ªos: un exilio forzado que perjudic¨® el desarrollo de la econom¨ªa, la ciencia y los fundamentos m¨¢s s¨®lidos de una sociedad avanzada.
Hay tambi¨¦n un comentario sobre los excesos antitaurinos, cuando Picasso, Hemingway y Garc¨ªa Lorca fueron aficionados a un festejo que muchos consideran no la tortura de un berraco, sino un combate entre dos especies animales representantes del genio y la fuerza. La izquierda urbanita deber¨ªa preguntarse de nuevo sobre las consecuencias funestas para sus aspiraciones electorales, en Andaluc¨ªa o Castilla, del anatema que sobre la caza y la tauromaquia han propagado los movimientos animalistas. Por ¨²ltimo, termina el periplo, desinhibido y profundo, de este fil¨®sofo sobre la piel de nuestra Pen¨ªnsula, que algunos comparan a la de un toro, con una visita a Ronda, ciudad en la que Rilke descubriera ¡°un ocio de jazm¨ªn y un tenue rumor de agua que conjuraba memorias de desiertos¡±.
Ya dijo Chesterton que lo divertido no es lo contrario de serio; es lo contrario de aburrido y de nada m¨¢s. As¨ª se desprende de la obra que comentamos. Leerla puede ayudar de paso a algunos progresistas despistados a recuperar sin complejos su espa?olidad.
La Espa?a que tanto quisimos
Autor: V¨ªctor Gonz¨¢lez Pin.
Editorial: Arpa, 2022.
Formato: tapa blanda (280 p¨¢ginas. 21,90 euros).
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