La revelaci¨®n de Steve Lacy, el regreso de Khaled y otros discos recomendados
Los cr¨ªticos musicales de ¡®Babelia¡¯ seleccionan los ¨¢lbumes m¨¢s destacados de las ¨²ltimas semanas
Diamantes pulidos
Por Laura Fern¨¢ndez
Steve Lacy?
RCA/Sony
A peque?o milagro en expansi¨®n. O a diamante en bruto que por fin ha dejado de empecinarse en ser bruto. A eso suena el segundo ¨¢lbum del tipo que aprendi¨® a tocar la guitarra despu¨¦s de hacerse fan¨¢tico de Guitar Hero a los siete a?os. Steve Lacy, el jovenc¨ªsimo rey del neo soul, que combina la est¨¦tica DIY (¡°hazlo t¨² mismo¡±) y un desd¨¦n por el mercado m¨¢s propio de otras d¨¦cadas (o de otros siglos), desarrolla en este Gemini Rights un personal¨ªsimo R&B, juguetonamente indie, que puede que sepa a separaci¨®n, pero que explora infinidad de caminos y no se detiene ante nada.
Convencido de que pod¨ªa grabar su m¨²sica lejos de la industria, tan lejos que ni siquiera necesit¨® de un estudio de grabaci¨®n, tan lo-fi que lleg¨® a hacerlo con su tel¨¦fono, el guitarrista de The Internet desarroll¨® un sonido y un envidiable flow en un primer disparo en forma de EP, Steve Lacy¡¯s Demo (2017), tal vez limitado por una militante forma de producir que, si en un primer momento hab¨ªa tenido sentido, empez¨® a perderlo cuando capt¨® la atenci¨®n de ilustres admiradores ¡ªlleg¨® a producir un tema de Solange y a hacer buenas migas con Vampire Weekend¡ª que le dieron acceso a ese otro mundo en el que otras muchas cosas pod¨ªan ser posibles.
A sus 24 a?os, Lacy disecciona la ruptura con su novio y habla con descaro del resto de sus amantes, hombres y mujeres
Y lo fueron. En Apollo XXI (2019), su primer largo, la expansi¨®n, aunque t¨ªmida, era ya m¨¢s que evidente, aunque es en este segundo asalto, un ¨¢lbum en el que Lacy, a sus 24 a?os, disecciona la ruptura con su novio y se abisma en el agujero negro que ha dejado en su vida, y habla con descaro del resto de sus amantes, hombres y mujeres, en una explosi¨®n formal que supone un enorme paso adelante m¨¢s que evidente. Lo demuestra en temas como ¡®Helmet¡¯, un delicioso corte de un particular e introspectivo funk con aspecto de hit pop, en el que Lacy se deja acompa?ar por sus hermanas, y que suena m¨¢s que nunca a su adorado Prince, con cierto toque noventero, heredado quiz¨¢ de su tambi¨¦n idolatrada Erykah Badu.
El evocador ritmo latino, como salido de un Caribe de pl¨¢stico, de ¡®Mercury¡¯ invoca de nuevo a Badu, pero tambi¨¦n, por qu¨¦ no, a fen¨®menos pasajeros como el jamaicano Andru Donalds, con esa letra que es a la vez un recuento de da?os y la confesi¨®n de aquel que, crey¨¦ndose intocable, ha ca¨ªdo ¡ª¡±Soy un mito y una leyenda / que nunca gana¡±¡ª. Est¨¢n los medios tiempos, y hasta las prodigiosas baladas que hist¨®ricamente le relacionan con Stevie Wonder (¡®Buttons¡¯) y tal vez deber¨ªan hacerlo m¨¢s con Ben Harper (¡®Give You The World¡¯), y los flamantes temas con aire de boy band de un ¨²nico integrante (¡®Bad Habit¡¯ es, en ese sentido, un peque?o tesoro) y exuberantes cortes con aires de himno, como el que comparte con Foushe¨¦ (¡®Sunshine¡¯). S¨ª, Lacy vuela alto, por fin.
Khaled no quiere ser em¨¦rito
Por Javier Losilla
Khaled
Aalia
El rap, el trap y las distintas combinaciones de lo que se ha convenido en llamar ritmos urbanos fagocitaron en los primeros a?os del siglo XXI al ra? moderno, que entusiasm¨® a la juventud argelina en los ochenta y conquist¨® el mundo occidental una d¨¦cada m¨¢s tarde. Si recuerdan, Khaled fue proclamado monarca de esa m¨²sica envolvente y revoltosa, a Cheb Mami le adjudicaron el t¨ªtulo de pr¨ªncipe, y a Faudel, el de principito (Cheb Bilal jug¨® en una liga menor, y el gran Rachid Taha nunca fue un int¨¦rprete de ra?). Ese movimiento ha quedado, con el paso de los a?os, un tanto desdibujado. Mami ha estado ocupado con asuntos legales; Faudel, que sufri¨® las consecuencias de su apoyo incondicional al expresidente Nicolas Sarkozy, ha editado varios sencillos tras un largo periodo de silencio, y Khaled, que public¨® en 2012 C¡¯est la vie, ha estado de aqu¨ª para all¨¢, actuando en Egipto y Arabia Saud¨ª y grabando un pu?ado de colaboraciones en varios puntos del planeta. Pero cuando ya pens¨¢bamos que el rey del ra? hab¨ªa adquirido el estatus de em¨¦rito, el cantante argelino vuelve a la actualidad con Cheb Khaled, un nuevo ¨¢lbum en el que recupera a los 62 a?os el viejo apelativo de cheb (joven).
En esta ocasi¨®n, su reto consiste en ganar nuevos adeptos sin perder a sus seguidores de siempre. Ardua tarea. Repleto de colaboraciones, el ¨¢lbum lleva la marca del ubicuo productor tetuan¨ª RedOne (Lady Gaga, Pitbull, Shakira), muy alejada del sello que imprimieron Don Was y Michael Brook al disco Khaled (1992), por ejemplo. Devaneos latinos, batidas bhangra, trap marroqu¨ª, rumba flamenca, arrebatos pop y otras especias aderezan una apuesta que se abre con una remezcla de la pieza ¡®Trigue Lyc¨¦e¡¯ (1976), firmada por DJ Snake, y se cierra con ¡®Love To The People¡¯, que Khaled registr¨® con Santana en 2006. A Cheb Khaled le falta fuerza y cohesi¨®n. Habr¨¢ que ver c¨®mo cuaja en un mercado dominado por las canciones de nuevas y j¨®venes estrellas argelinas como Soolking.
Beach Boys con sintetizadores
Por ??igo L¨®pez Palacios
Panda Bear + Sonic Boom?
Domino/Music As Usual
Noah Lennox, alias Panda Bear, tiene 44 a?os, es estadounidense y miembro de Animal Collective. Peter Kember, 56, m¨¢s conocido como Sonic Boom, es ingl¨¦s y fue el l¨ªder de Spacemen 3, grupo que durante los ochenta sent¨® las bases de mucho de lo que se hizo en los noventa. Ambos m¨²sicos se conocen hace una d¨¦cada, han colaborado en los ¨¢lbumes del otro y son amigos hasta el punto de que Kember se mud¨® a Portugal por consejo de Lennox, que vive all¨ª hace a?os. De su primera colaboraci¨®n al 50%, lo mejor que se puede decir es que parece un grupo real. M¨¢s Panda Bear que Sonic Boom, esta revisi¨®n con sintetizadores de los Beach Boys de la era Pet Sounds es una aut¨¦ntica delicia
El poder del hip hop
Por Beatriz G. Aranda
Megan Thee Stallion?
303/Atlantic/Warner
El cuerpo como campo de batalla ocupa un lugar central en la m¨²sica urbana actual, liderada por mujeres empoderadas, de Nicki Minaj a Rosal¨ªa. Con destreza y una producci¨®n excelente, que huye de las din¨¢micas m¨¢s previsibles del trap, la rapera texana regresa con un segundo disco plagado de referencias a su anatom¨ªa (¡°Mi jodido cuerpo / Mi elecci¨®n¡±, canta haci¨¦ndose eco del debate sobre el aborto) y a lo que sucede en su cuerpo como entidad sociopol¨ªtica, del placer sexual a la lucha que implica ser una mujer negra en la industria (¡°Mi piel no es lo suficientemente p¨¢lida / Mi dialecto, no lo suficientemente blanco¡±). Este notabil¨ªsimo ¨¢lbum refuerza una vez m¨¢s el poder del hip hop como veh¨ªculo ideol¨®gico.
Guitarras hist¨®ricas, sonoridad ¨²nica
Por Ferm¨ªn Lobat¨®n
Alejandro Hurtado?
Hanare
Las diez composiciones que integran este singular proyecto han sido recreadas con las guitarras originales de dos artistas: la de Montoya (La Leona, viuda de Manuel Ram¨ªrez, 1916) y la de Manolo de Huelva (Santos Hern¨¢ndez, 1937). Ambas se conservan en la Colecci¨®n Rodrigo de Zayas y han sido cedidas para la ocasi¨®n. La especial condici¨®n de los instrumentos ya aporta una sonoridad ¨²nica. A ello se suma el desnudo tratamiento del sonido de la grabaci¨®n junto a la pulcritud y fidelidad de las versiones, que nos proporcionan un viaje en el tiempo desde el presente. La ronde?a o grana¨ªna de Montoya, las soleares o buler¨ªas del de Huelva suenan rancias y frescas a un tiempo.
Una magia indiscutible
Por Yahv¨¦ M. de la Cavada
Gard Nilssen Acoustic Unity?
ECM
Una de las bandas m¨¢s brillantes del jazz europeo en los ¨²ltimos a?os da un gran paso con este ¨¢lbum, no solo por fichar con ECM y alcanzar a una mayor audiencia, sino por la madurez que demuestra en esta grabaci¨®n. Lo b¨¢sico para un gran tr¨ªo de saxo, contrabajo y bater¨ªa ya lo ten¨ªan: una qu¨ªmica especial y muchas horas de m¨²sica en com¨²n para cocinarla hasta la excelencia. Pero aqu¨ª encontramos m¨²sica m¨¢s reflexiva que en ¨¢lbumes anteriores, un enfoque m¨¢s abierto y rico en influencias (desde Ornette Coleman a la tradici¨®n del jazz escandinavo), con mucha atenci¨®n por la melod¨ªa y el equilibrio perfecto entre ortodoxia y libertad. Nilssen ejerce de l¨ªder sin ser autoritario, y el grupo se impone como art¨ªfice de una indiscutible magia.
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