Santiago Lorenzo: ¡°Muchos se mudan al campo y a los seis meses no saben d¨®nde meterse¡±
Hace 10 a?os abandon¨® su carrera urbanita en el cine para retirarse a escribir. Lo apost¨® todo y gan¨®. Su anterior novela, ¡®Los asquerosos¡¯, se convirti¨® en un fen¨®meno. Ahora vuelve, sin pretensiones, con ¡®Tostonazo¡¯
Est¨¢ a punto de clavarse el mediod¨ªa, y un folio colgado a la entrada del recoleto bar que da la bienvenida al visitante nada m¨¢s cruzar el cartel del pueblo avisa de que esta semana no se ofrecen comidas. En la terraza, resguardada por un muro, el due?o est¨¢ colocando las mesas. Calienta el sol y el aire puro no encuentra obst¨¢culos para entrar en tromba en los pulmones. Al fondo de la calle de robustas casas de piedra ¡ªpr¨¢cticamente la ¨²nica v¨ªa que podr¨ªa recibir tal nombre en esta mota de polvo en el mapa de la provincia de Segovia¡ª asoma una figura que luce camiseta negra y vaqueros. Saluda con la mano. No podr¨ªa ser otro que el escritor Santiago Lorenzo (Portugalete, 1964), afincado aqu¨ª desde hace una d¨¦cada. Tampoco hay muchas m¨¢s alternativas en una pedan¨ªa con una poblaci¨®n censada de 17 almas a fecha de 2020. ?El nombre del lugar? No queremos acordarnos porque as¨ª lo solicita el autor, que se recoge el pelo largo en una coleta antes de empezar a charlar. A lo mejor, barrunta, la publicidad hace de reclamo para ¡°la mochufa¡±. Una vez, sin previa divulgaci¨®n de sus datos, ya se le present¨® un ejemplar en la puerta.
La mochufa ¡ªlo sabr¨¢n los cerca de 200.000 lectores que lleva amasados Los asquerosos, la descacharrante novela sobre un chaval que se ve obligado a refugiarse en un pueblo abandonado porque le persigue la polic¨ªa y acaba divorci¨¢ndose felizmente de la sociedad, que Lorenzo public¨® en 2018 y se convirti¨® en un fen¨®meno¡ª se compone, entre otros nada intrigantes elementos, de esas personas que aterrizan en territorio rural como un rinoceronte que exige a base de pisotones que le hagan hueco en una madriguera. Gentes que necesitan ¡°medicinachas para todo¡±, que ¡°dan la luz hasta para buscar el interruptor¡± y cuyos h¨¢bitos de consumo televisivo, digamos, resultan escasamente ¡°alentadores¡±. Algo que poco tiene que ver con ¨¦l, austero convencido que jura que los d¨ªas se le ¡°hacen de noche¡± a base de ver pel¨ªculas, leer, m¨¢s leer y poca m¨¢s faena, aparte de construir maquetas de decorados. Esta afici¨®n, alardea, se le ¡°da mejor¡± que escribir, una actividad a la que solo se dedica cada ¡°tres o cuatro a?os¡±, cuando ha rumiado su historia hasta la saciedad y ha acumulado notas en una pila de al menos ¡°8 o 10 cent¨ªmetros de alto¡±. ¡°Soy un lector de historia impenitente¡±, agrega el escritor, de voz suave y tranquila, parad¨®jicamente instalado en el m¨¢s estricto presente (imperfecto) en sus libros, una lista de cuatro novelas y un libro de relatos a la que se suma Tostonazo, que sale el 5 de octubre en Blackie Books con la tirada m¨¢s alta de la historia de la editorial, que no concreta cifras. Unas perspectivas que pondr¨ªan de los nervios al m¨¢s pintado, aunque ¨¦l, en apariencia, ni pesta?ea: ¡°Si Los asquerosos hubiera vendido 500 copias, yo seguir¨ªa como estaba¡±, zanja. ¡°Ha habido momentos de verdadera pobreza, que uno guarda en ocasiones con recuerdos muy felices y educativos. Pero siempre he preferido la libertad a la pasta¡±.
¡°Ha habido momentos de verdadera pobreza. Pero siempre he preferido la libertad a la pasta¡±, asegura
Antes de salir a pasear por los alrededores del pueblo ¡ªdesfilan por el camino robles y fresnos, zarzamoras bien surtidas y un total de dos paisanos en ch¨¢ndal en el espacio de unas dos horas¡ª, Lorenzo se enciende un cigarrillo en el sal¨®n de su casa, un espacio recogido de suelos de cer¨¢mica donde se amontonan los libros junto a un mueble sobre el que asoma una maqueta ferroviaria de factura propia (las otras, luego las mostrar¨¢, las guarda bien cubiertas en el garaje). Este pitillo, justo cuando dan las doce de la ma?ana, es uno de los pocos vicios que se permite. ¡°?Te importa?¡±, pregunta antes de prender el mechero plateado, regalo de un fot¨®grafo de EL PA?S que pas¨® por aqu¨ª a entrevistarle con una periodista hace a?os, y que a¨²n conserva orgulloso. Ya en la calle, sobre el camino de grava, se percata de que no se ha cambiado las zapatillas de andar por casa, las cl¨¢sicas pantuflas marrones de cuadros. Se r¨ªe porque poco importa cuando apenas hay ojos para juzgar, aunque en esta ocasi¨®n tampoco se arredra ante el objetivo de la c¨¢mara que le dispara. Es, se intuye, la clase de imperturbabilidad que aporta haber abandonado con todas las consecuencias la ciudad por el campo, adonde lleg¨® dispuesto a dejar atr¨¢s una carrera en el cine que empez¨® con todas las ganas y acab¨® un poco menos contento, con un saldo final en cuenta de varios cortos y dos largometrajes como director.
Lorenzo el mundillo del cine lo cat¨®, pero termin¨® muy harto. ¡°Hubo tres fases¡±, recuerda. Durante la primera, la de los cortometrajes, se sinti¨® ¡°muy feliz: fue un periodo fant¨¢stico¡±. La segunda, la de las pel¨ªculas independientes por vocaci¨®n y necesidad (¡°no hubo nadie que quisiera sumarse a eso¡±), se liquid¨® con ¡°un desastre comercial¡±. Y la ¨²ltima, la de ¡°Telecinco y tal¡±, se le antoja directamente ¡°asquerosa¡±. Si en la vida real ¡°ni loco¡± volver¨ªa a probar suerte con el celuloide, en Tostonazo ha regresado a aquel imaginario para narrar el viaje Madrid-?vila-Teruel de un cr¨ªo a las puertas de la adultez que por casualidad encuentra su primer trabajo como meritorio en un rodaje y la experiencia le arrastra a conocer a alguna que otra personalidad exc¨¦ntrica ¡ªde tremendos energ¨²menos a enormes vividores¡ª que marcar¨¢ su car¨¢cter y su trayectoria profesional. Todo contado con ramalazos de un humor entre delirante y corrosivo, l¨¢grimas de pena y de risa, con un lenguaje florido que se ha establecido en marca de la casa. ¡°Teniendo el idioma que tenemos, que es la puta madre de Dios¡, pues lo usas un poco, ?no?¡±, bromea. En las ¨²ltimas p¨¢ginas, Lorenzo ofrece de nuevo un final redondo, inesperado, que pasa de esbozar una cr¨ªtica demoledora de los mangoneos de ciertos individuos infames a una sagaz radiograf¨ªa del crudo panorama sociopol¨ªtico patrio. ¡°A m¨ª es que me parece muy entretenido este pa¨ªs¡±, dice como alabanza. ¡°Siempre que me preguntan qu¨¦ libro estoy leyendo, aparecen sobre todo aquellos que est¨¢n interesados en este pa¨ªs¡±.
Entre chuflas y juegos de palabras, como aquel que no quiere la cosa, el costumbrismo de Lorenzo va diseccionando la sociedad actual como una cuchilla bien afilada. Sus personajes remiten a la val¨ªa de l¨ªderes y gestores, a la precariedad laboral y de vivienda o a esa vuelta al campo que de tanto mentarla se encuentra a un tris de transmutarse en eslogan. Miran a los ojos de la soledad, la sociedad poscapitalista y las relaciones afectivas, y proponen reflexiones sobre cuestiones como la ley mordaza y el cambio clim¨¢tico. ¡°Cada vez hacemos m¨¢s por nuestra debilitaci¨®n con tanto necesitar maquinitas y productos y mejunjes y todo eso, y creo que nos va a venir otra pandemia que no sabemos ni c¨®mo se va a llamar¡±, aventura. ¡°Pero tampoco me preocupa demasiado porque, como dicen las series, eso no va a ocurrir ma?ana¡±.
No hace falta rascar mucho en los libros de Lorenzo para que salten a la vista algunos paralelismos entre la persona y sus personajes. Como el protagonista de Los asquerosos, el autor se atrincher¨® del fuego del d¨ªa a d¨ªa en un pueblo perdido de Castilla. Igual que el de Tostonazo, padeci¨® las penurias y degust¨® las alegr¨ªas del cine y, como ya revel¨® en su momento, dej¨® de lado una relaci¨®n poco comedida con el alcohol. Sin embargo, subraya, lo suyo no tiene nada que ver con la autoficci¨®n. ¡°Los huerfanitos [de 2012] trata de un gran problema de pasta y yo tuve un gran problema de pasta, pero ya est¨¢. O, por ejemplo, ha habido ocasiones en las que ha sido m¨¢s prudente permanecer en casa como si fueras un militante del Grapo [alude a su primera novela, Los millones, de 2010, en la que uno gana la Primitiva, pero no puede cobrar porque carece de DNI]¡±, enumera. ¡°Pero es que nunca me gust¨® la ciencia ficci¨®n ni la fantas¨ªa. Es que no me puedo identificar con los del anillo o su puta madre. No puedo entender que una situaci¨®n se resuelva porque aparece un rayo m¨¢gico¡±.
El escritor, que prefiere no tocar el tema de su matrimonio [en su d¨ªa cont¨® a los reporteros de EL PA?S que le dejaron aquel mechero plateado que se ve¨ªa con su mujer cada dos semanas], aclara que no tiene hijos ni mascota, pero que, a pesar de su reticencia a sacarse el carn¨¦ de conducir, no es que viva ni mucho menos desconectado. ¡°Me apasiona la prensa y me apasiona internet. Ahora sabemos m¨¢s de Waterloo que los que estuvieron en Waterloo. Pero no el de Puigdemont, ?eh?¡±, plantea con guasa. Como en la Red cabe de todo, alguna que otra vez se topa, m¨¢s bien intencionadamente, con alg¨²n comentario sobre su persona y su obra. ¡°Todav¨ªa no ha salido el libro y ya hay uno que le ha puesto una puta estrella¡±, se mofa. ¡°Aunque las cr¨ªticas malas no duelen ¡ªno duelen demasiado¡ª, sobre todo porque uno est¨¢ seguro de lo que ha hecho. Cuando te dicen: ¡®Eres un burro¡¯ o ¡®Eres un repipi escribiendo¡¯, puede que digas: ¡®Jo, la verdad es que s¨ª¡¯. Pero al cabo de un rato est¨¢s pensando: si te invitan a una boda, te pones guapo, ?no? Pues si vas a publicar un libro, tambi¨¦n¡±.
Nacido en el que all¨¢ por 1964 era el margen menos agraciado de la r¨ªa de Portugalete (ahora aquellas desigualdades est¨¢n bastante limadas, seg¨²n explica), Lorenzo se mud¨® a Valladolid con su familia a los 16 a?os. All¨ª curs¨® el bachillerato, y de aquella ¨¦poca, calcula, a¨²n se debe de conservar alg¨²n carrete de 36 fotos a color, un par de carteles y un v¨ªdeo grabado sin sonido (por error) de las obras de teatro que montaba, ¡°que no hab¨ªa quien las entendiera¡±. Poco sab¨ªa entonces que unos cuantos a?os m¨¢s tarde, en 2021, subir¨ªa a las tablas, en versi¨®n de Jordi Galcer¨¢n y Jaume Buix¨®, su libro Los asquerosos. ?l rehus¨® participar en la adaptaci¨®n porque piensa que no habr¨ªa estado a la altura. ¡°Habr¨ªa sido una torpeza por mi parte¡±, argumenta. ¡°Me mandaban las versiones sucesivas del libreto y yo ni las le¨ªa. Estaba claro que ellos iban a hacerlo fenomenal, y as¨ª fue¡±. ?Y lo de resarcirse llevando al cine sus propias novelas? Con el proyecto de una pel¨ªcu?la de Los asquerosos en el aire desde hace tres a?os, tampoco se animar¨ªa a hacerse cargo del guion. ¡°Qu¨¦ va, ?te imaginas? ?Ser¨ªa un co?azo! Ser¨ªa volver a hacer lo mismo y, adem¨¢s, no me da la cabeza para pensar en palabras y luego en im¨¢genes. No soy tan bueno¡±.
A la altura de la autov¨ªa, el camino se tuerce de regreso a la aldea. Lorenzo, que invita a parar a probar las moras negras que se contonean en los arbustos, se lo conoce al dedillo, igual que los 18 kil¨®metros a la redonda que alcanza a recorrer a pie en un d¨ªa (con sus 18 de vuelta), del mismo modo que en su d¨ªa, de tanto patear y tanto vivir, acab¨® por aprenderse el callejero de Madrid. All¨ª estudi¨® Imagen y Sonido y ejerci¨® de cineasta autodidacta hasta que le dio por apostarlo todo a la escritura y el ascetismo de la meseta. ¡°Yo no puedo sino ser ateo, pero una m¨ªstica sin Dios la siento todo el tiempo¡±, se?ala. Pateada y vivida Madrid, certifica que no habr¨¢ segunda parte. Pero no niega que guarda grandes recuerdos y cari?o por la ciudad, y desvela que lo ¡°m¨¢s bonito que me va a pasar en mi carrera literaria¡± ocurri¨® cuando este peri¨®dico public¨® un art¨ªculo con una selecci¨®n de novelas para entender Madrid en el que aparec¨ªa Los millones. ¡°Es como decir: ¡®Oye, t¨² estuviste en Madrid y te enteraste de algo¡±.
?Har¨ªa el guion para las pel¨ªculas de sus libros? ¡°Qu¨¦ va, ?te imaginas? ?Ser¨ªa un co?azo!¡±
De su querencia por Castilla, siendo ¨¦l vasco, cree que puede encontrarse una explicaci¨®n en la intuici¨®n de que a todos ¡°nos seducen los contrarios¡±. ¡°Hab¨ªa un bilba¨ªno que se llamaba Unamuno al que sedujo mucho Salamanca; y otro que era de Sevilla, se llamaba Machado y escribi¨® Campos de Castilla¡±, repasa. Si ¨¦l se siente o querr¨ªa andar en la estela de estos u otros escritores, nombres de su generaci¨®n, es algo en lo que no entra. ¡°?Sabes lo que me pasa? Que toda la gente con la que he coincidido en este oficio tiene 15 o 20 a?os menos. Adem¨¢s, si te digo: ¡®Me siento af¨ªn a este¡¯, igual va y manda una carta a la directora¡±.
Lorenzo no revela posibles parentescos literarios ni pone nombres a sus pasiones lectoras, pero ensalza que en Espa?a se est¨¢n haciendo cosas ¡°extraordinarias¡± tanto en el cine como en las letras. Puede que se sienta al margen de todo, pero es que, de verdad, est¨¢ situado al margen de todo. En su burbuja segoviana no hay lugar para relacionarse con el gremio, y su contacto con el mundo editorial se limita casi exclusivamente a los profesionales ligados a Blackie Books. ¡°No saco un libro si no se lo han le¨ªdo ellos¡±.
Llegados a la puerta de su domicilio, el silencio apaciguador del paseo se estampa contra los chirridos del taladro que perfora las paredes de la casa de al lado. No es el primer d¨ªa y parece que tampoco ser¨¢ el ¨²ltimo. Queda el burdo consuelo de que nada es perfecto, incluso para aquellos que han conseguido dedicarse a lo que quieren, donde quieren y encima tienen ¨¦xito. ¡°Cuando llegu¨¦ aqu¨ª yo dec¨ªa: ¡®Pero, t¨ªo, es que aqu¨ª te puedes despe?ar¡¯. O sea, que pod¨ªa haber salido mal¡±, concede. ¡°Pero ahora s¨¦ dos cosas: que cada vez est¨¢ habiendo m¨¢s transferencia a las zonas rurales desde las urbes y que muchos cometen el error de hacerlo y a los seis meses no saben d¨®nde meterse¡±.
Con Lorenzo de vuelta en su casa con sus torres de libros y sus maquetas, y antes de abandonar este pueblo de cuyo nombre no nos acordamos, se despiden el due?o del bar y un parroquiano que, a falta de comida, apura un vaso acodado en la barra. Pasado el cartel, se abre la carretera en direcci¨®n a la mochufa.
¡®Tostonazo¡¯. Santiago Lorenzo. Blackie Books, 2022. 192 p¨¢ginas, 19,90 euros. Sale a la venta el 5 de octubre.
Obras
Literatura. Hoy en día, todas las novelas de Santiago Lorenzo están editadas en Blackie Books, aunque su primer título, Los millones, apareció originalmente con Mondo Brutto en 2010. Después han ido goteando Los huerfanitos (2012), Las ganas (2015), Los asquerosos (2018) y Tostonazo (2022). Entremedias, en 2016, sacó en Autsaider Cómics un libro de relatos, 9 chismes, ilustrado por Mireia Pérez.
Cine. Cuenta el escritor que cuando le invitaron a dar una charla en la Universidad de Salamanca, él sacó a colación uno de sus cortos como ejemplo de lo que no hay que hacer. De sus largos se queda con Mamá es boba (1997), donde sigue por las calles de Palencia a una madre poco avispada a la que engañan para presentar en un canal de televisión local y a su hijo, que sufre bullying. Luego llegó Un buen día lo tiene cualquiera (2007), una revisión tragicómica del problema de la vivienda y una incursión en la industria que dio al traste con sus ganas de hacer cine, aunque ahora regresa a un rodaje en Tostonazo.
Arte. Lorenzo montó en 2009 una exposición en Valladolid y San Sebastián titulada Juguetería, donde exhibió maquetas, piezas de atrezo y enseres “mueblerinos” usados como trucos en sus cintas. La muestra también enseñó obra gráfica que, reza el folleto, habría desquiciado “al mismísimo Salvador Dalí”.
Teatro. Durante su etapa en Valladolid en los ochenta, el escritor realizó varias obras de teatro. Adaptó La voz humana, de Cocteau, con un protagonista masculino y montó Sicario Petrushka, la historia del “secundario de Blancanieves”, o sea, el cazador al que la reina pide que mate a la joven. En Los huerfanitos recrea una obra improvisada por un grupo de hermanos.
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