El testamento de Bruno Latour: un or¨¢culo de las mutaciones
El ensayo ¡®?D¨®nde estoy? Una gu¨ªa para habitar el planeta¡¯, plantea que la Tierra es el resultado del trabajo de los seres vivos por adaptarlo a sus necesidades, y el ser humano debe frenar su impacto
Ha muerto Bruno Latour, el ¨²ltimo gran fil¨®sofo de la ciencia, c¨¦lebre e incomprendido a partes iguales. Un pensador en el umbral de un planeta mutante, de una ¨¦poca delirante y convulsa, que nos invita a desconfiar de ciertas ideas arraigadas en la modernidad, como las de crecimiento econ¨®mico, progreso o dominio de la naturaleza. Su mensaje es claro: vivir en la ¡°zona cr¨ªtica¡± exige contribuir a su habitabilidad.
Como testamento literario, Latour nos ha dejado ?D¨®nde estoy?, un ensayo en forma de cuento, inspirado en La metamorfosis, de Kafka. Todos somos Gregor Samsa. El planeta y nuestros cuerpos est¨¢n mutando. No hay aqu¨ª una causa y un efecto. El clima muta, el virus muta, nosotros mutamos. La rabia es mineral, estallan las sinapsis, mugen los ¨¢rboles encadenados. Entre todos hemos enrarecido el ambiente. La Tierra empieza a ser un lenguaje calcinado. Nos miramos en lo que vemos.
El cambio es una oportunidad para saber c¨®mo es la Tierra y qu¨¦ clase de libertad se requiere para que siga siendo habitable
Una gu¨ªa para habitar el planeta, dice el subt¨ªtulo. La ¨²ltima crisis de salud global, el miedo colectivo, se encuentra incrustado en otra crisis m¨¢s amplia: la del Nuevo R¨¦gimen Clim¨¢tico. Pero no todo es negativo. El cambio es una oportunidad para comprender d¨®nde vivimos, qu¨¦ tipo de lugar es la Tierra y qu¨¦ clase de libertad se requiere para que siga siendo habitable para nosotros y el resto de los seres.
En la visi¨®n de Latour, la Tierra ha dejado de ser un medio al que adaptarse. El darwinismo falla en el planteamiento. El planeta es el resultado del trabajo ininterrumpido de bacterias, l¨ªquenes, ¨¢rboles, algas, abejas, babuinos y pulpos por adaptar el medio a sus necesidades. Una trama que ha sabido hacerlo muy bien y ha creado sus propias condiciones de existencia. Hasta la ceguera humana por la producci¨®n y el progreso indefinidos. En tiempos de Galileo, los objetos no ten¨ªan capacidad de acci¨®n, no eran ¡°agentes¡±, sino meros mecanismos inertes. El mundo estaba hecho de cosas sumisas que obedec¨ªan leyes. Lo vivo, la subjetividad, la imaginaci¨®n y el deseo no eran los constituyentes del mundo. Hoy todo ha cambiado. La modernidad est¨¢ muerta. Con la covid y el cambio clim¨¢tico el mundo parece vivo. Seguimos pensando seg¨²n el mundo de antes, pero la cosmolog¨ªa moderna ya no se sostiene.
El progreso ha sido hasta ahora ciego. No sabe d¨®nde va. Es hora de frenar, de reconducir. Tierra o Gaia debe organizar el horizonte pol¨ªtico. Mientras tanto, algunos tecnobillonarios hacen todo lo posible para que nos evadamos de ella (Metaverso) o nos larguemos a otro planeta (SpaceX). ¡°Tierra ejerce una autoridad que traspasa, perturba, interrumpe, cuestiona los modos de soberan¨ªa de los Estados-naci¨®n¡±. Estamos confinados en Gaia, pero no es una c¨¢rcel, al contrario, es la placenta sin la cual no ser¨ªa posible la vida humana. La Tierra, contra lo que se suele creer, no es ¡°natural¡±, sino ¡°artificial de cabo a rabo¡±, la hemos hecho todos los seres vivos. ¡°Vibras con ella tanto en la ciudad como en el campo¡±.
Para entender a Latour hay que entender primero su modo de leer la ¨¦poca moderna, la era de los laboratorios. Los modernos, como el hombre blanco, ¡°tienen lengua de serpiente¡±. Dicen una cosa y hacen otra. Separan la naturaleza de la cultura, el ser humano (consciente y libre) del resto de las cosas (inconsciente y mec¨¢nico). Ese es el fundamento de la modernidad, instaurado por Descartes. A continuaci¨®n, los modernos producen continuamente objetos h¨ªbridos, hechos de naturaleza y cultura. Latour lo examin¨® de cerca. Durante dos a?os realiz¨® una investigaci¨®n de campo en el laboratorio del que saldr¨ªa la ¡°endorfina¡±. En los laboratorios es donde se produce lo objetivo. El problema es que lo que Latour entiende por objetivo, no es lo que entiende la gente com¨²n. Lo objetivo no es la realidad real, lo objetivo es lo que ha sido hecho objeto, y para ello ha hecho falta mucha cultura. De ah¨ª que algunos se aventuren a decir que lo objetivo es el consenso de los expertos. El objeto as¨ª conseguido es natural y no lo es. Tambi¨¦n es cultura: aparatos, teor¨ªas, egos, competitividad y promesas, financiaci¨®n. Tiene una naturaleza h¨ªbrida. Surge entonces la pregunta: ?c¨®mo se puede decir, en una misma frase, es fabricado y es natural?
El misterio de la ciencia puede estudiarse emp¨ªricamente. Latour observa en el laboratorio c¨®mo en pocas horas se pasa del ¡°no sabemos qu¨¦ son las endorfinas¡± a ¡°las endorfinas son un hecho establecido¡±. Poco queda aqu¨ª del m¨¦todo cient¨ªfico. Todo son parches y recursos para estabilizar el objeto, en el que se ha puesto el foco de atenci¨®n. En la reci¨¦n nacida endorfina hay algo de pol¨ªtica, algo de ego y algo de competici¨®n cient¨ªfica.
El laboratorio es ese lugar completamente artificial donde se descubren cosas. Pero no se descubren, se fabrican. Nacen d¨ªa a d¨ªa. Al ser artificial, el laboratorio puede establecer hechos seguros, verificables. Latour se entusiasma. En una entrevista con Nicolas Truong comenta: ¡°Me apasiona. Uno llega cargado con la epistemolog¨ªa cl¨¢sica, con la Ciencia en may¨²scula, y ve algo maravilloso. C¨®mo de un lugar completamente artificial, un sitio raro y concreto, surge el descubrimiento de algo universal, mediante el cual se llega a certezas. El laboratorio permite una contradicci¨®n admirable. Es donde se produce la objetividad, y est¨¢ fabricado. Y la endorfina, que era un hecho incoativo, te permite hablar en su nombre y decir: la endorfina es esto. Y el hecho de que sea una producci¨®n subjetiva, el hecho de que haya una empresa detr¨¢s, las pol¨¦micas entre los colegas, todo eso desaparece. Se convierte en un hecho establecido. Habla por s¨ª mismo. Como si la ciencia no tuviera que ver con lo social o la pol¨ªtica¡±.
La sociolog¨ªa de la ciencia de Latour, que tiene medio siglo, no ha trascendido en absoluto entre los cient¨ªficos. El motivo es la hegemon¨ªa de la Ciencia may¨²scula, justificada en la idea de un m¨¦todo cient¨ªfico todoterreno y universal. ¡°La idea de que me pongo una bata blanca y todo lo que diga ser¨¢ Ciencia con may¨²scula¡±. Latour pretende reconducir las ciencias en abstracto (from nowhere) a la red en la que se producen las pr¨¢cticas cient¨ªficas, donde est¨¢n en juego incontables factores extracient¨ªficos.
Las ideas de Latour no han tenido eco porque los cient¨ªficos no quieren. Ellos pretenden ejercer su hegemon¨ªa sobre otros discursos, ya sean pol¨ªticos, filos¨®ficos o religiosos
Las ideas de Latour no han tenido eco porque los cient¨ªficos no quieren. Ellos pretenden ejercer su hegemon¨ªa sobre otros discursos, ya sean pol¨ªticos, filos¨®ficos o religiosos. ¡°La palabra cient¨ªfico es una lanza de ataque¡±. Frente a esa actitud, Latour propone un pensamiento que custodie la pluralidad de los diversos modos de existencia. Entre ellos, el de personajes literarios como Lucien de Rubempr¨¦, que ¡°se sostienen¡± gracias a la escritura minuciosa de Balzac, la ingesta continua de caf¨¦ y filetes. Y hay otros modos de la verdad, como el jur¨ªdico, que se acepta como un modo de verdad aparte, paralelo, que no busca la hegemon¨ªa. De hecho, cualquier tipo de objetividad es local. Hay una verdad de la t¨¦cnica, lo que funciona: los ingenieros quiebran continuamente las verdades cient¨ªficas.
¡°La Ciencia may¨²scula, que busca imponer su hegemon¨ªa, es un crimen¡±. El ¨²ltimo Latour habla fuerte y claro. Sabe que la vida se acaba. Ya no se protege con una ret¨®rica enrevesada, muy del gusto franc¨¦s. La ciencia es una empresa modesta y local. La Ciencia may¨²scula es avasalladora, imperial, una amenaza para las libertades y para el planeta. Al final de la entrevista con Truong, Latour, que ha tocado muchos palos (sociolog¨ªa, derecho, pol¨ªtica e historia de la ciencia), se define como fil¨®sofo. La tarea del fil¨®sofo es custodiar los diferentes modos de existencia de la verdad, las diferentes objetividades y racionalidades. Mediar para que no se devoren, detectando errores de categor¨ªa, delimitando competencias. Con ello pretende lo imposible: la convivencia armoniosa entre diferentes modos de la verdad. En filosof¨ªa, fracasar no es perder.
?D¨®nde estoy? Una gu¨ªa para habitar el planeta
Autor: Bruno Latour.
Traducci¨®n: Juan Vivanco Gefaell.
Editorial: Taurus, 2022.
Formato: tapa blanda (176 p¨¢ginas, 17 euros) y e-book (7,59 euros).
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