‘Todas las canciones de amor’: memorable interpretación de Eduard Fernández en el teatro
El actor despliega un arsenal de matices, registros y emociones en un monólogo en el que se mete en la piel de una mujer
Es memorable la interpretación de Eduard Fernández en este espectáculo. No tanto porque se meta en el papel de una mujer, sino por la cantidad de matices, registros y emociones que despliega durante la hora y media de función. Desde el primer minuto hasta el último, los espectadores no vemos a un actor haciendo de mujer, sino a un personaje que en realidad son dos: una madre y su hijo a la vez.
Se trata de una versión de la obra Todas las canciones de amor, del dramaturgo argentino Santiago Loza, retocada por el propio autor a la medida de Eduard Fernández. Su protagonista es una mujer de mediana edad que recuerda su vida como madre, esposa y ama de casa a la antigua usanza mientras espera el regreso de su hijo después de largos a?os de ausencia. Originalmente, Loza concibió la pieza como un monólogo para una actriz y así se estrenó en 2016 en Buenos Aires, pero esta nueva puesta en escena le da más vuelo con una vuelta de tuerca metateatral: el hijo interpreta a la madre. Es decir, hay dos capas: vemos al personaje principal encarnado en otro personaje, de forma que ambos están presentes en escena simultáneamente en un mismo cuerpo. Ellos y su vínculo maternofilial.
La jugada era arriesgada, pero ha resultado maestra. Le ha dado más profundidad al texto original, atravesado por un bello aliento literario pero también por algunos clichés sobre los conceptos “madre”, “esposa”, “marido patriarcal” o “padre autoritario”. Al meterle una capa más al personaje, todo eso se llena de matices. Aún más si tenemos en cuenta que la madre que construye el actor se inspira en su verdadera madre, que murió por covid en los inicios de la pandemia y de la que no pudo despedirse. Y que el hijo que evoca es él mismo. Pero no hace falta saber ese dato para disfrutar con su interpretación. Se sostiene por sí sola.
El personaje aparece en escena primero como hijo. Lo vemos fugazmente, casi en penumbra. Después de un oscuro, sale ya como madre. Una mujer sola en su cocina cuya historia vamos descubriendo de manera desordenada, de la misma forma que brotan los recuerdos. También nos vamos dando cuenta de que ese caos se debe a algún tipo de alteración de la memoria. Demencia senil, alzhéimer… no se dice, pero se intuye. Lo vemos en el cuerpo del intérprete, en sus manos, su mirada, su manera de andar. Siempre contenido y huyendo del sentimentalismo, pero intenso al mismo tiempo. El actor consigue lo más difícil: que no veamos a Eduard Fernández en ningún momento, tampoco a un hombre ni a una mujer, sino al personaje teatral. Ese que él ha construido para nosotros y que habita en una dimensión más allá de la realidad y de la ficción. Una dimensión poética.
El trabajo de Eduard Fernández es lo que más llama la atención de este espectáculo. Lo que los espectadores el público comentan nada más terminar la función. Pero merece se?alarse también la sutil dirección de Andrés Lima. Subraya la interpretación del actor sin avasallarla. Con sonidos, una grieta en la pared, canciones y breves proyecciones sobre los muros de la cocina donde se desarrolla la función y donde ha transcurrido gran parte de la vida de la protagonista. Es emocionante la escena en la que la madre recuerda a su ni?o sentado a la encimera observándola mientras ella cocina y, de pronto, el ni?o aparece proyectado en la pared, mirándola como entonces. Así funciona la memoria: con imágenes vívidas. Por eso lloramos al recordar el pasado.
Todas las canciones de amor
Texto: Santiago Loza. Dirección: Andrés Lima. Intérprete: Eduard Fernández. Teatros del Canal. Madrid. Hasta el 12 de febrero. Próximas fechas en gira: Sevilla, ..
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