Quentin Tarantino: una clase magistral de cine sin pelos en la lengua
En ¡®Meditaciones de cine¡¯, el director de ¡®Pulp Fiction¡¯ y ¡®?rase una vez en... Hollywood¡¯ analiza las pel¨ªculas que le marcaron en su adolescencia y en su carrera. Y no duda en repartir cr¨ªticas y atacar o ensalzar a compa?eros
A los siete a?os, en 1970, Quentin Tarantino vio en una sesi¨®n doble en el cine Tiffany en Los ?ngeles, Joe, ciudadano americano, de John G. Avildsen, y ?D¨®nde est¨¢ pap¨¢?, de Carl Reiner. A los siete a?os. No comprendi¨® del todo ambos filmes. Es m¨¢s, se durmi¨® de la mitad al final en el drama de Avildsen, disfrut¨® de la segunda pel¨ªcula y a la vuelta a casa su madre (¡±Quentin, a m¨ª me preocupa m¨¢s que veas las noticias. Una pel¨ªcula no va a hacerte da?o¡±, le dijo una vez) y su padrastro le contaron en el coche lo que se hab¨ªa perdido. As¨ª arranca Meditaciones de cine (Reservoir Books), el libro al que dedic¨® su energ¨ªa durante el confinamiento el ganador de la Palma de Oro de Cannes y de dos premios Oscar por los guiones de Pulp Fiction y Django desencadenado, es decir, sendas estatuillas por sus libretos, curioso acierto de la Academia para un tipo que empez¨® a escribir antes de cine que a rodarlo. Son esas pel¨ªculas, las que vio con su madre, con parejas de su madre, con compa?eros del piso en el que viv¨ªan o cuando se colaba en las salas, salt¨¢ndose los l¨ªmites de edad gracias a su altura, las que conforman el motor de un libro que se entiende mejor en su t¨ªtulo original, Cinema Speculation.
Porque Tarantino no solo habla de ese cine, t¨ªtulos del Nuevo Hollywood, comedias, explotation, serie B y s¨ª, alguna ganadora del Oscar, sino que los relaciona. Gracias a su infinito conocimiento (logrado posteriormente por su pasi¨®n y por su trabajo en un videoclub, aunque este libro habla de una ¨¦poca anterior), a su intuici¨®n y a, lograda su fama, su acceso a los creadores. Y refleja valent¨ªa cuando sienta c¨¢tedra: el cineasta no toma prisioneros, no contemporiza ante autores vivos o muertos, estrellas o desconocidos. Un ejemplo es su autopsia de la carrera de Steve McQueen, al que llega por Bullit: ¡°Una de las razones de su popularidad, de su imagen del rey del cool y su incuestionable carisma, fue que ¨¦l, entre los tres grandes (Newman, McQueen y Beatty), hizo mejores pel¨ªculas [...]. A McQueen no le gustaba leer. Posiblemente no ley¨® un libro en su vida por voluntad propia [...]. No era analfabeto, le¨ªa revistas de coches, y no es que no fuera inteligente. ?Qui¨¦n le¨ªa el material, pues? Neile McQueen [su primera esposa]. De su importancia en el ¨¦xito de Steve como estrella de cine, todo lo que se diga es poco¡±. Porque Tarantino habl¨® con Neile, y ha charlado con Walter Hill, que le asegur¨®. ¡°Steve, si bien era un buen actor, no se ve¨ªa solo como actor [a diferencia de Paul Newman]. Se ve¨ªa como estrella de cine, y esa era una de sus caracter¨ªsticas m¨¢s cautivadoras¡±.
Tarantino escribe como habla, a r¨¢fagas de ametralladora ¡ªexcepcional labor la del traductor, Carlos Milla Soler, que ha protegido ese ritmo¡ª como se le puede escuchar en su podcast Video Archives, realizado con su compa?ero de escritura Roger Avary. Disfruta con sus recuerdos: ¡°Mi madre me llev¨® a ver en una de sus citas Grupo salvaje y Deliverance (Defensa) con 11 a?os [...]. Algunos padres ni siquiera quer¨ªan que yo jugara con sus hijos en el colegio por las que pelis que ve¨ªa y de las que hablaba [...]. Para que conste, cuando cuento que las vi a los 11 a?os ¡ªentonces y ahora¡ª estoy alardeando, ?claro que estoy alardeando, joder!¡±. Y sabe situarse como artista. Por ejemplo, en las comparaciones. Como cuando explica que Sam Peckinpah y Don Siegel eran maestros del cine de g¨¦nero, pero que no las hac¨ªan como Jean-Pierre Melville, ¨¦l mismo, Walter Hill, John Woo... ¡°Como estudiosos del cine de g¨¦nero, lo hacemos porque nos encanta. Ellos dos hac¨ªan pel¨ªculas de g¨¦nero porque se les daba bien y porque para eso los contrataban los estudios¡±. Tambi¨¦n disfrut¨® de una condici¨®n singular como espectador: vio ese cine de los setenta en salas de barrio de Los ?ngeles, en sesiones en las que en muchas ocasiones era el ¨²nico blanco entre el p¨²blico afroamericano.
Eso le permite a?adir un tono social a sus comentarios, fundamental cuando encara, por ejemplo, Harry el Sucio y Deliverance. Entiende lo que significaron en su momento y ahora. ?Es Harry el Sucio una pel¨ªcula fascista? En su estreno, as¨ª la calificaron los cr¨ªticos (a los que dedica, aparte, una decena de deliciosas p¨¢ginas). ¡°Siegel describi¨® su personaje como un ¡®hijo de puta racista¡¯. Sin embargo, ese no es el personaje de la pel¨ªcula que hizo. En el filme Harry puede ser pol¨ªticamente incorrecto, pero no es un ¡®hijo de pura racista¡¯. La pel¨ªcula ser¨ªa mejor ¡ªo, al menos, m¨¢s seria¡ª si de verdad lo fuese. Pero entonces ser¨ªa Taxi Driver¡±. Tarantino va m¨¢s lejos, habla de c¨®mo Siegel lo us¨® para reflejar su batalla contra los estudios, y que Harry est¨¢ traumatizado con la ¨¦poca que le ha tocado vivir: de ah¨ª su enganche en taquilla con muchos estadounidenses blancos: ¡°Lo que Nixon llam¨® la mayor¨ªa silenciosa estaba asustada. Asustada de una Am¨¦rica que no reconoc¨ªa y de una sociedad que no entend¨ªa. La cultura juvenil estaba relevando a la cultura popular. Si uno ten¨ªa menos de 35 a?os, eso estaba bien. Pero si uno era mayor, quiz¨¢ no¡±. Analizando incluso secuencias, Tarantino concluye: ¡°Es un filme agresivamente reaccionario¡±.
Tampoco se asusta ante Taxi Driver, Martin Scorsese y Paul Schrader, al que define como magn¨ªfico guionista, pero mal escritor de g¨¦nero. Encara Taxi Driver desde el paralelismo que ejecutaron sus creadores con Centauros del desierto; desde lo que contaba de la sociedad y las trampas que escond¨ªa (no exist¨ªan chulos blancos como el que encarna Harvey Keitel, pero Columbia se asust¨® con la idea inicial de que fuera negro); compara la versi¨®n de esta historia que hubiera dirigido Brian de Palma, que tuvo el libreto en sus manos, e ilumina los l¨ªmites que Scorsese asumi¨® por un bien mayor, su obra.
Esos l¨ªmites son las fronteras f¨ªlmicas y sociales que Tarantino siempre ha querido derribar. Habla con hast¨ªo del cine moralina de los estudios en los ochenta, lo que le sirve para, en contraposici¨®n, alabar la valent¨ªa de Ken Russell (¡°Ning¨²n director ha tenido sus huevos¡±) o la de Pedro Almod¨®var (le fascina la secuencia inicial de Matador): ¡°Mientras yo ve¨ªa a mis h¨¦roes, los inconformistas de los a?os setenta, capitular por conservar sus empleos, la temeridad de Pedro pon¨ªa en rid¨ªculo sus calculadas concesiones¡±. Hay, por cierto, mucho cine espa?ol en el volumen. Tarantino sabe de cine. Y entiende la farragosa lucha por crear de los autores. Por eso, alaba al Sylvester Stallone guionista. Y reconoce sus deudas, las que le llevan a una coda final muy personal al hombre que le inspir¨® para escribir Django desencadenado. Se antoja dif¨ªcil que haya un mejor libro de cine en 2023 que este arrebatado Meditaciones de cine. A no ser que Quentin publique una segunda parte.
¡®Meditaciones de cine¡¯. Quentin Tarantino. Traducci¨®n de Carlos Milla. Reservoir Books, 2023. 418 p¨¢ginas. 21,90 euros.
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