Valoro a los carceleros por su sentido del humor
Ili¨¢ Val¨¦rievich Yashin, pol¨ªtico ruso condenado a ocho a?os y medio de prisi¨®n por hacer p¨²blicos los cr¨ªmenes de Bucha y criticar la invasi¨®n de Ucrania, escribe desde su encierro textos de diversa naturaleza. Entre ellos destacan, al margen de otras reflexiones pol¨ªticas, la narraci¨®n de sus vivencias y el relato del mundo carcelario
2 de febrero de 2023
Mi condena es de 8 a?os y seis meses, a cumplir en una colonia correccional. Este es valor que le han merecido al Estado varias de mis frases dichas contra la guerra. Lo cierto es que, incluso seg¨²n los par¨¢metros de nuestra ¡°justicia¡±, la condena se me antoja inhumana. Aunque su proporci¨®n se muestra evidente en el contexto de otras sentencias.
Tenemos, por ejemplo, a Seriozha, de la ciudad de Votkinsk, Udmurtia. Un joven muchacho que a¨²n no tiene ni treinta a?os. La primera condena le cay¨® siendo todav¨ªa un menor, cuando se las tuvo con un vecino al que le regal¨® una cuchillada. El vecino fue a parar al hospital con su sangrante herida, en cambio Seriozha se fue a visitar el trullo. Tras salir en libertad se aficion¨® a desvalijar tiendas. En suma: lo agarraron mientras se llevaba varias botellas, un salchich¨®n y un queso fresco. Y le cay¨® un a?o m¨¢s de c¨¢rcel.
Seriozha asegura que, en libertad, ha intentado seriamente sentar cabeza. Se emple¨® en una obra. Y se ganaba un plus como cargador. Pero¡ A Seriozha a veces se le funden los plomos y pierde los estribos. No se acuerda de c¨®mo se present¨® en la casa, donde vive con su madre. No recuerda como le sac¨® a golpes la pensi¨®n que ella antes hab¨ªa puesto a buen recaudo. Ni se acuerda de c¨®mo la machac¨® con manos y pies.
A Seriozha le cayeron ocho a?os.
Medio a?o menos que a m¨ª.
20 de febrero de 2023
Siempre me he preguntado de d¨®nde sacaba el cineasta Balab¨¢nov los personajes de sus filmes. Todos estos siniestros bandidos, g¨¢nsteres de provincias, dinosaurios de los novena. Aunque en realidad no han desaparecido para nada.
De Nizhni N¨®vgorod a Mosc¨² viaj¨® conmigo en el vag¨®n ¡°Stolipin¡± un tal Kolia. Un tipo hecho un gui?apo, con el pelo revuelto y en traje de deporte. Result¨® que ¨¦ramos de la misma edad, aunque por su aspecto superaba en un buen trecho los cincuenta. Fumando sin parar, estaba dispuesto a pasarse horas hablando de su vida.
Creci¨® en el Lejano Oriente, acab¨® a duras penas la escuela e hizo la mili en infanter¨ªa de marina. Tras licenciarse se pas¨® dos meses cocido y finalmente un d¨ªa ¡°lo camelaron los abuelos¡±. Viaj¨® con los muchachos por alg¨²n asunto, trapiche¨® en mercados, cobr¨® pagos a alg¨²n ricacho. Pero, maldita suerte, pring¨® en el primer asunto serio.
La banda dio con un comerciante que guardaba una cantidad considerable de billetes. Los muchachos asaltaron la casa, lo ataron a una silla¡
¡°Bueno, lo castigamos algo, hasta que nos dio el c¨®digo de la caja¡± ¨Dme cuenta Kolia, mostr¨¢ndome con gestos como estrangulaba a la v¨ªctima.
El bot¨ªn result¨® ser notable: m¨¢s de cien mil d¨®lares. Pero mientras los ladrones se las ten¨ªan con la caja fuerte, el empresario consigui¨® desatarse y se lanz¨® entre gritos hacia la ventana. Kolia describe vehementemente c¨®mo trataron de maniatar de nuevo al comerciante y taparle la boca...
¡°La cosa es que le serr¨¦ la cabezota ¨Dcomenta en un suspiro¨D. As¨ª fue la cosa¡±.
Y as¨ª hubiera acabado todo, si no fuera que uno de los g¨¢nsteres perdi¨® un guante, cosa que permiti¨® descubrir sus huellas. Y Nikol¨¢i acab¨® entre rejas 13 a?os.
Encerrado en la colonia penitenciaria, nuestro cortacabezas inici¨® un romance. La mujer de Tiumen lo visitaba en la colonia y qued¨® embarazada, de modo que cuando sali¨® en libertad a Kolia lo esperaba una esposa y una hija peque?a.
Junto con su esposa, el expreso se hizo con un negocio: ¡°trapiche¨¦ con trapos chinos¡±. Pero la se?ora no result¨® ser fiel: ¡°se lio con uno y empez¨® a limpiarme¡±. Kolia se gan¨® su segunda condena, ¡°por haberle sacudido un poquillo¡± a la se?ora, que fue a ¡°chivarse a la pasma¡±.
Mientras estuvo encerrado, la mujer lo vendi¨® todo y se larg¨® a otra ciudad. Nikol¨¢i dio con ella, le reclam¨® su parte y la amenaz¨® con quitarle la criatura. Entonces la esposa lo denunci¨® a la polic¨ªa acus¨¢ndole de pedofilia: seg¨²n la mujer, Kolia hab¨ªa abusado de su hija. De modo que, muy buenas, de nuevo a la c¨¢rcel. El instructor le quiere endosar 15-18 a?os de r¨¦gimen severo.
Mi contertulio fuma y calcula, lanzando anillo tras anillo de humo, para cuando saldr¨¢ del talego. Se queja de que ¡°es duro estar encerrado por una causa tan infame¡±.
Yo miro al suelo.
¡°Me ir¨¦ a la guerra, creo¡± ¨Da?ade en un suspiro.
¡°Te van a matar¡± ¨Dle digo.
¡°Pero si ya estoy muerto¡±.
6 de marzo de 2023
Estoy entre rejas desde hace casi ocho meses y cada vez m¨¢s a menudo me planteo la pregunta: ?ha valido la pena? ?No lamentas haberte quedado en Rusia? Confi¨¦salo de una vez: ?si pudieras rebobinar habr¨ªas preferido emigrar en lugar de ir a parar a la prisi¨®n?
Si he de ser sincero, plantear as¨ª el problema me pone en un callej¨®n sin salida. ?Qu¨¦ tendr¨ªa que lamentar?
Experimento un enorme apoyo de la gente y mi vida est¨¢ llena de sentido. Comprendo que la verdad est¨¢ de mi parte y todos quienes me rodean lo entienden as¨ª, incluidos los presos y los carceleros. Se enriquece mi experiencia de la vida, que me hace m¨¢s fuerte, m¨¢s sabio y, por extra?o que parezca, m¨¢s buena persona. Y lo m¨¢s importante, vivo en armon¨ªa conmigo mismo.
Claro que las dificultades de la vida no ayudan. Y s¨ª: me gustar¨ªa abrazar a los m¨ªos, noto la falta de contacto con la Naturaleza y de las relaciones sociales, as¨ª como de alguna que otra peque?a alegr¨ªa dom¨¦stica. Pero s¨¦ con toda seguridad que si hubiera huido, me habr¨ªa sentido desgraciado, emocionalmente mutilado y alguien que habr¨ªa perdido el respeto hacia s¨ª mismo.
Casi cada d¨ªa me repito para mis adentros las estrofas de Yuri Levintanski, versos que riman con mi filosof¨ªa de la vida:
Cada uno elige
la mujer, la religi¨®n y el camino.
Cada uno elige
servir al diablo o al profeta.
Cada uno elige
la palabra para el amor o el rezo.
La espada para el duelo o el hierro para la batalla,
cada uno elige.
Cada uno elige
el escudo y la malla, el callado o el arma.
Cada uno elige el precio de su destino.
Y yo elijo como s¨¦,
no herir a nadie.
Cada uno elige
P.S. Como antes me hallo en
§³§ª§©§° (Centro de Instrucci¨®n)-4 ?§®§Ö§Õ§Ó§Ö§Õ§î? (¡°El oso¡±)
Y se me puede escribir a trav¨¦s de
FSIN-carta:
https://fsin-pismo.ru/new/main/create/letter/department
§Ô. §®§à§ã§Ü§Ó§Ñ (Ciudad de Mosc¨²)
§³§ª§©§°-4 ?§®§Ö§Õ§Ó§Ö§Õ§î? [Centro de Instrucci¨®n-4 ¡°El oso¡±]
A nombre de §Á§ê§Ú§ß §ª§Ý§î§ñ §£§Ñ§Ý§Ö§â§î§Ö§Ó§Ú§é [Yashin, Ili¨¢ Val¨¦rievich]
13 de marzo de 2023
Durante el a?o pasado nos hemos adaptado al mal y empezamos a acostumbrarnos a la desgracia. Cada vez m¨¢s, las noticias que deber¨ªan sorprendernos no provocan m¨¢s que un hondo suspiro. Lo noto en mi propia piel, que se ha convertido en una suerte de coraza. Como si todo ya hubiera ocurrido y ya nada ni nadie te puede sorprender; las emociones se han apagado.
Pero no.
Las noticias alcanzan lentamente mi celda. Y literalmente hace pocos d¨ªas me ha llegado la historia de Masha, la ni?a de la ciudad de Efr¨¦mov que hizo en la clase de dibujo un cartel contra la guerra. El maestro y el director de la escuela la denunciaron a la polic¨ªa. De resultas de todo ello, han encerrado a Masha en un reformatorio, y han arrestado al padre, su ¨²nico progenitor.
He le¨ªdo varias veces la noticia y, lo juro, me siguen temblando las manos. Es algo que sencillamente no me cabe en la cabeza. Una criatura a la que separan de su familia por un dibujo. Un padre, a quien privan de su hija porque la educa como una persona bondadosa y pac¨ªfica. Los denunciantes, los maestros, que se protegen para salvar el pellejo y se muestran fieles a su Estado. Se dir¨ªa que hemos amanecido en una realidad siniestra con martillos desfilando, como en la canci¨®n de Pink Floyd.
En la primavera del a?o pasado, mi colega, la diputada Elena Koti¨®nchkina, dijo en una sesi¨®n que Rusia se desliza por la pendiente del fascismo. Declaraciones que provocaron una reacci¨®n de verdadera histeria. El presentador Soloviov se desga?itaba en la tele, los diputados Khinshtein y Leonov inundaron la fiscal¨ªa de denuncias, y Bastrykin le abri¨® una causa penal. A Lena solo la salv¨® del arresto su urgente fuga al extranjero, y hasta hoy sigue en b¨²squeda y captura.
Pero lo curioso es que nuestros representantes del poder y propagandistas se ofenden mucho cuando los comparan con los fascistas. Se enfurecen hasta el crujir de dientes. Por lo dem¨¢s, sinceramente, les he de decir que a m¨ª tampoco me gusta abusar de la palabra ¡°fascistas¡±.
Pero, tras 24 a?os de gobierno de Putin, quisiera preguntarle a este poder: ?y qui¨¦nes sois si no unos fascistas?
?Bombardear un pa¨ªs que quiere librarse de vuestra ¡°fraternal tutela¡± ¨C ?esto no es fascismo?
?Matar y encerrar a quienes no coinciden con vosotros no es fascismo?
?Desposeer de sus hijos a tus enemigos en la guerra? ?Y prohibir los libros y los espect¨¢culos de los autores que no te gustan?
?Y llenar las cabezas de los escolares de basura militarista?
Miraros al espejo. Miraros y horrorizaros.
23 de marzo de 2023
El marzo pasado los servicios de seguridad informaron de la primera detenci¨®n fruto de la nueva ley ¡°Sobre la censura militar¡±. El caso era algo extra?o: el acusado era un polic¨ªa, Sergu¨¦i Vedel (Klokov), quien, al parecer y seg¨²n las escuchas de sus colegas, hab¨ªa criticado la guerra en una conversaci¨®n telef¨®nica. Pocos entendieron qu¨¦ quer¨ªa decir el caso (yo incluido).
Pero, pronto empez¨® a caer un aluvi¨®n de causas ¡°anti militares¡±. De manera que la de Sergu¨¦i qued¨® aparcada. Entre tanto, el hombre se pas¨® m¨¢s de un a?o en prisi¨®n condicional. El caso es que hace unos d¨ªas nos conocimos; me le¨ª las conclusiones de la acusaci¨®n, me enter¨¦ de los detalles. Y, la verdad, amigos, no se me ocurren m¨¢s que expresiones impronunciables para referirme a esta historia. Un caso demoledor.
Vedel trabajaba de conductor con un jefe de la c¨²pula del Ministerio del Interior. Un mes antes de que comenzara la guerra, pincharon el tel¨¦fono de Sergu¨¦i. Es posible que el seguimiento se debiera a que su jefe estuviera relacionado con alguna historia de corrupci¨®n. O puede que la raz¨®n fuera que Sergu¨¦i hab¨ªa nacido en Ucrania. Y aunque viv¨ªa en Rusia desde 1977, es m¨¢s que probable que hubiera ca¨ªdo en una lista de sospechosos.
Vedel pas¨® su infancia en la tristemente conocida ciudad de Bucha, donde hasta hoy vive su padre. Como es natural, tras el inicio de la guerra el hombre llamaba a sus familiares, v¨ªctimas de los bombardeos rusos. El 9 de marzo, por ejemplo, habl¨® con su padrino y su t¨ªo, mientras nuestro ¡°camarada capit¨¢n¡± escuchaba y tomaba nota. A las veinticuatro horas, el oficial escribi¨® un informe seg¨²n el cual en el curso de una conversaci¨®n telef¨®nica Sergu¨¦i realiz¨® una serie de delitos. A saber:
1) Neg¨® que ¡°el r¨¦gimen de K¨ªev fuera nazi¡±
2) Declar¨® que la explosi¨®n en el edificio cercano a Rostov fuera ¡°una provocaci¨®n realizada para justificar la intervenci¨®n de las tropas rusas en el territorio de Ucrania¡±.
3) Afirm¨® que ¡°el objetivo de la Operaci¨®n Militar Especial [OME] era cambiar el poder en Ucrania¡±.
4) E inform¨® de ¡°las grandes p¨¦rdidas por parte de los rusos durante los primeros d¨ªas de la OME¡±
Pasada una semana de esta charla, se instruy¨® contra Vedel una causa penal relacionada con la difusi¨®n p¨²blica de informaciones falsas sobre las acciones del ej¨¦rcito ruso. En el primer interrogatorio, su abogado se?al¨® una evidente contradicci¨®n: no se puede considerar p¨²blicas unas conversaciones telef¨®nicas privadas. Sin embargo, el instructor logr¨® resolver el problema. El ¡°camarada capit¨¢n¡± se convirti¨® en testigo de la conversaci¨®n realizada ¡°en cumplimiento de su deber¡±. Y, al o¨ªr aquello (cito), experiment¨®: ¡°un sentimiento de alarma, miedo e indefensi¨®n por parte del Estado¡±. Y est¨¢ claro que, como existi¨® un testigo de la conversaci¨®n, ya no se trataba de algo privado, sino de una conversaci¨®n p¨²blica.
Tal vez se pregunten sobre ?c¨®mo la fiscal¨ªa pudo dar curso a esta absurda acusaci¨®n? Muy f¨¢cil. He visto con mis propios ojos el sello y la firma del fiscal. Me he enternecido incluso al leer las declaraciones del jefe de Sergu¨¦i, quien inform¨® al tribunal con el coraz¨®n en la mano, que nunca le gust¨® este conductor, por cuanto era ¡°poco cuidadoso y no sab¨ªa trabajar con los documentos¡±. Declar¨® tambi¨¦n que conoc¨ªa el origen ucraniano de Vedel y sab¨ªa de su actitud cr¨ªtica sobre la OME. El jefe, como sigue de sus declaraciones, trat¨® de explicarle a Sergu¨¦i que ¡°la OME era una medida necesaria y que la FR [Federaci¨®n de Rusia] no tuvo para ello otra alternativa¡±, pero el encausado ¡°se obstina en mantenerse en su punto de vista!¡±.
Sergu¨¦i Vedel se muestra firme y digno en su encierro. S¨®lo sufre por sus hijos. Tras la historia de Masha ¨Dla ni?a que han mandado a un correccional por un dibujo contrario a la guerra¨D lo comprendo.
El 29 de marzo se celebrar¨¢ la pr¨®xima sesi¨®n de su causa en el Tribunal del distrito Perovski.
Si en Mosc¨² queda alg¨²n abogado independiente, le pido que se interese por el caso.
27 de marzo de 2023
A mi vecino (de celda) lo han destinado a un campo de trabajo, y ya al d¨ªa siguiente un nuevo compa?ero de celda ocup¨® su litera. Un sonriente barbudo de unos treinta a?os, con una panza cervecera, pantalones de camuflaje, ¡°feliz¡± merecedor de dos art¨ªculos penales simult¨¢neos.
Me refiero al art¨ªculo 228 (tenencia de narc¨®ticos), algo nada sorprendente. Aunque el 337 (abandono voluntario de la unidad militar) resulta m¨¢s interesante.
La cosa fue as¨ª. Movilizaron a Mitia en oto?o, y lo mandaron a Tver a seguir unos cursos de formaci¨®n y de instrucci¨®n. A lo largo de diez d¨ªas, Mitia, junto con otros mil desgraciados como ¨¦l, realiz¨® los ejercicios de instrucci¨®n, encerrado en el cuartel como en una lata de sardinas. Pero se acabaron los ejercicios, e informaron a los reclutas que los mandar¨ªan dentro de una semana a la zona de combate. Y al mismo tiempo lleg¨® a sus tarjetas de cr¨¦dito el pago de los 195.000 rublos por cabeza que el Estado les hab¨ªa prometido.
Tras un par de d¨ªas de aburrimiento, Mitia le pidi¨® a su oficial que le dejara viajar a Mosc¨². Le dijo que deb¨ªa ayudar a su madre con las cosas de la casa y dem¨¢s. El jefe le concedi¨® el permiso con la condici¨®n de que regresara a la ma?ana siguiente.
Mitia lleg¨® a la capital y tras resolver sus asuntos, se agenci¨® una jeringa y un par de dosis de hero¨ªna. En el camino de regreso a la unidad, Mitia dorm¨ªa feliz en el asiento trasero del taxi, cuando lo despert¨® un sargento de la polic¨ªa ilumin¨¢ndole la cara con una linterna. Un control rutinario en la Ronda de Circunvalaci¨®n, acab¨® en que Mitia, en lugar de ir a parar a su unidad, regres¨® a casa para cumplir con el arresto domiciliario que se le impuso, acusado de posesi¨®n de narc¨®ticos.
Cosas que pasan, pens¨® Mitia y, encerrado en su casa, se puso a mirar tranquilamente la tele, comiendo patatas fritas. Hasta que lleg¨® el momento en que, de casa, lo condujeron directamente ante el inspector de polic¨ªa, quien lo acus¨® de un nuevo delito.
¨C?Como es que ha abandonado su unidad por propia cuenta, ciudadano recluta?
¨C?C¨®mo que por propia cuenta? Si estaba en casa bajo arresto domiciliario.
¨CDicha circunstancia no lo exime de su deber ante la Patria. Por consiguiente, caballero, le aplico el art¨ªculo 337 del C¨®digo Penal de la Federaci¨®n de Rusia. Firme aqu¨ª. Y perep¨¢rese para que le echen diez tacos.
Mitia observa at¨®nito su suerte y de momento no llega a entender que es lo que realmente ha sucedido. En cambio, su mam¨¢, que ha consagrado largos a?os de su vida al ej¨¦rcito ruso, dir¨ªase que lo entiende todo a la perfecci¨®n.
Por lo menos mi hijo sigue vivo, comenta. Puede que Dios lo haya salvado. De modo, hijito, que sigue en tu encierro.
10 de abril de 2023
Leo vuestras cartas, amigos, y veo que muchos ten¨¦is la impresi¨®n de que los inquilinos del Kremlin han perdido por completo la chaveta. La locura es una buena manera de explicar las represiones paranoides que sacuden Rusia. Buena explicaci¨®n, pero equivocada.
En realidad, no es la represi¨®n lo que sostiene la dictadura en nuestro pa¨ªs, sino el miedo a la represi¨®n. Putin ha creado un aparato poco efectivo, carcomido por la corrupci¨®n y la incompetencia. Un aparato como este es incapaz de desplegar de verdad una represi¨®n en masa. El poder carece de la infraestructura necesaria para encerrar no solo a cientos sino ni siquiera a decenas de miles de disidentes. Ahora las c¨¢rceles est¨¢n sobresaturadas en un 20 o un 30%, faltan guardianes y funcionarios de prisiones y tanto los tribunales como los juzgados de instrucci¨®n est¨¢n abarrotados de expedientes judiciales. Para ampliar la capacidad del sistema hace falta dinero, recursos y, lo que es m¨¢s importante, tiempo.
?Qu¨¦ se puede hacer entonces para controlar la sociedad en unas condiciones como las actuales con una situaci¨®n militar y ante el creciente estado de descontento? La cosa es sencilla: en lugar de una represi¨®n generalizada hay que inocular en la conciencia de las masas un mecanismo de autocensura mediante una represi¨®n puntual.
Ves en las noticias que han arrestado a una persona porque ha criticado la guerra en una conversaci¨®n telef¨®nica con su padre .Y, sin que t¨² mismo te des cuenta, empiezas a evitar los temas ¡°peligrosos¡± en tus conversaciones privadas. No vaya a ser que...
Lees que han detenido a un muchacho porque miraba en el metro con su m¨®vil publicaciones de la oposici¨®n. Y te pones a limpiar tu tel¨¦fono. Por si acaso...
No sales de tu asombro ante la historia de una muchacha a la que la polic¨ªa ha mandado a un reformatorio por haber hecho un dibujo contrario a la guerra, y que a su padre lo hayan encarcelado.
En pocas palabras, est¨¢n adiestrado a la sociedad rusa con la ayuda de estas manipulaciones b¨¢rbaras y a la vez sencillas.
Y la cosa funciona, no lo discuto. No obstante, repito: el poder no se halla en condiciones de desplegar una represi¨®n masiva ni de encerrar a todos los que est¨¢n en contra de la guerra. La verdad es que somos muchos, muchos m¨¢s que los que intenta hacernos aparecer la propaganda. Y nada podr¨¢n hacer si todos decimos a una: ¡°?No a la guerra!¡±
No teng¨¢is miedo.
13 de abril de 2023
Por eso valoro a los carceleros: por su sentido del humor. Me traen a la celda a un nuevo compa?ero. Y este resulta ser de ¡°Rusia unida¡±, v¨¢lgame Dios. ?Se pueden imaginar algo as¨ª?
Desde la puerta va y me suelta que ha trabajado con el ayudante de un diputado, que est¨¢ afiliado al partido en el poder y que hasta tiene un certificado del equipo preelectoral de Putin.
¡°?Pues has dado en el blanco, chaval!¡± ¨Des lo que se me ocurri¨® pensar primero.
Pero resulta ser un personaje inofensivo. Ya no joven, fumador empedernido, que tose sin parar. Contando todo el tiempo chistes m¨¢s viejos que el humo y que por alguna raz¨®n llama sentencias. Encerrado, como no, por fraude.
Discutir con ¨¦l da risa, pero resulta interesante. Acostumbra a presentar alguna tesis nada evidente y en calidad de argumento levanta hacia el techo un dedo.
Por ejemplo, dice: ¡°Ya puede decir lo que quiera de Putin, ?pero el hombre ha construido un estado social!¡± Y el dedo al techo.
¡°Y no ha sido Putin quien ha aumentado la edad de jubilaci¨®n?¡± ¨Dreplico.
Agita la mano y se va fumar al lavabo. Como quien dice que hemos terminado. Ya te lo he dicho todo.
Adem¨¢s cuenta ufano que ha escrito un libro que han publicado en tres lenguas a la vez y en cinco pa¨ªses. El libro se titula: ¡°La f¨®rmula del ¨¦xito¡±. Y se basa, cosa curiosa, en la propia experiencia del autor.
Y yo comento burl¨®n que no creo que me fuera a comprar un libro sobre los ¨¦xitos de un hombre que se encuentra entre rejas.
Y el hombre se me ofende.
(Continuar¨¢)
Selecci¨®n y traducci¨®n de Ricardo San Vicente.
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