¡®Cien formas de romper un glaciar¡¯, entre la sabia iron¨ªa y la memoria sentimental

?Qu¨¦ inteligente es el Carlos Zan¨®n columnista! Por ejemplo, ese holand¨¦s de mediana edad desorientado en el aeropuerto de la ciudad china de Changsha. La pieza lo tiene todo. Para empezar, adem¨¢s del estilo, el tipo que la protagoniza. Un rom¨¢ntico atrapado por la ¨¦poca. Conoce a una mujer a trav¨¦s de una web para relaciones, se enamora, compra el billete de avi¨®n porque no hay premio sin riesgo, le manda una foto cr¨ªptica para que ella sepa que ¨¦l va a por ella. Naturalmente Zhang no ir¨¢. Y ¨¦l, perdido en la terminal y sin dinero para m¨¢s, sobrevive a base de fideos instant¨¢neos. Su quijotada le lleva al hospital y as¨ª ser¨¢ noticia. Entonces hablar¨¢ con ella, que no se presentar¨¢, y ¨¦l vuelve a casa con su rid¨ªculo global al lugar del que parti¨® como un triste y human¨ªsimo paradigma de nuestra era. Desde la primera frase hasta la ¨²ltima, la voz que describe la situaci¨®n es ir¨®nica, esa iron¨ªa que te reconcilia con la vida, sin necesidad de darle sentido y sin necesidad de pontificar sobre la vida, porque entonces la moralina, esa tentaci¨®n de saltar de la an¨¦cdota a la categor¨ªa, envenena la brillantez del art¨ªculo. ?De d¨®nde sale esa voz?

Sale de muchas lecturas, tambi¨¦n de la m¨²sica pop. ¡°No hay recompensa suficiente para todo lo que nos da un cantante con una canci¨®n, un centenar, miles de canciones que almacenamos como la ballena a Jon¨¢s¡±. Pero no s¨¦ si tiene buena voz. Algo podr¨ªan chivarnos quienes le hayan escuchado, entre copas y alegr¨ªa, cantando desatado 5353456 de Raffaella Carr¨¤. Hace esta confesi¨®n y salta del bar al recuerdo de ese mito y, de repente, la casa de los padres y ¨¦l frente al televisor. Este volumen, que antologa columnas de La Vanguardia, es de un ni?o de la Transici¨®n que ahora es hombre adulto, 57 tacos, con una voz modulada por la memoria sentimental que humaniza. El que ve juntos ese pasado y el presente con piedad y sin nostalgia. El p¨®ster de Cruyff colgado en la habitaci¨®n y el descubrimiento del padre a trav¨¦s del mito. ¡°Cruyff me trajo a mi padre desde su infancia, cuando jugaba en la calle y celebraba goles y patadas. Ni?o de la guerra que s¨®lo ten¨ªa calle, miedo y f¨²tbol¡±. El tipo de barrio que piensa en el tipo de los jers¨¦is que era cajero en el banco de toda la vida, el que sab¨ªa el nombre de sus clientes, y su sustituto le pide a la madre que ingrese el cheque en el cajero y ella, 83, se va de la oficina pensando que tiene poco dinero en la cuenta.

Esta es la voz de iron¨ªa humanizadora del columnista, la que transmite inteligencia con el detalle, y mientras lo leo y me pregunto de d¨®nde sale, la memoria involuntaria rescata del disco duro de mi primera adolescencia unas canciones que parecen compartir la melod¨ªa y el esp¨ªritu de estos art¨ªculos ordenados por bloques tem¨¢ticos. La voz del Zan¨®n adulto, que no s¨¦ si canta bien, suena como una pieza de El ?ltimo de la Fila. ¡°Sus canciones hablaban de lo dif¨ªcil que es entenderse aunque te necesites. A?orarse, separarse, enloquecerse y encontrarte en el recuerdo¡±. Algo de eso hay en el comentario que el Maestro Jedi Jabois, prologuista, hace de la columna de la lavadora nocturna de Zan¨®n y el ahorro de energ¨ªa. Costumbrismo pol¨ªtico. Ese mismo escenario lo explora en la obra maestra que es Desde los balcones. El di¨¢logo con el vecino sobre la pareja que discute, si se separan o no, hasta que aparece el cami¨®n de la mudanza. Como ese holand¨¦s, como nosotros, vuelve a casa, se echa en la cama y sobrevive al desconcierto.

Cien formas de romper un glaciar

Carlos Zan¨®n
Salamandra, 2023
240 p¨¢ginas. 19 euros

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