John Berger: por qu¨¦ la compasi¨®n no es apropiada
El autor de ¡®Formas de ver¡¯ protagoniza una exposici¨®n en Barcelona que reivindica la huella del escritor y cr¨ªtico de arte brit¨¢nico, una luminaria de la cultura europea
La exposici¨®n sobre John Berger en La Virreina sirve para confirmar dos cosas. Una es una sensaci¨®n: pocos escritores han estado tan decididos a compartir con los dem¨¢s en qu¨¦ consiste su naturaleza, extraordinariamente individual. La segunda es c¨®mo una muestra en un centro art¨ªstico se vincula a otros museos, no para entablar un di¨¢logo sino como m¨¦todo de posicionamiento frente al mercantilismo ¡ªo como cr¨ªtica institucional expandida, por as¨ª decir¡ª y que no nos den gato por liebre.
He aqu¨ª un ejemplo pr¨¢ctico, dentro de lo impracticable que se ha vuelto el panorama institucional barcelon¨¦s, con pocas excepciones. La exposici¨®n de Laura Lima, Bal¨¦ literal, en el Macba, es un entramado de materiales y artefactos que cuelgan y se dispersan por suelo y paredes. Para garantizar el ¡°baile¡± de las piezas, activado por una fuerza motriz, el museo lanz¨® hace unas semanas una convocatoria para buscar personas ¡°en buena forma f¨ªsica¡± dispuestas a pedalear 35 horas semanales, en tramos horarios, con un sueldo mensual de 1.260 euros brutos, hasta el final del verano.
La propuesta de la artista brasile?a no es in¨¦dita. En 2019 ya la despleg¨® en el espacio p¨²blico de R¨ªo de Janeiro, concretamente en el cruce de calles donde se encuentra la galer¨ªa A Gentil Carioca (de la que Lima es socia fundadora). Cuatro a?os despu¨¦s, el mismo utillaje compuesto de cables, telas colgantes y andr¨®minas, renovado con pinturas y animales de peluche, se presenta dentro del cubo blanco como una ¡°retrospectiva en movimiento¡±, como los coleccionistas que llevan los grafitis de las calles a sus propios museos para el disfrute de las masas.
Las personas que repetidamente hemos pasado por el Macba apenas percibimos que all¨ª suceda algo. En todo caso, semejante c¨²mulo de materiales proporciona una visi¨®n del pesar que produce ser testigos del destino del dinero p¨²blico, del que solo se beneficiar¨¢ A Gentil Carioca y, en ¨ªnfima medida, las personas que hayan pasado las pruebas de pedaleo en el museo (y todav¨ªa no hemos visto a ninguno). El coste del embrollo visual tiene una cifra redonda, 500.000 euros, m¨¢s del doble del presupuesto anual de museos de segunda, que es donde deber¨ªa estar la obra de Lima.
Para Berger, la conexi¨®n con la vida, contra la destrucci¨®n de la naturaleza, nos evita perder la esperanza en la humanidad
John Berger dir¨ªa que ¡°la compasi¨®n no es aqu¨ª apropiada¡±, expresi¨®n que utiliz¨® en relaci¨®n con los trabajadores de la mina de Derbyshire, en el documental que hizo en 1983 comparando la situaci¨®n de ¨¦sta con los personajes y el argumento de la novela Germinal, de ?mile Zola. Con Lima no estamos obligados a ponernos de parte de los cuerpos subalternos, contratados bajo rigurosa selecci¨®n, pues el participante-trabajador goza del ¡°libre albedr¨ªo como parte esencial de su trabajo¡±. Es tiempo de una severa censura. Que venga del mandato intelectual de John Berger produce alivio. 79.915 euros, cifra m¨¢s que correcta, ha costado la exposici¨®n Permanent Red ¡ªcomo el libro hom¨®nimo, de 1960, compendio de sus cr¨ªticas de arte para la revista izquierdista New Statesman¡ª, que reivindica la huella de esta luminaria de la cultura europea que fue dramaturgo, novelista, poeta, dibujante, guionista y divulgador de arte, fallecido en 2017, y que eligi¨® el pueblo franc¨¦s de Quincy como hogar.
Ha pasado ya medio siglo de su programa para la BBC, Ways of Seeing, con su adaptaci¨®n en forma de libro traducida a 38 idiomas (en espa?ol, como Modos de ver), proyecto sin precedentes donde Berger aparece con su melena de le¨®n y su camisa pop explicando el feminismo marxista, mostrando lo que tienen de revolucionario los retratos del pasado (desde El Fayum a Rembrandt), prometi¨¦ndonos que hay otras maneras de ver. No para rescatarnos de la ignorancia, sino para recordarnos que la conexi¨®n con la vida, lejos de la explotaci¨®n y destrucci¨®n de la naturaleza y la vida animal, puede salvarnos de nuestra p¨¦rdida de esperanza en la humanidad.
Suena cursi, pero no lo es. La figura de Berger ya fue sujeto de una exposici¨®n en 2008, a cargo de la cineasta Isabel Coixet y la arquitecta Benedetta Tagliabue (From I to J, en el Centre d¡¯Art Santa M¨°nica y La Casa Encendida), una instalaci¨®n metaepistolar sobre la experiencia palestina del escritor. Ahora, la de La Virreina, comisariada por Valent¨ªn Roma, exhibe una arquitectura ideol¨®gica sin fisuras, que lleva a un p¨²blico amplio los esfuerzos cr¨ªticos de la historia del arte y el materialismo hist¨®rico, presentando el impacto de su pensamiento en sus contempor¨¢neos.
La muestra re¨²ne sus documentales y pel¨ªculas ¡ªcomo Pig Earth (1979), con Mike Dibb, o Une ville ¨¤ Chan?digarh (1966), con Alain Tanner¡ª, reportajes y relatos fotogr¨¢ficos ¡ªcon Jean Mohr, con el que public¨® ese ¡°tratado de ¨¦tica¡± que es A Seventh Man, en 1975¡ª, entrevistas ¡ªmemorable su di¨¢logo con Susan Sontag¡ª, portadas de sus libros y cerca de 70 dibujos y collages ¡ªChaplin, Rosa Luxemburgo, el subcomandante Marcos¡ª que provienen del archivo que generosamente don¨® a la British Library en lugar de venderlo al mejor postor. Sirven de acompa?amiento de su prol¨ªfico trabajo como narrador ¡ªas¨ª se defin¨ªa¡ª, posicion¨¢ndose contra postulados hagiogr¨¢ficos donde el artista es un h¨¦roe. A pesar de ello, su sombra es largu¨ªsima y todos estamos en deuda con ¨¦l, l¨®gica capitalista que ¨¦l rechazar¨ªa.
Es imposible resumir el legado de Berger con las m¨²ltiples perspectivas cr¨ªticas que a¨²n hoy abre (el impacto de la publicidad o la experiencia campesina, que ve¨ªa como garante de la verdadera dignidad humana), siempre encabezado con esta s¨²plica, que en s¨ª ya es persuasi¨®n: ¡°Espero que considere lo que expongo, pero, por favor, sea esc¨¦ptico¡±.
¡®Permanent Red¡¯. John Berger. La Virreina. Barcelona. Hasta el 15 de octubre.
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