La portentosa demostraci¨®n literaria de Jennifer Egan en ¡®La casa de caramelo¡¯; es Messi tirando seguidas treinta faltas y todas, gol
La autora estadounidense entretiene y hace pensar con una tela de ara?a de historias tejida en torno a una aplicaci¨®n para compartir recuerdos
Lo que Jennifer Egan (Chicago, 1962) hace con La casa de caramelo en el terreno de contar y tramar ficciones deber¨ªa devolver a la mayor¨ªa de escritores al taller literario del que, quiz¨¢s, muchos de ellos no deber¨ªan haber salido. Autores, hombres y mujeres que, en el mejor de los casos, aciertan a explicar bien el en¨¦simo trauma amplificado de la ni?ez, su historia familiar bizarra o todos y cada uno de los agujeros que tiene el cintur¨®n alrededor de su cintura.
Pero en ¨¦stas que llega Jennifer Egan con una novela como La casa de caramelo y hace saltar la banca de la literatura de ficci¨®n uniendo lo, a priori, imposible: Paul Auster y los Grateful Dead. Es decir: entretener, marear, complicar, surfear, sorprender, divertir y pensar.
No es nada que los lectores de Egan no hayamos le¨ªdo antes. La torre del homenaje (2006) ya era una novela g¨®tica llena de aciertos y escaleras que iban a todas partes. Manhattan Beach (2017) bajaba pistonada por su inercia de historia convencional, pero quiz¨¢s influy¨® que ven¨ªa detr¨¢s de un t¨ªtulo como El tiempo es un canalla (2010), Premio Pulitzer de ese a?o y que era una soberbia, compleja y amena novela, una catedral de pies ligeros que, de hecho, se emparenta formalmente con La casa de caramelo ¡ªe incluso algunos personajes transitan por agujeros de arena entre una novela y otra¡ª.
La casa de caramelo, elegido entre los 10 mejores libros del a?o por The New York Times, se despliega como una novela en la que la flecha del tiempo se dispara de una manera azarosa pero nunca il¨®gica. La propuesta de Egan es ambiciosa y retorcida, pero su oficio y talento hace que no nos lastre su complicaci¨®n y la lectura ¡ª?excepto dos cap¨ªtulos en forma de ladrillo, que Egan se merece poder endosarnos¡ª es siempre y a la vez entretenida y de altos vuelos, literaria.
Empezamos en Nueva York, 2010, y lo hacemos con Bix Bouton, un hombre de ¨¦xito en bloqueo creativo ya que Mandala, su plataforma de redes sociales, se encuentra en un cierto punto muerto, necesitando de un salto al vac¨ªo. Lo obtiene con una revelaci¨®n que llamar¨¢ Apr¨®piate del Inconsciente, una aplicaci¨®n capaz de acceder a todos nuestros recuerdos, compartirlos, cederlos, externalizar nuestra memoria y la de todos los usuarios de Mandala. Pero hay quien ha decidido desertar de todo ello. ?Es ¨¦se el argumento de la novela? S¨ª y no. Probablemente, si la forma en la que desarrolla esa trama ¡ªque se extiende desde los a?os sesenta hasta 2035¡ª fuera la convencional, ser¨ªa un pastiche ¡ªbueno, malo o regular¡ª tan simb¨®lico como predecible y retrofuturista. Pero Egan tiene el acierto de que esa excusa argumental sea solo la puerta de entrada y de salida al laberinto. Sin aviso, pero tampoco bruscamente, dejamos a Bix y pasamos a entrar por el centenar de otras puertas que nos llevan a trozos de historias de personajes muchos de ellos enlazados entre s¨ª. Como si la novela albergara un mont¨®n de cuentos realistas ¡ªam¨¦n de algunos con los que corre severos riesgos formales¡ª, la narrativa de la norteamericana no nos deja de la mano, interes¨¢ndonos peripecias y criaturas ¡ªcon independencia de su sexo, edad, situaci¨®n¡ª, creando una red de ara?a de seres escritos que parecen estar vivos, casi levant¨¢ndose del papel.
La autora estadounidense es una maga que te hace el mismo truco una y otra vez y no le pillas el enga?o. Es Messi tirando seguidas treinta faltas y todas, gol
La portentosa demostraci¨®n literaria y de observaci¨®n social y psicol¨®gica de Jennifer Egan hace que corra riesgos enormes y los supere sin apelar a un recargamiento de su prosa, sino que lo hace todas las veces narrando de forma directa, f¨¢cil, sin necesidad de claves o misterios a la hora de entender y sentir lo que est¨¢ pasando. Es una maga con las mangas de su camisa subidas y que te hace el mismo truco una y otra vez y no le pillas el enga?o. Es Messi tirando seguidas treinta faltas y todas, gol.
Si todo eso no fuera suficiente, el mismo libro es la demostraci¨®n de lo que plantea como diagn¨®stico del mundo que ya es hoy y que ser¨¢ ma?ana. Ante toneladas de informaci¨®n, ante la donaci¨®n que hemos hecho de nuestra intimidad, ante una casa de caramelos edificada y defendida por algoritmos, ?c¨®mo podr¨¢n Hansel y Gretel escapar? Jennifer Egan y esta novela lo tienen claro: con la ficci¨®n, siempre y cuando la mercanc¨ªa sea de tan buena calidad como la que esconde este libro. Ficci¨®n hecha de recuerdos inventados, momentos fundacionales sobre los que construimos vidas, an¨¦cdotas, datos, olvidos, mentiras y formas de explicarnos como ¨²nico medio para poder desertar de este mundo catalogador, esp¨ªa, almac¨¦n, supermercado, aburrido, hambriento y tirano.
La casa de caramelo
Traducci¨®n de Eugenia V¨¢zquez Nacarino
Salamandra, 2023
428 p¨¢ginas. 23 euros
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.