Las fotograf¨ªas de Jay DeFeo: transcender lo cotidiano en busca de lo eterno
Una publicaci¨®n re¨²ne por primera vez la obra fotogr¨¢fica de la artista norteamericana, en gran parte in¨¦dita. Una poderosa mirada que pas¨® inadvertida dentro del escenario de su tiempo
Existen obras de arte a cuyo poder visual intr¨ªnseco se suma la leyenda que las acompa?a. Como es el caso de The Rose (1958-66), la pintura a la que obsesivamente, capa por capa, dio forma Jay DeFeo (1929-89), a lo largo de ocho a?os. Algunos historiadores se refieren a la obra como la m¨¢s ic¨®nica dentro de escenario art¨ªstico estadounidense de aquel momento. Sin embargo, durante dos d¨¦cadas, existi¨®, esencialmente, como un rumor.
En un principio, la obra se titulo Deathrose. Sobrepasaba la tonelada de peso. Med¨ªa m¨¢s de tres metros de alto. Tapaba por completo el mayor ventanal de la vivienda de su autora, en Fillmore Street, San Francisco, dentro de un espacio que parec¨ªa haberse transformado en una obra de arte en s¨ª; cubierto el suelo y la banqueta por los trozos de pintura cuya textura carnosa destellaba con el polvo brillante que la pintora mezclaba con los pigmentos, blancos y negros. ¡°Era como entrar en un templo poco menos que viviente¡±, aseguraba Bruce Conner, ¨ªntimo amigo de la artista. Cuando la renta subi¨®, la pintora fue desahuciada y hubo que cortar la ventana para sacar la obra. Haza?a que aparece en el corto realizado por Conner, The White Rose (1967). The Rose se exhibi¨® en 1969, antes de ser trasladada al San Francisco Art Institute (SFAI), donde la artista impart¨ªa clases. Ante los primeros signos de deterioro, la obra fue protegida mediante escayolas, pero al aumentar su tama?o no pudo salir por el mismo sitio que hab¨ªa entrado, para completar la restauraci¨®n. As¨ª qued¨®, hasta que a?os m¨¢s tarde se construy¨® una pared falsa frente a la pintura, dando pie al rumor, tan extendido como certero, de que la legendaria obra hab¨ªa sido enterrada viva. En 1995, con motivo de una exposici¨®n dedicada a la cultura beat, y organizada por el Whitney Museum, se procedi¨® a recuperar la obra para incluirla en la muestra. Hoy puede verse en la colecci¨®n permanente de dicho centro.
La reputaci¨®n de la artista ha reca¨ªdo fundamentalmente en esta obra, que con el tiempo ha ido adquiriendo el aura de una majestuosa reliquia, lo que explica, en parte, el motivo por el que la poderosa y po¨¦tica obra fotogr¨¢fica de DeFeo haya pasado desapercibida. En ella se advierte la misma entrega y ansia experimental que se percibe en la obra pict¨®rica, y, sin embargo, hasta hace muy poco, nadie se hab¨ªa parado a analizar su alcance. El fortuito hallazgo del conjunto de las im¨¢genes fotogr¨¢ficas, realizadas a lo largo de la trayectoria la artista, dentro de una caja ¡ªdonde se supon¨ªa se conservaban otro tipo de documentos¡ª ha permitido la necesaria reevaluaci¨®n, y, de momento ha resultado en un magnifico y contundente monogr¨¢fico, Jay DeFeo: Photographic Work, compuesto por 150 im¨¢genes, muchas de ellas reproducidas a escala.
La autora expuso su obra fotogr¨¢fica solo una vez en su vida y la mostr¨® como estudio complementario de su obra pict¨®rica. Sus primeros tanteos con la c¨¢mara se remontan a los a?os 50. En la siguiente d¨¦cada realizar¨¢ collages haciendo uso de las fotograf¨ªas que toma a sus amigos y a ella misma, piezas a las que se referir¨¢ como ¡°bromas dad¨¢¡±. Ser¨¢ en 1970, cuando su pasi¨®n por el medio se acent¨²e y se prolongu¨¦ durante un fruct¨ªfero periodo de cinco a?os, en el que aprender¨¢ los manejos t¨¦cnicos de forma intuitiva, guiada por las pistas que la proporcionan sus alumnos de SFAI. La visita a una exposici¨®n dedicada a la fotograf¨ªa de Man Ray, incita a la autora a dejarse llevar por lo accidental y explorar el error. ¡°No tengo ni el temperamento ni las facilidades para seguir el duro camino t¨¦cnico hacia la perfecci¨®n¡±, aseguraba. Algunos de sus primeros temas incluyen zapatos, y sus propios dientes extra¨ªdos, que fotografiar¨¢ de forma recurrente y a los que referir¨¢ como ¡°mis restos ¨®seos¡±. Es en la extra?eza de su imagineria, donde m¨¢s se aprecian la reminiscencias del esp¨ªritu de Dora Maar y de Max Ernst. Bajo la mirada de DeFeo los objetos son lo que son a la vez que dejan de serlo. As¨ª el detalle de un tronco se asemeja al ojo de un elefante, las olas del mar se convierten en criaturas fant¨¢sticas, y el respaldo de una silla de tupida tapicer¨ªa cobra la materialidad de un ser viviente, mientras los fragmentos del cuerpo humano se presentan como artefactos y lo org¨¢nico se funde con lo mec¨¢nico. La c¨¢mara se convierte en una poderosa mediadora en la negociaci¨®n entre la fantas¨ªa de la artista y la realidad. ¡°La lente realmente me ense?¨® c¨®mo ver, y a ver de verdad¡±, aseguraba DeFeo. A trav¨¦s de una mirada tan anal¨ªtica e incisiva como po¨¦tica, llena de matices estratificados, la autora desaf¨ªa al espectador para que capa por capa vaya revelando lo oculto.
En su cuarto oscuro DeFeo dar¨¢ forma a una serie de chemigramas, como la serie Salvador Dali?s Birthday Party, donde la frontera entre pintura y fotograf¨ªa queda difuminada. De igual forma, la artista cortara los negativos sin reparos, los invierte, multiplica las im¨¢genes y juega con sus proporciones. Un proceso de transformaci¨®n y reconfiguraci¨®n que resulta en impredecibles e enigm¨¢ticas abstracciones.
La artista supo ver las oportunidades que ofrec¨ªa el medio fotogr¨¢fico en un momento tan decisivo como fueron los setenta, cuando la fotograf¨ªa se hacia respetable en Am¨¦rica y entraba en el mercado del arte. Y lo har¨¢ manteniendo el pulso entre su vena m¨¢s experimental y su permeabilidad a los embates de la tradici¨®n modernista de la llamada straight photography. Es en las cientos de im¨¢genes bot¨¢nicas donde m¨¢s se aprecia sus v¨ªnculos con el grupo f/64 y su reivindicaci¨®n de un fotograf¨ªa pura y claramente definida. As¨ª, en DeFeo nos encontramos con una fotograf¨ªa tan experimental como directa y descriptiva, que ahondar¨¢ tambi¨¦n en la materialidad del medio fotogr¨¢fico como objeto. ¡°De la misma forma que The Rose representa una revaluaci¨®n fundamental de las propiedades de la pintura y pone a prueba los l¨ªmites que definen la pintura en si misma, su obra fotogr¨¢fica desata una exploraci¨®n del medio intencional y extensiva¡±, destaca Colin Keller en una de los textos que incluye la monograf¨ªa.
Del medio fotogr¨¢fico, dir¨ªa la artista que abr¨ªa sendas a su pr¨¢ctica pict¨®rica, consider¨¢ndolo ¡°una expresi¨®n complementaria¡± a su pintura. De este modo, har¨¢ uso de la fotograf¨ªa para documentar el progreso de sus obras pict¨®ricas. De suerte que, mientras la c¨¢mara captaba la obra desde todos los ¨¢ngulos posibles ten¨ªa la capacidad de transformar el sujeto en algo completamente nuevo. La obra fotogr¨¢fica de DeFeo, ¡°serv¨ªa a dos fines aparentemente incompatibles: hac¨ªa el mundo comprensible, pero tambi¨¦n extra?o¡±, apunta Keller.
La portada de la nueva publicaci¨®n la ocupa una fotograf¨ªa que la artista conservaba en su estudio. En ella se aprecia el busto Nefertiti, delante de White Spica; una de las primeras obras de la autora norteamericana, realizada a comienzo de los a?os 50, permaneci¨® inacabada. Su nombre es el de una estrella, y al igual que la bella faraona, nos habla a trav¨¦s del tiempo, junto con a un espejo negro y cuadrado donde el reflejo de la autora nos devuelve al presente. La enigm¨¢tica imagen parece encerrar todas las capas que dan forma a la obra de DeFeo; la historia del arte, la suya propia, el acto de examinar, rehacer, extirpar, borrar, subvertir, y trasfigurar; la meditaci¨®n sobre el objeto, como forma de trascender lo cotidiano en busca de lo universal y lo eterno.
¡®Jay DeFeo: Photographic Work¡¯. Jay DeFeo. DelMonico Books / The Jay DeFeo Foundation. 256 p¨¢ginas. 82 euros.
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