Superstici¨®n y herej¨ªa
La psicolog¨ªa evolutiva investiga el papel del pensamiento m¨¢gico en cuanto habilidades adaptativas de la especie humana
Mi intenci¨®n era terminar este texto inspirado en El hereje el a?o pasado con el fin de rendir homenaje a la que fue la ¨²ltima novela de Miguel Delibes en el 25? aniversario de su publicaci¨®n. Entre tanto, he tenido la oportunidad de ver el documental de ficci¨®n L¡¯homme de P¨¦kin. Les derniers secrets de l¡¯humanit¨¦ (El hombre de Pek¨ªn. ?ltimos secretos de la humanidad), del director franc¨¦s Jacques Malaterre, una reciente coproducci¨®n francochina que narra los ¨²ltimos hallazgos sobre nuestros ancestros, entre ellos, la importancia del pensamiento supersticioso para nuestra especie. Existe, a mi modo de ver, una fuerte conexi¨®n entre las nociones de superstici¨®n y herej¨ªa. El lugar central que ambas ocupan en la historia de nuestra civilizaci¨®n invita a pensar que se trata de din¨¢micas de pensamiento y acci¨®n profundamente primarias.
Su etimolog¨ªa en las lenguas de nuestro entorno sugiere conceptos originalmente distintos que, con el tiempo, adquirieron algunas connotaciones comunes. Herej¨ªa proviene del antiguo griego hairetik¨®s, que quer¨ªa decir ¡°libre de elegir¡±. Superstici¨®n, del lat¨ªn super-stare o ¡°permanecer sobre¡±, ten¨ªa para los romanos el sentido figurado de ¡°ser testigo¡± o ¡°sobrevivir¡±. Las definiciones que hallamos en el diccionario de la RAE ponen de manifiesto la evoluci¨®n de ambas palabras dentro de la tradici¨®n y pensamiento cristianos. La herej¨ªa se convierte en un ¡°error sostenido con pertinacia en relaci¨®n con una doctrina religiosa¡±; o, en su segunda acepci¨®n, en ¡°sentencia err¨®nea contra los principios ciertos de una ciencia o arte¡±. La superstici¨®n es definida como una ¡°creencia extra?a a la fe religiosa y contraria a la raz¨®n¡± o como una ¡°fe desmedida o valoraci¨®n excesiva respecto de algo¡±. Si el hairetik¨®s era originariamente aquel que eleg¨ªa su propia manera de vivir y pensar, con la llegada del cristianismo adquiere el significado de alguien que va en contra de las ense?anzas establecidas por la Iglesia. Tanto para los romanos como para los primeros cristianos, el supersticioso era aquel que, por causa de su temor a los dioses, mostraba un celo excesivo en la pr¨¢ctica religiosa, hasta el punto de incurrir en h¨¢bitos il¨®gicos e impropios de la fe establecida. Conceptualmente, si el hereje pone en peligro a la comunidad por sus ideas err¨®neas y debe ser apartado de ella, el supersticioso tiene un papel m¨¢s ambiguo: en ocasiones, su celo sirve para reforzarla; en otras, sus creencias extra?as constituyen una amenaza.
Desde hace unos a?os, la psicolog¨ªa evolutiva investiga el papel de la superstici¨®n y el pensamiento m¨¢gico en cuanto habilidades adaptativas de la especie humana, resaltando su dimensi¨®n gregaria. Tanto para nuestros ancestros como para nosotros en la actualidad el se?alamiento y desaprobaci¨®n de un miembro en particular del grupo es una manera de generar cohesi¨®n entre los dem¨¢s miembros y facilitar el control del grupo. La cinta de Malaterre recoge lo que sucede en el seno de un clan de Homo sapiens cuando la inacci¨®n de uno de sus miembros provoca accidentalmente la muerte del jefe del clan durante la caza de un elefante. La nueva jefa traza una relaci¨®n causal entre la presencia durante la caza del joven en cuesti¨®n y la muerte del jefe y determina que el joven ya no debe acompa?arlos a cazar. La superstici¨®n colectiva, el temor a que algo malo le suceda al grupo por culpa de ese miembro repentinamente maldito, explica que el joven reciba un trato diferente que lo a¨ªsla del resto.
En ¡®El hereje¡¯, Cipriano Salcedo, junto a otros protestantes, es condenado a arder vivo en la hoguera por afirmar, y no retractarse de ello, que no existe el purgatorio
Decenas de miles de a?os despu¨¦s de este incidente prehist¨®rico imaginado, la historia de Cipriano Salcedo en el Valladolid del siglo XVI es la de un hombre que descubre en las ideas reformistas su camino espiritual, pagando con su vida el desaf¨ªo que su fe supone para las leyes de la Iglesia y la Corona espa?ola. Cipriano, junto a otros protestantes, es condenado por herej¨ªa a arder vivo en la hoguera por afirmar, y no retractarse de ello, que no existe el purgatorio. El macabro a la par que festivo proceso celebrado por la Santa Inquisici¨®n, y que Delibes describe con magistral detalle, no ser¨ªa sino una versi¨®n m¨¢s sofisticada de la exclusi¨®n del clan prehist¨®rico del joven miembro se?alado por causar la muerte del jefe. Una vez desaparecida la Santa Inquisici¨®n, la noci¨®n de herej¨ªa encuentra su continuidad, tal y como sugiere la RAE, en ¨¢mbitos seculares como la ciencia o la pol¨ªtica.
Cabe considerar los posibles beneficios evolutivos de nuestro instinto gregario, incluyendo el valor de la condena del que no es, no se comporta o no piensa como el grupo para la cohesi¨®n de ¨¦ste. Al mismo tiempo, no podemos ignorar que, con frecuencia, los saltos evolutivos son el resultado del desaf¨ªo a los ¡°principios ciertos¡± que estructuran en cada momento a la comunidad. Pensemos en el instante en que el primer hom¨ªnido se atrevi¨® a agarrar una rama en llamas, descubriendo as¨ª las virtudes del fuego, a pesar de que el clan le hab¨ªa ense?ado a huir de aquel como de un depredador. O en las afirmaciones de Giordano Bruno sobre la infinitud del universo que, en su momento, le valieron la hoguera.
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