Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n explota en el teatro
La actriz transita de la serenidad a la locura en una soberbia interpretaci¨®n de ¡®La madre¡¯ de Florian Zeller
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Un personaje tan poderoso como la protagonista de La madre es un regalazo para una actriz. Pero tambi¨¦n un reto: triunfas o te estrellas. Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n triunfa. Y de qu¨¦ manera. Ser¨ªa injusto decir que es el papel de su vida porque la hemos visto estupenda muchas veces en las pantallas y los escenarios, pero su trabajo en esta obra es realmente sorprendente. Soberbio. Por sus matices, su serenidad, su locura. Su rostro aterrorizado al final de la funci¨®n. Escalofriante.
Y eso que de entrada el personaje parece t¨®pico. Esposa, madre y ama de casa entra en depresi¨®n cuando sus dos hijos abandonan el nido. Vac¨ªo, aburrimiento, abandono, frustraci¨®n. Pastillas para dormir, pastillas para despertar. ¡°Para vivir¡±, dice ella en la obra. El marido va a su bola, siempre ha ido a su bola. Cumple su papel de proveedor y tiene derecho a echar una canita al aire. Sin remordimientos. Adem¨¢s en casa todo son reproches, no hay quien aguante a esa loca.
Hemos visto muchas ¡°locas depresivas¡± en el teatro, la literatura, el cine. Y en la vida: desde ni?as tememos acabar convertidas en una de ellas. Y los ni?os, en el marido. Pero que las identifiquemos no significa que no puedan seguir explor¨¢ndose m¨¢s all¨¢ del t¨®pico. De hecho, ese es el mejor modo de romperlo. Es lo que consigue el autor Florian Zeller en La madre. No solo porque nos lleva hasta las profundidades de su mente, sino tambi¨¦n por la forma en que construye el personaje. Aunque ser¨ªa m¨¢s acertado decir que lo deconstruye. Casi a la manera cubista. La obra comienza en estilo alta comedia inglesa convencional: el hombre vuelve a casa y la mujer le echa en cara que llega tarde, que no le hace caso, que se siente sola. Pero resulta que cuando termina la escena se repite con variaciones: donde antes ella emit¨ªa un lamento ahora hay un insulto. A partir de ah¨ª, el espectador nunca sabr¨¢ si lo que ocurre sobre las tablas es real o est¨¢ en la cabeza de la protagonista. Un audaz mecanismo con el que Zeller libera al personaje: le da permiso para sacar todo lo que tiene dentro, incluso lo que ni ella sabe de s¨ª misma. Rabia, odio, ira. Lo mejor es que no la victimiza. Es solo una mujer destrozada.
Zeller, el dramaturgo franc¨¦s de moda, parece haber dado con la f¨®rmula para adentrarse en los interiores de la mente humana. Es c¨¦lebre su obra El padre, que ¨¦l mismo llev¨® al cine con Anthony Hopkins y que casualmente coincide ahora en Madrid con La madre, protagonizada por Josep Maria Pou, en otra excelente producci¨®n de la que ya dimos cuenta en Babelia cuando se estren¨® en Barcelona. La madre est¨¢ dirigida por Juan Carlos Fisher, que tambi¨¦n est¨¢ dando muestras de saber lo que hace a la hora de deconstruir personajes. Lo hab¨ªamos comprobado ya esta temporada en Prima Facie, donde saca lo mejor de la actriz Vicky Luengo. Ahora se confirma con La madre: es un acierto el tono naturalista que adopta, no hace falta sobrecargar el texto con subrayados psicol¨®gicos.
Ya hemos dicho que Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n es el alma de la funci¨®n. Pero es justo se?alar lo bien acompa?ada que est¨¢. Juan Carlos Vellido, en el papel del marido, encuentra el modo exacto con el que ese hombre trata a su mujer: con ese cari?o con el que riegas esa planta que sabes que se te va a morir en verano cuando te vayas de vacaciones. ?lex Villaz¨¢n, el hijo, transita entre el amor a la madre y su necesidad de liberarse de ella. J¨²lia Roch, la nuera, compone una buena contrincante para la suegra.
La madre
Texto: Florian Zeller. Dirección: Juan Carlos Fisher. Reparto: Aitana Sánchez-Gijón, Juan Carlos Vellido, Álex Villazán y Júlia Roch. Teatro Pavón. Madrid. Hasta el 12 de mayo.
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