¡®Aurora Q.¡¯, de Mario Cuenca Sandoval: regreso a la matanza cometida por dos ni?os salvajes
A partir de la voz de un psiquiatra que imparte una conferencia a principios de los dos mil, el escritor reconstruye la historia de violencia y revuelo medi¨¢tico de un crimen ocurrido en 1981
En la Espa?a de 1981, dos ni?os de aspecto salvaje emergen del bosque para ejecutar una matanza que copar¨¢ titulares, se convertir¨¢ en mito de la cr¨®nica negra y dar¨¢ pie a libros, especiales televisivos e incluso una pel¨ªcula. D¨¦cadas m¨¢s tarde, en 2004, el psiquiatra que trat¨® a ambos cr¨ªos durante los a?os posteriores imparte un seminario acerca de ellos, prestando especial atenci¨®n a las ra¨ªces de la violencia, la crianza que recibieron y las hip¨®tesis que suscitaron. Por supuesto, el prestigioso doctor aprovecha para defender sus propias tesis con multitud de argumentos sofisticados, citas acad¨¦micas, jerga cient¨ªfica y ramalazos de engolamiento.
No sin asumir riesgos, Aurora Q. se presenta como la transcripci¨®n de aquel seminario, un relato conducido por una primera persona revestida de autoridad y lo bastante alejada de los hechos para sonar a priori fr¨ªa, racional, ver¨ªdica. Pues bien, Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975) se juega todo el ¨¦xito de la novela a la carta de esa voz narrativa, un peculiar punto de vista que transforma lo que de otro modo habr¨ªa sido la en¨¦sima historia de sectas en algo muy diferente a los t¨®picos del subg¨¦nero. Un algo que me suscita dudas, pero indiscutiblemente ingenioso y desmarcado de tendencias reconocibles.
En realidad, no tiene nada de nuevo que el autor (a quien debemos varias novelas magn¨ªficas, en especial Los hemisferios, de cuya publicaci¨®n en Seix Barral se cumple una d¨¦cada) proponga una f¨®rmula narrativa inesperada. Tal vez sus primeros libros tuvieron un relativo tono de ¨¦poca o de cercan¨ªa a otras escrituras c¨®mplices, pero ya hace tiempo que su obra esquiva tanto las reiteraciones internas como cualquier aire de familia con sus contempor¨¢neos m¨¢s pr¨®ximos. Este desmarque, que casi siempre es para bien, ocasionalmente puede jugar malas pasadas.
En el caso de Aurora Q., el trampantojo del narrador est¨¢ resuelto de maravilla: dada la generaci¨®n a la que se supone que pertenece, si el doctor Mateo Jim¨¦nez-Irisarri hubiese existido no hay duda de que habr¨ªa utilizado la clase de ret¨®rica que Cuenca Sandoval le concede, citado la misma bibliograf¨ªa (parece la biblioteca de un estudiante de Psicolog¨ªa de finales de los setenta), manejado id¨¦nticas ideas. El problema, en mi caso, es que la voz hiper-formal-casi-a?eja de un lacaniano tan dado al psicoan¨¢lisis m¨¢s rimbombante me resulta extempor¨¢nea cuando se trata de vertebrar una novela publicada en 2024 (sin negarle a Lacan, amigas y amigos del gremio, ?se lo ruego, por favor!, lo que le corresponda todav¨ªa hoy), adem¨¢s de no particularmente atractiva. Aunque yo entienda la operaci¨®n y por mucho que el novelista no subordine el texto a los objetivos del doctor, todo lo contrario, es inevitable que este desencuentro condicione en parte c¨®mo recibo el relato, ad¨®nde logra llevarme, o si percibo oportuna o no la r¨¦plica que ofrece a la realidad.
Sin embargo, quienes acepten el pacto estil¨ªstico recibir¨¢n mucho a cambio. Antes no dije porque s¨ª que Aurora Q. tiene un planteamiento ¡°ingenioso¡±. Cuenca Sandoval sabe lo que hace, y la posici¨®n novel¨ªsticamente ins¨®lita de su narrador le permite acumular un mont¨®n de sustratos fin¨ªsimos: la relativa fiabilidad o credibilidad de todo testimonio, la dificultad de fijar un sentido claro para los hechos, el desmantelamiento impl¨ªcito de ese espect¨¢culo omnipresente llamado true crime, las especulaciones acerca de la dimensi¨®n ling¨¹¨ªstica o simb¨®lica de la experiencia humana, y hasta la puesta en crisis deliberad de todos esos rasgos discursivos que a m¨ª me envararon un poco la lectura. ?O es que no estamos a favor de arriesgarse?
Aurora Q
Galaxia Gutenberg, 2024
176 p¨¢ginas, 18 euros
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