Cuerpos en el agua
Como la Nobel Annie Ernaux, Colombe Schneck convierte su experiencia t¨ªpicamente femenina ¡ªun aborto, un romance fallido¡ª en materia prima de su obra
Entr¨¦ en La trilog¨ªa de Par¨ªs (Lumen, 2024) de la francesa Colombe Schneck como quien accede al chatroulette, aquella p¨¢gina que te conectaba a webcams aleatorias de desconocidos del mundo. Una abr¨ªa la web con una cierta trepidaci¨®n y topaba con unos simp¨¢ticos belgas ansiosos de aprender idiomas o, m¨¢s a menudo, con el primer¨ªsimo plano de unos genitales masculinos. Pese a lo previsible del resultado, la promesa de alguna perspectiva nueva hac¨ªa que volviera una y otra vez a aquella charca s¨®rdida. Con la narrativa autobiogr¨¢fica me pasa algo parecido. Bastaron un par de l¨ªneas evocadoras en una rese?a de la trilog¨ªa para que corriera a adquirir lo ¨²ltimo de aquella misteriosa parisina, una dura de la generaci¨®n de mi madre que rememoraba su vida ¡ªpor fin alguien lo lograba¡ª sin sentimentalismos ni adornos.
Colombe Schneck no es Annie Ernaux. Las separan 26 a?os y una o dos clases sociales. Schneck, de 1966, es la hija consentida de burgueses progresistas, como recuerda de forma recurrente a lo largo de las tres brev¨ªsimas novelas. Sus padres la animaban a estudiar y expresar su opini¨®n, votaban socialista y cre¨ªan en el amor libre al estilo Beauvoir-Sartre¡ª es decir, el padre ten¨ªa siempre alguna amante y la madre sufr¨ªa por ello¡ª. Con todo, es imposible no leer a Schneck como una fiel disc¨ªpula de la Nobel. Como Ernaux, resume los hechos clave de su vida desde un fr¨ªo desapego, como si una floritura de m¨¢s entra?ara el riesgo de ser autoindulgente. Como Ernaux, describe la disoluci¨®n de la ambici¨®n juvenil en el desencanto del matrimonio y la maternidad con p¨¢rrafos enumerativos que sobrevuelan d¨¦cadas y engloban generaciones: ¡°Tienen treinta, treinta y cinco, cuarenta a?os, la cabeza baja, los hombros ca¨ªdos, son silenciosas y est¨¢n agobiadas¡±. Como Ernaux, convierte su experiencia t¨ªpicamente femenina ¡ªun aborto en la adolescencia, una larga amistad ambivalente, un romance intenso y fallido a los 50¡ª en su materia prima.
La extracci¨®n humilde y eventual desclasamiento de Ernaux es un hilo conductor de su obra. Para Schneck, lo es su incapacidad de alcanzar una especie de plenitud funcional ¡ªno hablamos ya de felicidad¡ª pese a tenerlo todo a su favor. En todo momento planea la sospecha de que esa imposibilidad est¨¢ ¨ªntimamente ligada a su sexo. Su cuerpo de mujer la traiciona ya al principio de su vida sentimental, cuando se queda embarazada de un noviecito estudiante a los 17. ¡°Lo que soy, una chica y no un chico, me atrapa¡±. Se acab¨® el espejismo de la igualdad. Pero es el a?o 1984: el aborto de Schneck no es clandestino como el que narra Ernaux en El acontecimiento. El padre comprensivo la acompa?a a la cl¨ªnica, el tr¨¢mite es r¨¢pido y banal. Pese a que nadie le reprocha nada, en adelante arrastrar¨¢ ¡°una especie de mancha sobre m¨ª, compuesta de sangre, de excrementos¡±. Su cuerpo de mujer es el enemigo, una molestia de la que es necesario disociarse para convertirse en una mente pensante (masculina).
La extracci¨®n humilde y eventual desclasamiento de Ernaux es un hilo conductor de su obra. Para Schneck, lo es su incapacidad de alcanzar una especie de plenitud funcional pese a tenerlo todo a su favor
Hasta la tercera secci¨®n, donde narra el prometedor inicio y la brutal disoluci¨®n de un romance de nueve meses, no vemos las consecuencias nefastas de esta disociaci¨®n. Aqu¨ª Schneck se adentra brevemente en el g¨¦nero literario de la abyecci¨®n femenina tan trabajado por Doris Lessing, Ingeborg Bachmann o la propia Ernaux. Su deseo por el apuesto Gabriel es tan abrumador como su incapacidad de tener alg¨²n tipo de control o iniciativa en la relaci¨®n. Su rol es pasivo, reactivo, regido por el p¨¢nico a ser abandonada. No es hasta que Gabriel la lleva a nadar, y le ense?a la t¨¦cnica del crol, que la narradora se da cuenta de que tiene manos, piernas, un tronco todav¨ªa flexible. Gabriel la dejar¨¢ al poco (¡°somos demasiado distintos¡±) pero la pr¨¢ctica del crol continuar¨¢. Sus inmersiones semanales en la piscina municipal funcionan como un mikveh, el ba?o ritual jud¨ªo con el que las mujeres se purifican despu¨¦s de la menstruaci¨®n. Con cada brazada de crol, avanza la reconciliaci¨®n con el cuerpo.
La pel¨ªcula How to Have Sex, ¨®pera prima de la brit¨¢nica Molly Manning Walker, arranca con cuerpos en el agua. Tres amigas adolescentes se ba?an en una playa de Malia, en Creta, al inicio de lo que tendr¨¢n que ser ¡°las mejores vacaciones de su vida¡±. Sigue una hora y media de intensidad pesadillesca: fiestas interminables, neones, discotecas, chupitos, mamadas en escenarios, im¨¢genes dantescas que evocan los t¨¦rminos balconing y Magaluf. La obsesi¨®n de una de ellas, la dulce Tara, por perder la virginidad, recorre cada escena como una premonici¨®n oscura. Nada pod¨ªa salir bien, y nada sale bien. El espect¨¢culo es nauseabundo, cuando no desolador: los cuerpos de chicas j¨®venes marchan como animales al matadero, borrachos, vulnerables, expuestos, ignorantes de s¨ª mismos. Se me ocurri¨® al verla que las chicas de la pel¨ªcula ten¨ªan la misma edad que Schneck cuando sufri¨® la primera traici¨®n de su cuerpo, y que le hicieron falta 40 a?os para meterse en el agua y encontrar un poco de calma. Como explica en el pr¨®logo, pronto empez¨® a adelantar a los hombres en la piscina. Eso la hac¨ªa sentirse exultante: ¡°Se me redujeron los pechos, y el ¨²tero dej¨® de funcionarme¡±.
Anna Pazos es periodista y escritora. Su ¨²ltimo libro se titula ¡®Matar el nervio¡¯ (Random House, 2023).
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