¡®Libro de los d¨ªas de Stanislaus Joyce¡¯, una joya de Diego Garrido sobre el hermano del autor del ¡®Ulises¡¯

Es muy posible que la novela menos comercial del a?o en lengua espa?ola la haya escrito Diego Garrido (Madrid, 1997), que con Libro de los d¨ªas de Stanislaus Joyce se ha sacado de la manga un divertid¨ªsimo y bello juego de mu?ecas rusas: estamos delante del supuesto diario que habr¨ªa escrito el hermano peque?o de ...

Es muy posible que la novela menos comercial del a?o en lengua espa?ola la haya escrito Diego Garrido (Madrid, 1997), que con Libro de los d¨ªas de Stanislaus Joyce se ha sacado de la manga un divertid¨ªsimo y bello juego de mu?ecas rusas: estamos delante del supuesto diario que habr¨ªa escrito el hermano peque?o de James Joyce en los mismos d¨ªas en que el autor de Ulises empezaba a pelearse con la primera versi¨®n de su primer trabajo narrativo, lo que implica que Garrido finge una voz confesional para confeccionar su trama, al tiempo que, de alg¨²n modo, no deja de ofrecernos un verdadero dietario que cuesta creer que sea del todo ajeno a su propia y genuina concepci¨®n del mundo, todo ello modulando el estilo y el tono para que resulte convincente la autor¨ªa del joven Joyce sin dejar de sonar perfectamente contempor¨¢neos y naturales en alguien de la generaci¨®n del verdadero autor (como curiosidad, el uso tan contempor¨¢neo que hace del adverbio ¡°literalmente¡± encaja de maravilla, y eso que deber¨ªa sonar a chirrido extempor¨¢neo). Qu¨¦ l¨ªo. Aunque, en realidad, la lectura de estas p¨¢ginas no tiene nada de lioso: la experiencia es un grand¨ªsimo placer, y el resultado, una sorpresa may¨²scula.

Dec¨ªa que se trata de una apuesta nada comercial porque, obviamente, aqu¨ª no hay tema de actualidad que valga, ni las preocupaciones presentes en el texto recogen asuntos urgentes, ni las modas o tendencias atraviesan el proyecto, ni el planteamiento general parece apelar a ninguna tribu urbana, perfil medio o colectivo c¨®mplice alguno. De d¨®nde salen Garrido y su pasi¨®n por el universo joyceano, lo desconozco; c¨®mo se las ha arreglado para escribir de un modo tan culto ¡ªy les aseguro que con ¡°culto¡± no me refiero a nada ingenuo ni pedante¡ª, soy incapaz de adivinarlo. Sin embargo, aqu¨ª est¨¢n estas notas que se acumulan a lo largo de 300 p¨¢ginas llenas de hallazgos apuntados por una voz en tono menor que acaba por dar forma a una psicolog¨ªa compleja (la de Stanislaus), a un universo familiar y nacional directamente vinculados a un tiempo hist¨®rico que se intuye impecablemente controlado por el autor, y a un timbre ¨¦tico y est¨¦tico de una adultez tan compleja y parad¨®jicamente adolescente como corresponde a la ficci¨®n propuesta.

A Stanislaus le faltan vanidad, irresponsabilidad y desverg¨¹enza para ser un artista, de modo que tiene que conformarse con ser l¨²cido

Porque Stanislaus representa al hombre que quiere encontrar la mesura, el sentido del l¨ªmite y un modo civilizado de habitar una existencia finita en contraposici¨®n a la figura narcisista, genial y francamente insoportable de James, que aqu¨ª luce como un tipo destinado a pasar a la historia, s¨ª, pero que es narrado por otro tipo, su hermano, que comprende mucho mejor qu¨¦ cosa son la historia y los seres humanos. A Stanislaus le faltan vanidad, irresponsabilidad y desverg¨¹enza para ser un artista, de modo que tiene que conformarse con ser l¨²cido y hacerse preguntas desalentadoras d¨ªa tras d¨ªa. Y en esas preguntas, con sus respuestas fatalistas, Garrido encuentra el territorio perfecto para asentar una escritura que se sostiene sobre una ¨²nica virtud: ser absoluta e irremisiblemente literaria, consciente de que el lenguaje opera en el tiempo. M¨¢s leopardiano o planiano que joyceano, este libro se nos impone como una joya sin linaje cercano que la justifique, avale o explique. Es un hallazgo imposible que, pese a sus abundantes notas melanc¨®licas, parece sonre¨ªrnos mientras detenta un misterio.

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