¡®Un hombre bajo el agua¡¯, de Juan Manuel Gil: un protagonista en la balsa
En esta novela autoficcional, el escritor no consigue ir m¨¢s all¨¢ de lo que ya sabemos sobre lo enga?oso de la memoria ni sobre la procelosa relaci¨®n entre realidad y ficci¨®n
La principal virtud de Juan Manuel Gil como escritor quiz¨¢ sea su voluntarioso inconformismo, que salta a la vista en la pluralidad de t¨¦cnicas y g¨¦neros en los 75 cap¨ªtulos (o teselas textuales) de esta novela armada como un mosaico. Ni la huida del adocenamiento ¡ªque deber¨ªa ser condici¨®n definitoria de cualquier escritor que se precie¡ª, ni la paleta t¨¦cnica, ni el fragmentarismo sujeto a un dise?o superior son garant¨ªa de nada, salvo del loable empe?o de alejarse de la literatura del mont¨®n, lo que no es poca cosa. Aqu¨ª, sin embargo, Gil ha elegido acudir a un mayoritario: el de la autoficci¨®n. No para incurrir, por fortuna, en la autodeprecaci¨®n penitencial ni en el selfi literario, ni en la confesi¨®n de experiencia traum¨¢tica ni en la locuacidad egoc¨¦ntrica, y se dir¨ªa que, por momentos, Gil obedece a una intenci¨®n par¨®dica cuyos atisbos alegran el texto pero no cuajan en la parodia cabal e higi¨¦nica que est¨¢ pidiendo la autoficci¨®n.
Quiz¨¢ porque a Gil le han interesado a la vez varias cosas que ha intentado amalgamar y la burla de la epidemia autoficcional no ha sido la prevalente. De hecho, se ha tomado muy en serio uno de los rasgos inherentes al g¨¦nero, como es el ambiguo estatuto referencial (o factual) de lo narrado, aqu¨ª aplicado a los misteriosos resortes de distorsi¨®n de la memoria individual. El narrador, Juanma ¡ªdigamos un gemelo ficcional autor¡ª, se propone explorar el episodio que cambi¨® su vida a los 14 a?os: encontrar el cad¨¢ver de un vecino en una balsa de riego. Ahora, 25 a?os despu¨¦s y convertido en escritor, regresa a aquella ¨¦poca de juego al aire libre con el prop¨®sito de averiguar qu¨¦ sucedi¨® realmente al margen del propio recuerdo y convertir esa averiguaci¨®n en un libro, el que leemos. As¨ª se lo cuenta, avanzada la obra, a Carmela, la hermana del muerto: su libro es un ¡°un intento de reflexionar sobre la realidad, la ficci¨®n y la memoria, y el relato que somos capaces de construir a partir de esos tres yacimientos¡±. Que es lo mismo que le hab¨ªa dicho antes su novia: ¡°Tu voluntad de reflexionar sobre las distintas versiones de un mismo recuerdo y tu deseo de subrayar el car¨¢cter artificial de la frontera entre realidad y ficci¨®n¡±.
Ninguno de esos prop¨®sitos es original, claro, lo que no es ning¨²n dem¨¦rito en s¨ª mismo, pero mi impresi¨®n es que Gil no consigue ir m¨¢s all¨¢ de lo que ya sabemos ¡ªy hemos le¨ªdo tantas veces¡ª sobre lo enga?oso de la memoria (individual y colectiva) ni sobre la procelosa relaci¨®n entre realidad y ficci¨®n. Alg¨²n autocomentario parece delatar por parte del autor esa sospecha, como cuando le conf¨ªa a Carmela que ¡°es muy probable que no acabe siendo un buen libro¡±, si bien en esta afirmaci¨®n, como en otra anterior acerca de que la autoficci¨®n es un g¨¦nero de escritores acomplejados, la iron¨ªa autocr¨ªtica parece aspirar a ser un contraveneno. Aun as¨ª, la estructura de novela autogenerativa (la que registra su propio proceso de composici¨®n: notas, apuntes, cavilaciones, entrevistas¡) est¨¢ bien armada, se apoya en la trama autobiogr¨¢fica del escritor que lucha por dar cuerpo a su proyecto y ayuda a poner a la luz los rincones de sombra del recuerdo. va revelando que el personaje axial, y m¨¢s atractivo, es precisamente el que no est¨¢: Eduardo Huego, el muerto, y hacer de la ausencia un motivo eficiente de la novela es casi siempre un acierto.
Un hombre bajo el agua?
Seix Barral, 2024
384 p¨¢ginas, 20 euros
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