La autoficci¨®n cambia y resiste m¨¢s all¨¢ de las modas y las cr¨ªticas
Tras la explosi¨®n de los ¨²ltimos a?os y ¨¦xitos como el de Karl Ove Kanusg?rd, el subg¨¦nero de la escritura autobiogr¨¢fica que mezcla realidad y ficci¨®n adopta nuevas formas. El diario de Milena Busquets o la ciencia-ficci¨®n de Andrea Chapela son dos de los ejemplos m¨¢s recientes
En la casa de fieras del parque del Retiro ¡ªhoy reconvertida en la Biblioteca Eugenio Tr¨ªas¡ª tres autores hablaron el domingo pasado sobre los l¨ªmites entre la literatura de la memoria y la autoficci¨®n, en uno de los coloquios organizados con motivo de la Feria del Libro de Madrid. Alberto Moreno se refiri¨® a cuando su yo ¡°sonaba demasiado a yo¡± mientras escrib¨ªa Las pel¨ªculas que no vi con mi padre (C¨ªrculo de Tiza); David Jim¨¦nez argumentaba a favor de no haber usado nombres reales en El director (Libros del KO) y Milena Busquets no dudaba en afirmar que ¡°escribir es un trabajo de seducci¨®n¡±. En su reci¨¦n aparecido diario, Las palabras justas (Anagrama), Busquets, concisa y directa, escribe sobre la escurridiza etiqueta: ¡°El t¨¦rmino autoficci¨®n desaparecer¨¢, de hecho, ya est¨¢ desapareciendo, pero habr¨¢ servido para se?alar una tendencia y un camino¡±.
El cr¨ªtico y novelista franc¨¦s Serge Doubrovsky fue el primero en emplear ¡°autoficci¨®n¡± para describir su libro Hijos en 1977, pero fue en la ¨²ltima d¨¦cada cuando este subg¨¦nero tom¨® impulso y expandi¨® sus redes hasta abarcar un amplio campo narrativo en el que, seg¨²n quien lo defina, cabe casi cualquier texto en el que el autor aparezca de forma directa. El noruego Karl Ove Kanusg?rd y su minuciosa sexalog¨ªa Mi lucha marc¨® un hito en esa forma h¨ªbrida de novela basada en la vida real, y David Shields proclamaba en su manifiesto Hambre de realidad (C¨ªrculo de tiza) la irrefrenable pulsi¨®n que marcaba el signo de los tiempos en la era de Facebook y la telerrealidad. Se abri¨® una f¨¦rtil grieta en la estricta separaci¨®n entre ficci¨®n y no ficci¨®n que divide el mercado editorial anglosaj¨®n, mientras que en otros idiomas con fronteras menos marcadas la primera persona con nombre propio iba copando espacio en las mesas de novedades. Si el Nuevo Periodismo de Tom Wolfe y Joan Didion se hab¨ªa valido de las herramientas de la ficci¨®n para enganchar al lector en los sesenta, la novela parec¨ªa tomarse en el siglo XXI la revancha y poner el foco en lo real.
?Ahora en la pospandemia la moda en materia literaria toca su fin? ¡°Toda ficci¨®n es autoficci¨®n, porque uno parte de su propia experiencia¡±, afirmaba Javier Cercas el mismo domingo, tras pasar la tarde firmando en una caseta. Pero este autor, que dio su nombre al protagonista de Soldados de Salamina, tiene una definici¨®n acotada del t¨¦rmino, en la que deja fuera la autobiograf¨ªa, el ensayo personal o las historias reales en las que un escritor se incluye ¡ª¡±si todo es autoficci¨®n, nada lo es¡±¡ª. El elemento ficticio, la historia inventada con nombres reales, es lo que para Cercas marca la diferencia. ¡°Es un mecanismo narrativo, una m¨¢scara que te permite usar elementos reales como ficci¨®n. Es un territorio muy concurrido y no creo que est¨¦ acabado. Yo lo he dejado porque para m¨ª ya se hab¨ªa terminado, no quer¨ªa repetirme¡±, explica, y a?ade enf¨¢tico que, en contra de lo que pudiera parecer, hay poco de nuevo en la autoficci¨®n, basta con volver a Juan Ruiz, arcipreste de Hita o a La divina comedia protagonizada por Dante.
La inflaci¨®n de la novela del yo
El tiempo y el contexto juegan un papel clave en este subg¨¦nero, seg¨²n Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo. ¡°Cuando un libro de autoficci¨®n es editado, qu¨¦ es y qu¨¦ no es el autor, el componente biogr¨¢fico verdadero o fake biogr¨¢fico del personaje, es muy tenido en cuenta por el lector, que lee el libro en esa tensi¨®n. Luego, pasan a?os, d¨¦cadas, y eso se va diluyendo en el lector y en su percepci¨®n; se establece otro pacto de lectura, ya totalmente en t¨¦rminos de novela (ficci¨®n) o, por el contrario, de puramente biograf¨ªa (no ficci¨®n), pero no ya en esa mezcla¡±, explica, y se refiere ¨¦l tambi¨¦n a Dante: ¡°La divina comedia es una obra que entra en la categor¨ªa de autoficci¨®n, aunque ?qui¨¦n lee hoy a Dante en esa clave? Nadie¡±. El autor de Nocilla Dream, que expuso sus ideas sobre el contexto cambiante en que un texto es le¨ªdo en Teor¨ªa General de la Basura, aprecia en la novel¨ªstica espa?ola de los ¨²ltimos a?os ¡°una renuncia de la fantas¨ªa en pos de la sociolog¨ªa novelada¡±, un giro hacia lo confesional. ¡°Ha habido una inflaci¨®n de novela autobiogr¨¢fica, pero al fin la novela, como dicen del capitalismo, es indestructible, aunque vaya mutando¡±.
Un cierto tab¨² rodeaba la confesi¨®n personal en formato literario, seg¨²n el novelista y cr¨ªtico Carlos Pardo, y esto es lo que ha sido derribado. ¡°Autoficci¨®n es una etiqueta muy menor dentro del g¨¦nero autobiogr¨¢fico. Ha habido una inflaci¨®n, como tambi¨¦n la ha habido en la escritura sobre la maternidad, y b¨¢sicamente lo que quiere decir es que por fin se puede escribir sobre esto sin que sea denostado. Hay una recuperaci¨®n de zonas que hab¨ªan sido consideradas literatura menor, como ocurre ahora con el terror, en el trabajo de Mariana Enr¨ªquez o Samantha Schweblin¡±. Su conclusi¨®n es que a la novela en la que cabe lo autobiogr¨¢fico ¡°le queda mucha tralla¡±.
Un derrotero poco frecuentado en la difusa l¨ªnea de la autoficci¨®n es el que ha tomado la escritora mexicana Andrea Chapela en uno de los relatos de Ansibles, perfiladores y otras m¨¢quinas de ingenio (Almad¨ªa). Este martes, en la presentaci¨®n en la Residencia de Estudiantes de Madrid, Chapela habl¨® del cuento protagonizado por un personaje que lleva su nombre. ¡°Quise probar con una memoir especulativa, porque hay veces que ser fiel a lo real no es suficiente para narrar lo que pas¨®. Pens¨¦ en la autoficci¨®n de ciencia-ficci¨®n, ?qu¨¦ pasa si haces un giro de tuerca entre lo que es tuyo y lo que no lo es?¡±
Valerie Miles, cofundadora y editora de Granta en espa?ol ¡ªen cuya ¨²ltima lista de mejores escritores j¨®venes estaba Chapela¡ª, subraya que la idea de que ¡°hay algo nuevo en el uso del yo como centro narrativo es rid¨ªcula¡±, pero concede que en la era del selfi la escritura que toma al autor como eje central tiene rasgos particulares. ¡°Se abusa como ocurre con los selfis, pero si miramos a Annie Ernaux o Emmanuel Carr¨¨re lo suyo no es un autorretrato favorecedor, sino un yo que destripa al ser humano con pelos y se?ales, que mira a la persona m¨¢s all¨¢ de su esplendor¡±, reflexiona. ¡°La autoficci¨®n no est¨¢ agotada en escritores que lo usan para explorar y experimentar, pero es muy complicado exponerte como un animal en un zool¨®gico, hay que tener muy buena pluma. Muchos se equivocan, pero esto es todo o nada¡±.
¡°No s¨¦ si importa mucho como lo llamemos¡±, reflexiona Milena Busquets. ¡°Toda persona que escribe quiere hacer literatura y esto depende de la calidad, la ambici¨®n y el compromiso. Un escritor aspira a acercarse a la verdad¡±. Annie Ernaux es para ella un referente claro, ¡°una cirujana¡± que disecciona esa escurridiza verdad, cuya brevedad desmiente la tan extendida idea de que las mujeres se enrollan m¨¢s de la cuenta. Escribe Busquets en Las palabras justas: ¡°Las intimidades m¨¢s terribles que uno puede contar son siempre sobre uno mismo, no s¨¦ por qu¨¦ los dem¨¢s se preocupan tanto. En general, un escritor tiene m¨¢s de suicida que de asesino¡±.
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