Del monasterio a la gran ciudad: el escritor Juan G¨®mez B¨¢rcena se sumerge en la soledad contempor¨¢nea
El autor c¨¢ntabro, que se recluy¨® en un convento sin conexi¨®n a internet para ¡°experimentar el vac¨ªo¡±, explora la ambivalencia art¨ªstica de la soledad en su nuevo libro. Su ensayo conecta con la escritura de Olivia Laing y las ¨²ltimas pel¨ªculas de Wim Wenders y Aki Kaurism?ki
Hace medio a?o sal¨ªa irritada de ver Perfect Days. La pel¨ªcula era un encargo a Wim Wenders para poner en valor The Tokyo Toilet, los ba?os p¨²blicos que 17 arquitectos reconocidos construyeron en la ciudad en motivo de los juegos ol¨ªmpicos de Tokio 2020. Pero lo que ten¨ªa que ser un documental fue una pel¨ªcula y Wenders convirti¨® los ba?os de dise?o en el escenario del trabajador que los limpia, el verdadero protagonista.
El centro de gravedad es la soledad de un hombre de mediana edad que cada d¨ªa se levanta, recoge el colch¨®n, se afeita, riega las plantas y limpia los retretes con una delicadeza devota. Pero lo que pretende la pel¨ªcula no es presentarlo como un hombre hastiado con su vida mon¨®tona y precaria: vive momentos de plenitud cuando escucha Lou Reed (de ah¨ª el t¨ªtulo, de la canci¨®n de Transformer) por la ma?ana, lee cl¨¢sicos universales en el suelo bajo la luz de una bombilla o saca fotos anal¨®gicas del rayo de sol que se filtra a trav¨¦s de los ¨¢rboles desde el mismo ¨¢ngulo todos los d¨ªas. Hay cierta amargura en la pel¨ªcula, pero no la suficiente para evitar que quienes aquel martes por la noche nos hab¨ªamos refugiado en un cine sali¨¦ramos pensando que nuestra soledad era problema nuestro.
Lo que molesta de Perfect Days es que ni una sola de estas peque?as epifan¨ªas diarias del protagonista son veros¨ªmiles sin nosotros sentados al otro lado de la pantalla para aplaudir su humilde belleza. ?l cree que no est¨¢ solo, pero lo est¨¢ tanto que no se da cuenta de que, sin nadie para apreciar su relaci¨®n sensible con el mundo, ¨¦sta acaba en un acto de falsa soberan¨ªa. Wim Wenders me dec¨ªa que la soledad se salva aprendiendo a admirar la delicadeza de una flor, pero la pel¨ªcula me pareci¨® preciosismo na¨ªf. ¡°Es f¨¢cil estetizar la vida de este hombre si no vemos la mierda que limpia¡±, opina Juan G¨®mez B¨¢rcena cuando le pregunto si la vio. Acaba de publicar Mapa de soledades (Seix Barral), un ensayo donde repasa todas las acepciones de la soledad y, sobre todo, explora su ambivalencia. ¡°Mitificamos una vida como la del protagonista de Perfect Days a trav¨¦s de la noci¨®n de libertad: quien est¨¢ solo, es libre, creemos. Pero la soledad es esclava en muchos otros sentidos¡±, afirma.
Autor de varias novelas y un libro de relatos, Juan G¨®mez B¨¢rcena (Santander, 1984) ha saltado a la no-ficci¨®n sin abandonar a su narrador. No olvida la literatura cient¨ªfica ni la filosof¨ªa, pero trata el tema partiendo de su propia experiencia y la de personajes que van desde Horacio Quiroga hasta Miley Cyrus, Emily Dickinson, Leonora Carrington, la ballena m¨¢s solitaria del mundo, o los monjes de Santa Mar¨ªa de Huerta, un monasterio cisterciense en Soria. Desde all¨ª G¨®mez B¨¢rcena escribi¨® parte del libro, a mano, y sin ninguna conexi¨®n a internet ¡°para experimentar el vac¨ªo¡±.
Cuando le pregunto sobre el retiro, me corrige la palabra autoimposici¨®n por deseo: ¡°Me intriga y siempre quise conocer la soledad de los monjes porque en cierto modo me recuerda a la soledad de la artista: al menos los artistas que a m¨ª me gustan, consagran todas sus energ¨ªas en algo que tambi¨¦n es inmaterial. Hacer una obra de arte perfecta tiene algo de la entrega a lo divino¡±. La redenci¨®n improbable del protagonista de Perfect Days, ante los ojos del Dios de los cistercienses o del p¨²blico imaginado, se vuelve posible: ¡°La literatura, por tanto, est¨¢ atravesada por la soledad, pero esta debe ser superada para convertirse, precisamente, en literatura¡±, escribe G¨®mez B¨¢rcena.
Le gusta pasear por el parque del Retiro de Madrid, escribir de madrugada, y reconoce los personajes de sus novelas como gente solitaria. Pero buena parte de la g¨¦nesis del libro viene de una angustia: en una estancia en Buenos Aires, se vio a s¨ª mismo vagabundeando por calles desconocidas a la espera de una vida social prometida que nunca lleg¨®. ¡°Ah¨ª conoc¨ª una nueva forma de soledad¡±, escribe, ¡°la que solo puede florecer en los limbos, en las salas de espera, en los per¨ªodos de cuarentena. La soledad que se asienta en el tiempo conjetural de las promesas¡±. Desde ese limbo, el escritor empez¨® a te?ir la ciudad de su propia soledad: Buenos Aires entera parec¨ªa languidecer con ¨¦l.
Hay otro origen de Mapa de soledades: en ese momento de desamparo, G¨®mez B¨¢rcena visit¨® la casa de Horacio Quiroga, quien, por un delirio ¨¦pico, vivi¨® en medio de la selva de Misiones para alejarse del mundo. ¡°La soledad de Quiroga es expansiva, manifiesta, quiere ser vista. Se parece en algo a la soledad del estilita que se yergue sobre la columna y proclama: Miradme todos, estoy solo¡±. Una frente a otra, su soledad y la de Quiroga, se le aparecieron como complementarias: ¡°Me sorprendi¨® hasta qu¨¦ punto es un tema transversal e importante en el arte; hay un campo de reflexi¨®n muy amplio que ahora mismo est¨¢ teniendo lugar porque estamos viviendo m¨¢s conciencia acerca del problema de la soledad, pero hasta ahora s¨®lo se hab¨ªa planteado como enfermedad cr¨®nica o como salvaci¨®n¡±. No es lo mismo la soledad trascendente del desierto que la ansiedad del autor en su viaje y de ah¨ª el mapa: el libro est¨¢ dividido por cap¨ªtulos topogr¨¢ficos donde G¨®mez B¨¢rcena habita m¨²ltiples soledades en sus distintos espacios, reales y metaf¨®ricos, del casquete polar ¡ª¡±cuanto m¨¢s solos estamos, m¨¢s fr¨ªo tenemos¡±¡ª a la ciudad atomizada.
***
Que la ciudad moderna trajo consigo la soledad, o al menos una forma distinta de expresarla, es ya un t¨®pico. Vivimos m¨¢s juntos que nunca, las estad¨ªsticas sobre la soledad percibida no dejan de crecer, y ese desencajamiento urbano produce cada vez m¨¢s libros y pel¨ªculas, especialmente en la cultura anglosajona por lo exagerado de su individualismo.
De los pasillos del hotel de Lost In Translation a los paseos de Vivian Gornick por Nueva York, las astracanadas de las protagonistas de Girls o las figuras que Edward Hopper nos permite observar hastiadas en no-lugares, sabemos identificar inmediatamente lo que Olivia Laing define como esa ¡°inquietante combinaci¨®n de aislamiento y exposici¨®n¡±. En La ciudad solitaria (Galaxia Gutenberg, traducido por Catalina Mart¨ªnez Mu?oz), ensayo de referencia para G¨®mez B¨¢rcena, Laing resume la soledad urbana como ¡°la incertidumbre de que nos vean: de que nos miren de pasada, quiz¨¢, pero tambi¨¦n de que no nos vean, de que nos ignoren, de ser invisibles, de que nos desprecien, de que no nos deseen¡±. En los cuadros de Hopper suele haber ventanas abiertas desde la que se alcanzan otros edificios. Es imposible saber si nos arropa o nos juzga, pero sabemos que hay alguien ah¨ª.
La ciudad proporcion¨® libertad al individuo, que mezclado entre la muchedumbre pod¨ªa dejar atr¨¢s las constricciones sociales, pero olvid¨® la comunidad por el camino. Exactamente al rev¨¦s que todas las generaciones previas, nuestro estado por defecto es la soledad y cualquier forma de compa?¨ªa se percibe como una victoria individual. ¡°Hay una presi¨®n sobre la felicidad del individuo en las ciudades desarrolladas¡±, me dice G¨®mez B¨¢rcena, ¡°es probable que ante una peque?a frustraci¨®n en el logro de esas metas nos sintamos profundamente decepcionados y solos; en la ciudad hay mayor libertad, pero si no se emplea bien uno acaba aislado en medio de la masa¡±.
Olivia Laing considera que la gentrificaci¨®n de los barrios, cada vez m¨¢s higi¨¦nicamente indistinguibles, ha llegado a las emociones. Por una fantas¨ªa de control, hemos ido eliminando impurezas y protegiendo ¡°nuestro espacio¡± para eliminar el riesgo a la inconveniencia. G¨®mez B¨¢rcena menciona el documental La teor¨ªa sueca del amor, de Erik Gandini, que explica bien las consecuencias que el estado del bienestar del norte de Europa tiene en la soledad de sus habitantes. Resulta que cuando lo tenemos todo, se dispara el n¨²mero de mujeres que deciden tener hijos por inseminaci¨®n artificial porque no encuentran hombres a la altura de sus expectativas y de cad¨¢veres que pasan semanas en los apartamentos porque nadie los echa en falta.
¡°Es evidente que el feminismo ha afectado positivamente, pero tambi¨¦n ha obligado a los hombres a reconfigurar nuestro papel, y por tanto hay una crisis de identidad, hecho que me parece sano, pero tambi¨¦n nos enfrenta como sociedad a circunstancias de insatisfacci¨®n m¨¢s altas¡±, afirma. No sorprende cuando el documental acaba con una oda a la interdependencia de Zygmunt Bauman, que, sin quererlo, es el culpable de que demasiados articulistas hayan abusado del adjetivo l¨ªquido.
Le pido pron¨®sticos a G¨®mez B¨¢rcena y me dice que estamos en un ¡°momento bisagra¡±: la gente es cada vez m¨¢s pesimista con estructuras tan decimon¨®nicas como la familia o el amor rom¨¢ntico y ganan importancia la amistad y las utop¨ªas comunitaristas. Mientras eso s¨®lo tiene lugar en las conversaciones de las ¨¦lites culturales, cada vez m¨¢s gente f¨ªa la b¨²squeda de la pareja a los algoritmos. Una pareja matem¨¢ticamente compatible, como la promesa de libertad, planta un ideal que cualquier desajuste o incomodidad se hace intolerable. El deseo imposible de un otro dise?ado para comprendernos perfectamente produce un nuevo tipo de soledad.
Ese es el tema que lleva al extremo Fallen leaves, que comparti¨® cartelera con Perfect Days el invierno pasado. En la pel¨ªcula de Aki Kaurism?ki, un hombre y una mujer se conocen y desean de formas c¨®micamente inc¨®modas por las calles de un Helsinki retro de 2022, encadenan trabajos precarios y ocio decadente en un bar-karaoke. La gracia de la pel¨ªcula es que presenta como raro lo que era esperable en las comedias rom¨¢nticas de toda la vida. La sociedad tiene problemas y empieza la invasi¨®n en Ucrania, pero los personajes no se encuentran en la belleza de un momento perfecto y autocontenido, sino cuando suben al escenario de un bar-karaoke s¨®rdido, delante de desconocidos, y desafinan.
Mapa cultural sobre la soledad
LIBROS
Mapa de soledades, de Juan Gómez Bárcena. Seix Barral, 2024. 400 páginas, 20, 80 euros.
Partiendo de su propia experiencia y la de personajes que van desde Horacio Quiroga hasta Miley Cyrus o Emily Dickinson, en su primer ensayo Juan Gómez Bárcena cartografía la soledad y, sobre todo, su ambivalencia: la diferencia entre sentirse solo y estarlo, la soledad como patología contemporánea pero también como pulsión de retiro trascendente.
La ciudad solitaria, de Olivia Laing. Capitan Swing, 2017. Traducción de Catalina Martínez Muñoz. 288 páginas, 17,81 euros.
Publicado originalmente en 2016, en este ensayo Olivia Lang mezcló memoria personal en la ciudad de Nueva York y biografías de personajes célebres como Hopper o Andy Warhol para explorar la soledad en la ciudad, tanto la insatisfacción como sus posibilidades.
PELÍCULAS
Perfect Days, de Wim Wenders.
Koji Yakusho interpreta a un hombre que se dedica a limpiar baños públicos en Tokio. Vive una vida sencilla y repetitiva, y dedica su tiempo libre a la música, la fotografía y la lectura. Una fábula contemporánea sobre la importancia de la contemplación y la aceptación de la belleza cotidiana.
Fallen Leaves, de Aki Kaurismäki.
Ansa es soltera y trabaja como reponedora en el supermercado. Holappa es también soltero, también proletario y alcohólico. Con mucha ironía e incomodidad, Kaurismäki relata su encuentro y deseo en un Helsinki que vive de cerca el inicio de la invasión de Ucrania.
La teoría sueca del amor, de Erik Gandini.
En esta película documental, Erik Gandini relata a partir de distintos testimonios el individualismo y soledad en Suecia, vista internacionalmente como una de las ciudades con mayor estado de bienestar del mundo.
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