El agridulce 35? aniversario de la ca¨ªda del Muro en Alemania: con Trump, sin Gobierno de coalici¨®n y con un ¡®muro mental¡¯
Berl¨ªn conmemora la ca¨ªda de la RDA en plena crisis pol¨ªtica y econ¨®mica, y amenazas sobre la democracia liberal triunfante en 1989
La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, de la que este s¨¢bado se cumplen 35 a?os, posiblemente sea uno de los ¨²ltimos momentos gloriosos para la historia de Europa y el mundo. Pero la fecha se conmemora en un ambiente enrarecido. Por la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y la ruptura de la coalici¨®n gubernamental en Alemania. Tambi¨¦n por la sensaci¨®n de que, para muchos, persiste un muro mental entre el Este y el Oeste. Este muro, nadie ha logrado derribarlo.
¡°El fin de la Historia¡±, sentenci¨® el polit¨®logo Francis Fukuyama en aquel a?o de todos los milagros. En la tarde del 9 de noviembre de 1989, durante una conferencia de prensa de G¨¹nther Schabowski, portavoz del politbur¨® del Partido Socialista Unificado de la Alemania Oriental, anunci¨® las nuevas medidas que deb¨ªan permitir a los alemanes del Este viajar al Oeste. El corresponsal italiano Riccardo Ehrman le pregunt¨® cu¨¢ndo entrar¨ªa en vigor, a lo que Schabowski respondi¨®: ¡°Que yo sepa, desde ya mismo¡±.
El Muro, construido por el r¨¦gimen comunista en 1961 y s¨ªmbolo de la Guerra Fr¨ªa, se abri¨® as¨ª, con la pregunta de un periodista y la respuesta de un aparatchik. La libertad y la democracia avanzaban imparables, una revoluci¨®n pac¨ªfica sepultaba 40 a?os de dictadura comunista y los berlineses, los alemanes, los europeos pod¨ªan volver a vivir unidos. Un cuento de hadas, casi.
Hoy se celebra aquella gesta en Berl¨ªn, y es una celebraci¨®n en tono menor, sin apetito para los fuegos artificiales y el confeti. Hay sin duda una fatiga de las efem¨¦rides, lo que el fil¨®sofo protestante franc¨¦s Paul Ricoeur llamaba ¡°el exceso de memoria aqu¨ª, el exceso de olvido all¨¢, por no hablar de la influencia de las conmemoraciones y de los abusos de la memoria¡±. Y hay algo m¨¢s.
¡°El siglo XX fue un siglo marcado por la lucha entre la dictadura y la democracia, entre la libertad y la falta de libertad¡±, escribe el historiador alem¨¢n Ilko-Sascha Kowalczuk en Freiheitsschock (El choque de la libertad), su nuevo libro. ¡°1989 fue durante unos a?os el emblema de una suposici¨®n que entonces parec¨ªa evidente: esta lucha se hab¨ªa decidido en favor de la democracia y la libertad. Cada vez m¨¢s Estados se un¨ªan al lado liberal y democr¨¢tico del mundo¡±, a?ade Kowalczuk, que naci¨® y creci¨® en la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA). ¡°Pero esta tendencia hace tiempo que se detuvo, y se ha invertido¡±.
En Europa ¡ªen Occidente¡ª se consolidan las fuerzas que impugnan lo que hace 35 a?os triunfaba, y la democracia liberal se siente asediada. Que la victoria de Trump coincidiese el mi¨¦rcoles con la implosi¨®n del Gobierno tripartito alem¨¢n tras destituir el canciller socialdem¨®crata Olaf Scholz a sus ministros liberales, aliment¨® los relatos m¨¢s funestos: un hombre fuerte en la Casa Blanca que quiere abandonar Europa y una Alemania a su suerte en plena guerra de Rusia a Ucrania y con un pato cojo en la Canciller¨ªa y sin fecha a¨²n para las elecciones anticipadas tras quedarse en minor¨ªa. A la guerra y al regreso de Trump se suma una econom¨ªa que, por segundo a?o consecutivo, est¨¢ en recesi¨®n, una industria que es la columna vertebral del pa¨ªs y pasa por una de las peores crisis en a?os, y una angustia existencial al tambalearse los pilares del bienestar y el poder alemanes.
¡°Los pilares ya no aguantan¡±
¡°Es una crisis estructural, no coyuntural¡±, dec¨ªa hace unos d¨ªas, en su despacho en el Bundestag, el diputado democristiano Norbert R?ttgen. Y citaba, entre otros factores, el declive demogr¨¢fico, la burocracia, la productividad renqueante y la falta de innovaci¨®n y el precio de la energ¨ªa. Este es el diagn¨®stico econ¨®mico, pero hay otro geopol¨ªtico, y ambos est¨¢n ligados. Alemania ¡°externaliz¨®¡± en las ¨²ltimas d¨¦cadas su suministro energ¨¦tico a Rusia, su crecimiento econ¨®mico a las exportaciones a China y su seguridad a Estados Unidos. Con la guerra en Ucrania, la rivalidad entre Pek¨ªn y Washington (y la capacidad de la potencia asi¨¢tica de fabricar productos baratos y de calidad, como los autom¨®viles que antes compraba a Alemania) y el regreso de Trump a la Casa Blanca ¡°los pilares ya no aguantan, han sido derribados¡±, dice R?ttgen, que acaba de publicar el ensayo Demokratie und Krieg (Democracia y guerra). De nuevo los fantasmas del declive; de nuevo toca repensarlo todo.
Los alemanes recuerdan la ca¨ªda del Muro y ven un pa¨ªs ¡°desigualmente unido¡±, como dice el ¨²ltimo libro del soci¨®logo Steffen Mau, Ungleich vereint, otro t¨ªtulo, como Freiheitsschock, del g¨¦nero en boga de ensayos y novelas escritos por alemanes del Este sobre las esperanzas frustradas de la reunificaci¨®n. La tesis de Mau es que, pese a los avances, ¡°hoy se ve de manera m¨¢s clara que antes lo distintos que son el Este y el Oeste y que en un futuro pr¨®ximo seguir¨¢ siendo as¨ª¡±.
El ¨¦xito, en las recientes elecciones regionales en el Este, de la extrema derecha y la izquierda populista ¡ªjuntos suman el 40% de votos¡ª alimenta los debates. ?Hasta qu¨¦ punto los alemanes del Este, que vivieron m¨¢s de medio siglo bajo las sucesivas dictaduras nazi y comunista, son m¨¢s receptivos a discursos autoritarios? ?O no son, en realidad, iguales que el resto de los europeos, pues el auge de los extremos es un fen¨®meno general, y verlo como solo germanooriental es otro ejemplo de esa arraigada tendencia a mirarlos por encima del hombro?
Desigualdades
Los salarios germanoorientales se sit¨²an todav¨ªa un 30% por debajo de los salarios germanooccidentales y el patrimonio medio de un germanooriental no llega al 50% del de un germanooccidental, seg¨²n el ¨²ltimo informe anual que publica el Gobierno sobre el acercamiento entre Este y Oste. Los alemanes del Este representan cerca del 20% de la poblaci¨®n total de Alemania, pero solo un 8% de los dirigentes de medios de comunicaci¨®n y un 4% de los dirigentes empresariales.
Al mismo tiempo, ¡°desde hace una d¨¦cada la econom¨ªa crece en el Este m¨¢s r¨¢pido que en el Oeste y en los ¨²ltimos a?os se han instalado grandes empresas internacionales que invierten en tecnolog¨ªas de futuro y crean empleo¡±, se lee en el informe gubernamental. Problemas que se piensa que son aut¨®ctonos son comunes en las sociedades occidentales, como la divisi¨®n entre ciudades y zonas rurales o el sentimiento de abandono por partes de las ¨¦lites.
¡°La unidad alemana es una gran historia de ¨¦xito, no hay motivo para lamentarse, y los Estados federados de la Alemania del Este se cuentan entre las regiones con mayor bienestar de Europa¡±, subrayaba recientemente, en una conversaci¨®n con corresponsales, el historiador Kowalczuk. El problema es querer compararse con M¨²nich o Hamburgo ¡ªciudades ricas en un pa¨ªs rico¡ª, ¡°pero quien se mida con M¨²nich y Hamburgo en cualquier lugar de Europa pierde autom¨¢ticamente en la comparaci¨®n¡±.
Seg¨²n el autor de Freiheitsschok, la antigua RDA mantiene algo de laboratorio europeo, y lo muestra el ascenso por doquier de populistas y radicales, la sensaci¨®n de desarraigo, el declive demogr¨¢fico: fen¨®menos que no son exclusivos de estas regiones. ¡°Lo que sucede aqu¨ª¡±, afirma, ¡°llega siempre antes, es particularmente radical y va m¨¢s r¨¢pido¡±. Lo que sucedi¨® en 1989 en las ciudades y regiones del este del Elba envi¨® un mensaje de democracia y libertad a Europa, al mundo; quiz¨¢ ahora, 35 a?os despu¨¦s, est¨¦n diciendo algo bien distinto.
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