La revista ¡®Afal¡¯, un milagro art¨ªstico en una Espa?a oscura
Una muestra en Serrer¨ªa Belga recupera la historia de este hito decisivo en la fotograf¨ªa espa?ola
De la revista Afal se dice que fue un milagro. Un hecho asombroso, orquestado por dos visionarios, Carlos P¨¦rez Siquier (Almer¨ªa,1930 - 2021) y Jos¨¦ Mar¨ªa Artero (Almer¨ªa, 1921- 1991) desde una capital de provincia incomunicada territorialmente, Almer¨ªa, dentro del yermo cultural franquista, de la Espa?a de finales de los a?os cincuenta y principios de los sesenta. Un proyecto que tomaba como t¨ªtulo el acr¨®nimo de la Agrupaci¨®n Fotogr¨¢fica de Almer¨ªa y que conseguir¨ªa aunar a los fot¨®grafos m¨¢s inconformistas del momento, mientras daba entrada a los aires renovadores procedentes de distintos puntos de Europa. ¡°Una nueva voz libre de prejuicios, que intenta sacar a la fotograf¨ªa espa?ola de su desv¨¢n de anticuario¡±, como la dec¨ªan sus fundadores.
Fueron siete intensos a?os los que dur¨® la andadura, de 1956 a 1963, durante los cuales conseguir¨ªan consolidar dicha renovaci¨®n. Un periplo que recorre la exposici¨®n Revista Afal. Peque?a y libre, en el Espacio Cultural Serrer¨ªa Belga de Madrid. Centrado ¨²nicamente en la historia de esta publicaci¨®n, el nuevo proyecto complementa la lectura de la exposici¨®n celebrada en 2018 en el Reina Sof¨ªa, Una aproximaci¨®n a Afal. Donaci¨®n Autric- Tamayo. Sin un itinerario marcado y con un dise?o ¨¢gil y din¨¢mico, la nueva exhibici¨®n rememora el legado de aquella arriesgada empresa. ¡°Sin dinero, sin ayudas, ni el apoyo de ninguna firma comercial, fueron capaces de conectar la fotograf¨ªa m¨¢s interesante que se estaba produciendo en esos momentos en Espa?a¡±, destaca la historiadora Laura Terr¨¦, comisaria de la muestra. ¡°Fueron muy valientes a la hora de tratar los temas, contaban solo con la confianza de los suscriptores¡±.
En la muestra han quedado reunidos por primera vez los 36 tomos de la publicaci¨®n. Una colecci¨®n dif¨ªcil de encontrar, donde tanto el contenido gr¨¢fico como los textos rompen con los moldes de la ¨¦poca. La revista constitu¨ªa una ruptura frente a las agrupaciones fotogr¨¢ficas y concursos de aquel momento, dominados por los principios est¨¦ticos del pictorialismo, establecidos como los principales canales de difusi¨®n de la creaci¨®n fotogr¨¢fica. ¡°Afal, y nosotros no lo sab¨ªamos, era el Internet de la ¨¦poca¡±, advert¨ªa Xavier Miserachs, d¨¦cadas m¨¢s tarde.
Junto a las p¨¢ginas de Afal reproducidas en la pared, se presenta la obra de algunos de los componentes m¨¢s representativos del grupo: Carlos P¨¦rez Siquier, Francisco G¨®mez, Jes¨²s Aguirre, Joan Colom, Gabriel Cuallad¨®, Ram¨®n Masats, Xavier Miserachs, Oriol Maspons, Nicol¨¢s Muller, Francisco Onta?¨®n, Leopoldo Pom¨¦s, Alberto Schommer, Ricard Terr¨¦ y Julio Ubi?a. No hab¨ªa ning¨²n nexo est¨¦tico entre ellos. Cada uno manten¨ªa su individualidad. El nexo era su entusiasmo, su actitud vital, y una misma concepci¨®n de lo que era el medio fotogr¨¢fico. La revista obraba como una v¨¢lvula de escape para este grupo de contestatarios que pretend¨ªa documentar la realidad como reflejo del tiempo en que viv¨ªa. Ofrecer una visi¨®n aut¨¦ntica de esa Espa?a oscura y pobre, por encima de la calidad t¨¦cnica y los valores formales, donde la imagen adquir¨ªa un valor ¡°como instrumento de cultura y de comunicaci¨®n¡±.
De car¨¢cter bimensual, uno de los principales escollos a los que se enfrentaba la revista era conseguir el placet del censor provincial. ¡°Hubo n¨²meros enteros estuvieron a punto de ser retirados pero finalmente salieron¡±, se?ala Terr¨¦. ¡°Sin embargo, fueron varios los art¨ªculos, sobre todo los dedicados al cine, que hubo que retirar¡±. El destape supon¨ªa mucho m¨¢s riegos que el enfoque neorrealista de los reportajes. Artero escrib¨ªa al fotograbador: ¡°Tenemos a la censura local. La foto que acompa?o y que ser¨¢ portada del n¨²mero 27, debe llevar Afal en lugar que disimule lo m¨¢s posible la apertura de la camisa. Usted ya me entiende¡±.
Entre las firmas m¨¢s conocidas se presenta el trabajo de un fot¨®grafo que no se hab¨ªa expuesto con anterioridad: Jes¨²s Aguirre, que inicialmente colabor¨® desde Almer¨ªa y m¨¢s tarde desde Madrid. ¡°Tuvo bastante importancia dentro del Anuario de la Fotograf¨ªa Espa?ola editado por Afal¡±, destaca la comisaria. ¡°Una de sus fotograf¨ªas m¨¢s provocadoras muestra unos cerdos muertos, amontonados unos encima de otros, llam¨® mucho la atenci¨®n de Edward Steichen, entonces director del departamento de Fotograf¨ªa del MoMA, qui¨¦n en un momento dado consider¨® incluir a varios de los componentes del grupo en una exposici¨®n colectiva que finalmente no se hizo¡±.
Fue el fot¨®grafo Roger Doloy, creador de la asociaci¨®n Club photographique de Par¨ªs Les 30 x 40, quien sorprendido por el contenido del bolet¨ªn de la revista, se lo mostr¨® a Oriol Maspons. ¡°En Barcelona no hab¨ªa nada parecido¡±, asegura la comisaria. Ni tampoco en Madrid. A partir de ah¨ª, Maspons comenz¨® a animar a distintos fot¨®grafos a que enviasen material y surge ese intercambio entre esos j¨®venes. Y ellos mismos se llamaban ¡®los inquietos¡¯¡±. Comenzar¨¢n a llegar colaboraciones de art¨ªculos de cine, entre ellas las de Manuel Michel, Jos¨¦ Mar¨ªa Berzosa, Ricardo Mu?oz Suay y otros exiliados, aunque era imposible hacer alusi¨®n a cualquier cuesti¨®n pol¨ªtica. En 1959, el grupo Afal expondr¨¢ de forma colectiva con Les 30 x 40 en la Biblioteca de la embajada espa?ola de Par¨ªs. Una muestra que itinerar¨¢ por Berl¨ªn, Mosc¨² y Mil¨¢n, un recorrido ins¨®lito en aquellas fechas. As¨ª empezaron a sucederse intercambios con distintos pa¨ªses, como la participaci¨®n en el Salon Albert I de Charleroi, en B¨¦lgica y en la Bienal de Pescara. ¡°Fue algo muy ambicioso para unos j¨®venes que ten¨ªan entre 18 y 32 a?os¡±, advierte Terr¨¦.
La nueva exposici¨®n se articula en torno a distintos apartados, como la poes¨ªa, el humor, el cine, la censura, las artes gr¨¢ficas, los ingresos y las suscripciones. Tambi¨¦n pone el foco en las mujeres que colaboraron con la publicaci¨®n entre ellas, la Condesa de Campo Alange, Esthers Tusquets, Ana Fox Valle, la fot¨®grafa mexicana Ruth Lechuga y la belga Rose de Loz Biard.
A lo largo de los siete a?os de publicaci¨®n los contenidos fueron cambiando sensiblemente. Con el fin de imitar las portadas de revistas de gran tiraje como Life que hab¨ªan ido substituyendo las im¨¢genes de guerra por pin- ups, ilustrar¨¢n las suyas con retratos femeninos, la mayor¨ªa de Maspons.¡±Adopta un aire internacional, pero al tiempo pierde la fuerza que les hab¨ªan proporcionado las portadas m¨¢s experimentales, dentro del neorrealismo, o a veces de abstracciones, con mucha personalidad.¡±, apunta Terr¨¦.
¡°Dentro de Espa?a, tuvieron la ambici¨®n de hacer una revista de venta libre en los quioscos¡±, se?ala la comisaria. ¡°El impacto fue pr¨¢cticamente nulo. Yo creo que porque les faltaba el amplificador de la publicidad. Sin ella no hab¨ªa posibilidad de grandes tirajes, ni de soportar el trabajo de difusi¨®n. Todo resultaba muy caro para ellos. Fue un fracaso econ¨®mico. El inter¨¦s en ese momento en Espa?a por el cine y la fotograf¨ªa era nulo. S¨ª contaban con la respuesta de gente dentro del mundo de la cultura como suscriptores, pero no nos podemos inventar una historia de ¨¦xito de la revista, porque no la hubo¡±.
¡°Las revoluciones tienen que morir j¨®venes¡±, escrib¨ªa P¨¦rez Siquier, ¡°y no hay que procurar alargarles la vida porque languidecen¡±. En diciembre de 1963, los fundadores de la revista enviaron una tarjeta de defunci¨®n a sus socios. En ella aparec¨ªa una tumba infantil blanca rodeada de hierba. Sobre la l¨¢pida se lee: ¡°Revista AFAL 1956-1963 R.I.P.¡±. En el reverso aparec¨ªa la foto de un entierro con su cortejo obra de Miserachs.
Revista Afal. Peque?a y libre. Espacio Cultural Serrer¨ªa Belga. Madrid. Hasta el 23 de febrero
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