Toda la vida haci¨¦ndolo y a¨²n no sabes responder bien a un saludo
T¨² sigue diciendo que est¨¢s bien aunque tengas el peor d¨ªa de tu vida, pero afronta las consecuencias...
Cuando tus familiares, compa?eros, amigos y conocidos te saludan con el ¡°?c¨®mo est¨¢s?¡± de rigor, lo hacen por quedar bien. O eso piensas t¨², que das por hecho que conocen la respuesta. Porque t¨², ya acabes de discutir con tu pareja o te duela la muela del juicio, respondes siempre lo mismo: ¡°?Muy bien!¡±. As¨ª, con exclamaciones. Como si fuera el mejor d¨ªa de tu vida. Incluso sacas una sonrisa ¡ªo media, seg¨²n el d¨ªa¡ª, a ver si por esas te convences a ti mismo. Reconoce que en este punto eres un poco falso... ?Pero a qu¨¦ viene tanta mentira?
Este embuste es todo un cl¨¢sico que ayuda bastante a cambiar de tema, todo hay que decirlo, pero muchas veces tiene un trasfondo psicol¨®gico m¨¢s complejo de lo que parece. Para Mario Alonso Puig, cirujano, escritor y especialista en neurociencias, es una cuesti¨®n de educaci¨®n. Y no precisamente de la buena: ¡°No tenemos una buena alfabetizaci¨®n emocional y eso hace muy desafiante el poder conectar a nivel profundo con lo que sentimos, y con c¨®mo gestionarlo¡±. Personas perfectamente capaces de nombrar los r¨ªos de Europa, las maravillas del mundo y las lunas de Saturno son incapaces de soportar la m¨¢s m¨ªnima frustraci¨®n. Ll¨¦vales la contraria y les ver¨¢s actuar como ni?os de 3 a?os. En el fondo, esta reacci¨®n tambi¨¦n tiene mucho de cultural: nadie nos ha ense?ado a manejar las emociones, qu¨¦ hacer con el peso de la culpa, el fuego de la ira o la inc¨®moda compa?¨ªa de la tristeza.
Este analfabetismo emocional hace que el v¨¦rtigo sea una reacci¨®n com¨²n cuando nos asomamos al balc¨®n de nuestras propias zonas vulnerables, una sensaci¨®n que aumenta ante la perspectiva de que los dem¨¢s las descubran. Solo la idea de dejar de parecer perfectos a sus ojos y acabar siendo rechazados resulta aterradora. ¡°Hay personas que tienen m¨¢s facilidad para expresar c¨®mo se sienten, pero en ocasiones se evita para protegerse o por temor a ser rechazados, criticados o juzgados¡±, explica Laura Rojas Marcos, doctora en Psicolog¨ªa cl¨ªnica. En este punto, vale la pena atender al argumento de la profesora e investigadora de la Universidad de Houston Bren¨¦ Brown, para quien la vulnerabilidad no es debilidad, sino la medida m¨¢s precisa del valor: mostrarse vulnerable es mostrarse aut¨¦ntico e imperfecto, y la ¨²nica manera de cultivar relaciones de verdad.
Otro motivo que habitualmente lleva a fingir que uno est¨¢ bien es el miedo a sufrir. En estos casos, la mentira se convierte en un disfraz ¡°sonriente¡± para mitigar la angustia, una forma de actuar que recuerda al concepto de ¡°falso self¡± que el psiquiatra y psicoanalista Donald Woods Winnicott acu?¨® en 1960. Dicho concepto explica c¨®mo algunos hijos, al sentir que no llegan al ideal y las expectativas que tienen sus padres en ellos, construyen un personaje para protegerse. Incluso pueden llegar a negarse a s¨ª mismos por completo antes que aceptar que son distintos de lo que sus padres esperan, seg¨²n explica la psic¨®loga Melba ?lvarez Mart¨ªnez en una de sus publicaciones. Es decir, por miedo a sufrir evitamos dar informaci¨®n de ciertos aspectos dolorosos sobre nosotros mismos en cualquier ¨¢mbito (familiar, pareja, amistad...), sin saber que esta estrategia a la larga har¨¢ que nos duela el doble.
La huella de la era digital y la tiran¨ªa de la apariencia
Filtros, simulaciones y teatro social. Si hubiera que definir el presente colectivo, estos tres elementos har¨ªan un buen resumen. Dicho de otra manera, vivimos en la tiran¨ªa de la apariencia. Los perfiles de las redes sociales desbordan sonrisas, felicidad y experiencias inolvidables, como si el hecho de no estar bien no fuera algo habitual. Renegar de ciertos sentimientos inc¨®modos a cambio de algunas dosis de aprobaci¨®n social se ha convertido en un h¨¢bito que poco a poco lleva a aparentar una ficci¨®n y, a la larga, produce malestar. Somos presos de la modernidad l¨ªquida, como dir¨ªa el soci¨®logo y fil¨®sofo Zygmun Bauman, donde reina lo precario, lo instant¨¢neo y lo superficial.
En este contexto, ?es posible la sinceridad en lo que respecta a los sentimientos? S¨ª, aunque no es un camino f¨¢cil. Para Mario Alonso Puig, la clave est¨¢ en la aceptaci¨®n: ¡°Aceptar lo que es, sin intentar rechazarlo, reduce el sufrimiento. Mantenerse firme y sereno ante la prueba no es f¨¢cil y, sin embargo, es el camino. Por otro lado, compartir nuestro sentir sin lamentos, quejas o reproches es altamente saludable. Cuando uno siente que otra persona comprende su sentir, se siente en gran medida aliviada. Por eso escuchar es terap¨¦utico¡±. Para ello es necesario concienciarnos de que hay que salir del hermetismo y aceptar que no siempre podemos estar bien, y que el sufrimiento forma parte de la vida. De hecho, seg¨²n un estudio de la Universidad de Toronto y California, aceptar nuestras emociones negativas nos ayuda a sentirnos mejor y nos protege del estr¨¦s.
El siguiente paso ser¨ªa poner voz a ese malestar, pero ?hay que expresar todo lo que nos ocurre? La respuesta es no, no a todo el mundo. Hablar de nuestra intimidad y de aquello que nos duele implica seleccionar muy bien a qui¨¦n cont¨¢rselo, pero eso no impide que seamos sinceros: ¡°No estoy pasando por un buen momento¡¯, ¡®no estoy muy bien¡¯ o ¡®ya se pasar¨¢¡±, por ejemplo. Esto ya es suficiente, ya es un paso m¨¢s all¨¢ del falso y poco provechoso ¡°?muy bien!¡±. Luego ya hablaremos con quien nos sintamos m¨¢s c¨®modos y, quien sabe, si nos abrimos puede que nos eche una mano.
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