Convivencia y exclusi¨®n
Al plantear la inserci¨®n de los inmigrantes es preciso abordar la construcci¨®n de la convivencia
En las relaciones de convivencia, los hechos casuales suelen tener causas que, lejos de responder al azar, pueden ser identificadas mediante el an¨¢lisis social. No se trata tanto de predecir hechos o vaticinar sus efectos como de explicar las condiciones que favorecen el desarrollo de din¨¢micas sociales. Lo sucedido en el barrio del Bes¨°s, m¨¢s all¨¢ de su singularidad, debe ser emplazado en las complejas relaciones que se establecen entre colectivos minoritarios en contextos sociales marcados por la desigualdad. Es tiempo de iniciar el an¨¢lisis de lo ocurrido y extraer lecciones futuras.
Ya no hablamos de inmigraci¨®n, sino de convivencia: al plantear los procesos de inserci¨®n de los colectivos de origen inmigrante, es preciso abandonar la fase inicial de acogida, para abordar de forma amplia la construcci¨®n de la convivencia, que probablemente sea mucho m¨¢s dif¨ªcil que la primera, puesto que depende de actores y variables con m¨²ltiples combinaciones. Las Administraciones p¨²blicas han sabido orientar mejor sus recursos e iniciativas hacia la acogida que hacia la promoci¨®n de la convivencia, que en ocasiones han dejado en manos de la sociedad civil, o ampar¨¢ndose en un supuesto efecto autorregulador del espacio p¨²blico. Cuando el tejido asociativo est¨¢ debilitado, es f¨¢cil que se vea superado por la aceleraci¨®n de transformaciones en el perfil demogr¨¢fico y social de un barrio. Este ha sido el caso del Bes¨°s.
La investigaci¨®n policial tambi¨¦n tendr¨¢ que determinar si existe un m¨®vil xen¨®fobo
Atenci¨®n con categorizar estos hechos como conflictos raciales o ¨¦tnicos: ninguna de estas categor¨ªas puede explicar el homicidio de Ibrahima Dyey, a pesar de que tanto senegaleses como gitanos han apelado en sus discursos al componente colectivo. Ello configura un panorama en el que se predefine la animadversi¨®n entre ambos colectivos, que es m¨¢s que cuestionable. La investigaci¨®n policial tambi¨¦n tendr¨¢ que determinar si existe un m¨®vil xen¨®fobo como apuntan los compa?eros de la v¨ªctima. Pero de nuevo es el contexto el que nos ayuda a interpretar hechos singulares: el asentamiento de unos colectivos inmigrantes (en este caso senegaleses) y la resistencia al mismo que muestran otros colectivos (en este caso gitanos) que a su vez son cuestionados por el resto del contexto social. Tal vez exista una relaci¨®n entre los procesos de exclusi¨®n social que padecen ambos colectivos, que marcan sus relaciones.
Hay que evitar, por otro lado, la tendencia a minimizar hechos como este: hay una contradicci¨®n formal entre anunciar que se trata de un ¡°hecho puntual¡± y a continuaci¨®n hablar de posibles ¡°conflictos latentes¡± en este y otros barrios catalanes. Ello denota la incomodidad que provoca entre las instituciones p¨²blicas y otros actores sociales (entre ellos los representantes de los colectivos senegal¨¦s y gitano) toda evidencia de conflictividad social. Se tiende a pasar p¨¢gina r¨¢pidamente, sin apreciar la oportunidad para evaluar la salud de la convivencia social en estos barrios. No se trata tanto de la cantidad como de la cualidad de los hechos, que en este caso muestra la existencia de tensiones sociales subyacentes en un barrio con fr¨¢giles equilibrios.
Quiz¨¢s la primera valoraci¨®n que podamos extraer de este caso sea apreciar el riesgo que supone, para la calidad democr¨¢tica de nuestra sociedad, la transformaci¨®n del espacio p¨²blico de ¨¢mbito de sociabilidad en terreno de disputa. Remont¨¢ndonos a nuestra memoria, algo parecido ocurri¨® en 1999 en Ca n¡¯Anglada. Una discusi¨®n banal acab¨® convirtiendo la calle en terreno de disputa entre colectivos a los que la sociedad parec¨ªa negarles el acceso a otros espacios p¨²blicos de sociabilidad.
Jordi Moreras es investigador del Centro de Investigaci¨®n en Gobernanza del Riesgo de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.