La campa?a y los extraterrestres
Unos se?ores que parecen vivir en otro planeta se dedican durante 15 d¨ªas a hablar de una realidad que la mitad no disfruta y con un lenguaje que la otra mitad no entiende
Hace algunos a?os un profesor de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Queensland, en Australia, decidi¨® estudiar los aspectos pol¨ªticos de la interacci¨®n entre posibles civilizaciones extraterrestres y la civilizaci¨®n humana. El personaje se llama Michael Salla y estuvo dando clases hasta que un d¨ªa public¨® un art¨ªculo en el Washington Post con una extra?a revelaci¨®n. El encuentro secreto que supuestamente hab¨ªan mantenido Eisenhower y dos extraterrestres en una base militar de Nuevo M¨¦xico en la d¨¦cada de los cincuenta.
La relaci¨®n entre pol¨ªticos y extraterrestres tiene otros muchos ejemplos. En el a?o 2008, un candidato a las elecciones de Colorado, en EE UU, afirm¨® tener un v¨ªdeo de un extraterrestre que iba a demostrar ¡°de una vez por todas¡± la presencia de vida alien¨ªgena en la tierra. Se llamaba Peckman y con el tiempo se supo que su pretensi¨®n era que se tomara en serio una propuesta suya para crear una comisi¨®n de Asuntos Extraterrestres. Su iniciativa no le dio para llegar al cargo, pero el hombre alcanz¨® una gran repercusi¨®n medi¨¢tica. Casi paralelamente al anuncio del sorprendente v¨ªdeo, un psiquiatra chileno tuvo que salir por pies de Argentina tras anunciar que el por entonces presidente del pa¨ªs, Carlos Menem, era un extraterrestre infiltrado, miembro de una denominada Agencia de Inteligencia Gal¨¢ctica que lo hab¨ªa reclutado.
No siempre fue as¨ª, pero ¨²ltimamente las campa?as electorales son como una especie de encuentro entre una multitud de ciudadanos con un pu?ado de extraterrestres. Unos se?ores que parecen vivir en otro planeta y que se dedican durante 15 d¨ªas a hablar de una realidad que la mitad de los que los escuchan no disfrutan y con un lenguaje que la otra mitad de los ciudadanos no entienden. Es como un runr¨²n que va sucediendo por detr¨¢s de los quehaceres cotidianos de la inmensa mayor¨ªa y que apenas supone cambio sobre lo que ya llev¨¢bamos viviendo meses atr¨¢s, una campa?a que empez¨® hace varios a?os y que no par¨® ni despu¨¦s de las municipales ni las generales ni parar¨¢ despu¨¦s de las auton¨®micas. La campa?a electoral perpetua, esa que ni empieza ni acaba s¨®lo permanece.
Dec¨ªa John Lennon que la vida es lo que nos sucede mientras estamos pensando en hacer otras cosas. Algo parecido le ocurre a los ciudadanos con las campa?as, que desafortunadamente es lo que va sucediendo mientras la gente se ocupa de lo que va a suceder: el trabajo o la ausencia de ¨¦l, el colegio de los ni?os, la operaci¨®n que se retrasa, la hipoteca¡ Es como si nos olvid¨¢ramos que existe una relaci¨®n causa efecto entre lo que se vota y lo que luego ocurre. Esta vez, adem¨¢s, la campa?a es una cosa que est¨¢ ocurriendo como tel¨®n de fondo de la cr¨®nica judicial.
En Andaluc¨ªa hay un mill¨®n de parados y otro n¨²mero a¨²n por determinar de ciudadanos a las puertas de perder el trabajo que tienen. El modelo que dio alas a la econom¨ªa andaluza, sustentado en el ladrillo, ni levanta cabeza ni supone soluci¨®n para el futuro. Y el turismo, que es el otro pilar junto al sector servicios, aguanta el chaparr¨®n de la crisis como puede, que es regular. Chaparr¨®n que no alcanza al campo, que est¨¢ sufriendo las consecuencias de la falta de lluvias y la competencia de liberalizar las exportaciones desde Marruecos. ?Qui¨¦n ha prometido en esta campa?a una Agencia de Inteligencia Gal¨¢ctica para dar una soluci¨®n a esto? Nadie. Ser¨ªa bueno hablar de ello, en vez de seguir haci¨¦ndolo de cosas tan alejadas del ciudadano que deber¨ªan incluirse en la comisi¨®n de Asuntos Extraterrestres que ped¨ªa aquel candidato de Colorado.
La an¨¦cdota del psiquiatra chileno y el presidente argentino la le¨ª en el blog del periodista de TVE Vicente Romero, quien se cuestionaba sobre una posibilidad mucho m¨¢s impactante que la m¨ªa: ¡°?Y si algunos de estos pol¨ªticos fueran de verdad extraterrestres?¡± Y es que a veces, escuch¨¢ndolos, cabr¨ªa preguntarse: ?Pero en qu¨¦ planeta vive esta gente?
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