Los herederos de los Omeyas
Un libro repasa la vida de Al Mutamid, el rey guerrero y poeta, culmen del esplendor de la corte de los abad¨ªes en la Sevilla del siglo XI
Tras la desaparici¨®n del Califato de C¨®rdoba y la desmembraci¨®n del Estado Omeya en un mosaico de taifas independientes, todas ellas quisieron, en lo pol¨ªtico y en lo cultural, emular los tiempos del califa Abderram¨¢n III. Pero uno de los reinos musulmanes destac¨® en este sentido por encima del resto: la corte sevillana de los abad¨ªes.
El tercero de sus monarcas, Al Mutamid se convirti¨® en un mito, no solo por conseguir la incre¨ªble expansi¨®n de sus dominios, desde el Algarve hasta Murcia, sino por convertir su corte en foco de intelectuales y artistas que llegaron a tener cargos de responsabilidad. El propio Al Mutamid cultivar¨ªa la poes¨ªa ¡ªfue disc¨ªpulo del cordob¨¦s Ibn Zaydun¡ª a la par que la espada y la contienda.
Pilar Lirola, profesora de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad de C¨¢diz ha publicado un exhaustivo libro sobre la figura de este jerarca andalus¨ª y su familia, titulado Al Mutamid y los abad¨ªes. El esplendor del reino de Sevilla (siglo XI), editado por la Fundaci¨®n Ibn Tufayl de estudios ¨¢rabes y el Instituto de Cultura y Artes de Sevilla (ICAS), del Ayuntamiento hispalense.
Pilar Lirola estudia la figura del jerarca andalus¨ª y la llegada de los almor¨¢vides
La obra tiene la intenci¨®n de ofrecer una visi¨®n realista e hist¨®rica, basada y contrastada en fuentes fiables, de una figura que se ha visto alterada y tergiversada por la procedencia de muchas de las cr¨®nicas, especialmente las cristianas, que relataron su vida, as¨ª como de las leyendas que la continuaron. Un personaje que en el siglo XX sigui¨® estando presente en autores y artistas como Antonio Gala, Rafael Alberti, Fernando Qui?ones, Carlos Cano, Enrique Morente o Lole y Manuel, que escribieron y cantaron sobre ¨¦l. Incluso Blas Infante fue a visitar la tumba de Al Mutamid en 1924, en un viaje a Agmat (Marruecos) y le dar¨ªa pie a una obra propia.
"Las cortes de taifas, y m¨¢s concretamente la sevillana, con su pl¨¦yade de sabios, literatos, m¨²sicos y, especialmente, poetas, nada ten¨ªan que envidiar en su refinamiento a las orientales que les sirvieron de modelo o a la del mismo califato de C¨®rdoba, que hab¨ªa gozado de un gran desarrollo del g¨¦nero po¨¦tico a finales del siglo X. Al producirse la guerra civil o fitna y la consiguiente descentralizaci¨®n del poder, se extendi¨® la cultura por todo Al ?ndalus", escribe Lirola en la introducci¨®n de su obra.
Al Mutamid llevaba la espada y la pluma en la sangre. Su padre, conocido como Al Mutadid, quien hizo territorialmente fuerte al reino, fue adem¨¢s de un "guerrero sanguinario y col¨¦rico", como recuerda Lirola, un hombre que mostraba una especial sensibilidad por la poes¨ªa. "Se mostr¨® protector y promotor de literatos, especialmente de poetas, cultivando ¨¦l mismo este g¨¦nero, al igual que hab¨ªa hecho su padre, el cad¨ª. Durante su reinado la poes¨ªa logr¨® un alto grado de exquisitez, que lleg¨® a la cumbre en la corte de su hijo; quien instituy¨®, incluso, una casa dedicada a la poes¨ªa y a los poetas", escribe la arabista.
Pero el verdadero culmen se logr¨® bajo el reinado de Al Mutamid. Lirola no ahorra elogios sobre ¨¦l: "hombre candoroso, noble, cultivado y erudito, excelente poeta, espl¨¦ndido mecenas, protector de las ciencias y de las letras". Aunque la vida del rey, que habit¨® el Real Alc¨¢zar de Sevilla, fue terriblemente tr¨¢gica. Le toc¨® vivir un periodo de largas convulsiones pol¨ªticas y b¨¦licas que deriv¨® en la muerte de algunos de sus hijos, cuyos asesinatos lleg¨® a presenciar.
Y aunque durante dos d¨¦cadas Al Mutamid fue el m¨¢s poderoso de los reyes de taifa, no dej¨® de pagar las parias (tributo anual) que su padre hab¨ªa empezado a entregar religiosamente a Alfonso VI. "Esas parias, que el rey de Sevilla libraba, se fueron haciendo cada vez m¨¢s costosas y dif¨ªciles de satisfacer y, acosado por esa carga econ¨®mica y por las acometidas militares cristianas, Al Mutamid fue uno de los monarcas andalus¨ªes que solicit¨® el auxilio de los almor¨¢vides", recuerda la historiadora.
La llegada de los almor¨¢vides desde el norte de ?frica cambi¨® el tablero hispano. Frenaron a los cristianos, pero tambi¨¦n se quedaron en los territorios que fueron a liberar, acabando por anexionarse toda Al ?ndalus. El final de Al Mutamid es triste. Muri¨® prisionero en Agmat, al sur de Marraquech. Ten¨ªa 55 a?os. Entonces, comenz¨® la leyenda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.