Un rockero con gancho natural
El l¨ªder de Pereza se doctora como artista el d¨ªa en que su furgoneta le dej¨® tirado en la M-30 No fue el ¨²nico contratiempo de la semana: el martes, un accidente reafirm¨® su apego a la vida
La de ayer fue jornada de boca seca y nudo en el est¨®mago para Jos¨¦ Miguel Conejo Torres. El rockero huesudo y patilargo que responde sobre los escenarios al sobrenombre de Leiva se recluy¨® en su casa de la Alameda de Osuna, comi¨® m¨¢s bien poco y escogi¨® su furgoneta fetiche, una Volkswagen setentera en blanco y naranja, para poner rumbo a La Riviera. Pero el entra?able trasto, el mismo que sus fieles reconocer¨¢n por el v¨ªdeo de Nunca nadie, se declar¨® en rebeld¨ªa y dej¨® tirados a sus ocupantes en lo ancho de la M-30.
Los malos presagios para el concierto n¨²mero 13 de Miguel como artista en solitario solo se desvanecieron a las 21.45. Leiva encaden¨® sin respiro Nunca nadie, Penaltis, ?xtasis, Todo lo que t¨² quieras y Animales, primera concesi¨®n al repertorio de Pereza. Y s¨ª, los 2.000 fieles que llenaban la sala se las sab¨ªan todas. A?ejas y recientes. Prueba superada.
Lo de la furgo no fue el ¨²nico sobresalto de la semana. El episodio del martes por la ma?ana pudo haber sido mucho peor. Miguel y Jes¨²s, su amigo del alma, compart¨ªan coche y destino: una curva traicionera, un volantazo a la desesperada, un ¨¢rbol que se aproxima demasiado al parabrisas, el crujido de la m¨¢quina, el acero y las articulaciones. Para haberse matado. Pero la cosa qued¨® ah¨ª, en el susto y unas pocas magulladuras. Jes¨²s tarareaba anoche entre el p¨²blico las nuevas canciones de su colega. Y Miguel le dedic¨® la m¨¢s tierna de todas ellas, Vis a vis. ¡°Para celebrar nuestro nuevo cumplea?os com¨²n, el d¨ªa del que salimos vivos¡±.
Leiva es as¨ª. Chuleta. Entra?able. Ca¨®tico. Fotog¨¦nico como un Keith Richards del nuevo siglo porque ha estudiado cada v¨ªdeo de su gur¨² particular. Y rockero hasta el ¨²ltimo poro de la piel. Un buen amigo de Pereza, el periodista coru?¨¦s Tito Lesende, le mand¨® un sms el primer d¨ªa de la gira: ¡°?Qu¨¦ tal? ?Sientes presi¨®n?¡±. Y el autor de Diciembre, ese disco en solitario que anoche son¨® en su integridad, respondi¨®: ¡°T¨ªo, ?tengo ganas de pintar la furgoneta de fuego!¡±. Actitud, le llaman a eso.
¡°No se me ocurre nada m¨¢s rock, salvo Jerry Lee Lewis¡±, anotaba Lesende anoche con la consabida retranca norte?a. Y a?ad¨ªa: ¡°Leiva es joven, pero quiz¨¢s, a la edad del Killer, tambi¨¦n se case por s¨¦ptima vez con una familiar varias d¨¦cadas menor para que lo entierre en la cama¡¡±.
Leiva era un pipiolo cuando se encontr¨® por vez primera con su vecino Rub¨¦n Pozo, cinco a?os mayor y por entonces ¨ªdolo del barrio al frente de Buenas Noches Rose. Miguel mimetiz¨® los pantalones pitillo y las botas camperas, enseguida se convirti¨® en un hermano peque?o r¨¢pido y brillante. Los dos conservan hoy la llama de Pereza, aunque hayan emprendido caminos propios. Y Miguel se ha consagrado, pese a su juventud, como un rockero de escuela. ¡°Tiene un gancho natural que lo acerca igual a las vanessas que al roquer¨ªo con pedigr¨ª¡±, sintetiza Lesende, firma habitual de Rolling Stone.
Quienes conocen a Leiva destacan su ¨¦xito dual con las 'vanessas' y con el 'roquer¨ªo' de pedigr¨ª
El jueves transcurri¨® entre nervios y sobresaltos, pero a la noche no le falt¨® detalle: el nuevo ¨¢lbum, una versi¨®n de Sabina (Rubia platino) y hasta alguna de esas baladas de Pereza, como Amelie, con las que se derriten las quincea?eras guapas. ¡°Leiva es un genio de curiosidad insaciable que empez¨® abonado a los Stones y nos est¨¢ saliendo m¨¢s Beatle que el propio Rub¨¦n¡±, anotaba el fot¨®grafo musical Juanlu Vela, otro buen conocedor de la pareja. A su juicio, Conejo es un tipo t¨ªmido que esconde a un gran actor. ¡°Le he hecho miles de fotos y a veces sospecho que tiene los movimientos estudiados. Tiene el rictus del rockero aut¨¦ntico¡±.
Rub¨¦n Pozo tambi¨¦n llevar¨¢ a las tablas en breve (el 17 de mayo en Joy Eslava) su primera criatura solista, Lo que m¨¢s. La suya quiz¨¢s sea una propuesta algo m¨¢s orientada a salas y garitos, pero parece evidente que, si no compartieran banda, Rub¨¦n y Miguel encajar¨ªan en los carteles de los mismos festivales. As¨ª lo corroboraba Antonio Moreno, un joven que apuraba entre el p¨²blico un mini de cerveza junto a su amigo Rub¨¦n. ¡°Seguro que para Pozo tambi¨¦n pillamos la entrada. De los dos nos gusta la autenticidad, el descaro, incluso ese rollo de rebeld¨ªa en dos chicos de un barrio tan refinado como la Alameda¡±, resumi¨®.
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