Autonom¨ªas y gasto p¨²blico
La descentralizaci¨®n adapta mejor las pol¨ªticas a las necesidades y genera igualdad
Un gobierno descentralizado es m¨¢s caro que uno centralizado. Existe una estructura administrativa a?adida y m¨¢s instituciones ejecutivas y legislativas. Adem¨¢s, la descentralizaci¨®n suele requerir cooperaci¨®n en pos de objetivos comunes (como la estabilidad presupuestaria). Finalmente, descentralizar lo que no se debe descentralizar puede generar distorsiones e ineficiencias absurdas.
?En el otro lado de la balanza, la descentralizaci¨®n tiene ventajas potenciales muy importantes. Permite adecuar mejor las pol¨ªticas p¨²blicas a las preferencias y necesidades de los ciudadanos, posibilita experimentar con f¨®rmulas de gesti¨®n y estrategias diferentes para determinar cu¨¢l es la mejor soluci¨®n, permite acomodar la diversidad y mantener unidas a comunidades pol¨ªticas distintas. Adem¨¢s, en el caso espa?ol la descentralizaci¨®n no ha generado desigualdad. M¨¢s bien al contrario. La descentralizaci¨®n ha permitido a los territorios menos desarrollados converger en materia de servicios p¨²blicos con los m¨¢s ricos: hoy no es mejor un hospital o colegio p¨²blicos de Madrid o Catalu?a que uno gallego o extreme?o. De hecho, los datos para Espa?a y otros muchos pa¨ªses demuestran que la centralizaci¨®n no era (es) garant¨ªa de igualdad en la calidad de los servicios. La diferencia es que con servicios centralizados las diferencias son menos visibles y transparentes. Se habla menos de ellas.
Mi evaluaci¨®n global del proceso descentralizador en Espa?a es claramente positiva, lo que no es ¨®bice para reconocer disfuncionalidades y problemas. Algunas tienen que ver con haber superpuesto una estructura de corte federal sobre otra centralizada (diputaciones, subdelegaciones del gobierno). Otras con la todav¨ªa escasa ¡°cultura federal¡± de los ciudadanos y los pol¨ªticos, que garantice la lealtad institucional (reformas impositivas, cumplimiento de acuerdos multilaterales) o la cooperaci¨®n horizontal y vertical entre Administraciones. Un tercer conjunto con la descentralizaci¨®n de materias que no parece dictada por la racionalidad. Y, finalmente, no hay que olvidarse del limitado control al que los ciudadanos de algunos territorios han sometido a sus gobernantes auton¨®micos.
Pero todo lo anterior nos llevar¨ªa a la necesidad de profundizar, mejorar y ajustar lo que tenemos. No a desmontarlo. Es como esa pareja en general bien avenida que se plantea el divorcio por una discusi¨®n puntual, o ese padre que por una bronca con un hijo se plantea el hecho de haberlo tenido. Hacer eso no de de personas equilibradas
?Es Esperanza Aguirre una persona desequilibrada en este sentido? Quiz¨¢ s¨ª o no. Lo que s¨ª me parece es que sus recientes declaraciones sobre el Estado auton¨®mico y la devoluci¨®n de competencias tienen que ver con un escaso aprecio de la descentralizaci¨®n pol¨ªtica propia de quienes viven en la capital del pa¨ªs. No por casualidad es Madrid y las dos Castillas donde el sentimiento de pertenencia a una comunidad pol¨ªtica aut¨®noma es menos intenso. Probablemente, ser¨ªa imposible que responsables pol¨ªticos del Partido Popular en Galicia, Pa¨ªs Vasco, Navarra, Catalu?a o Canarias dijesen algo parecido. Tambi¨¦n, y vinculado a lo anterior, las palabras de Aguirre beben de un discurso recentralizador que se transmite a trav¨¦s de medios de comunicaci¨®n diversos y en el que se tiende a remarcar los defectos de la descentralizaci¨®n y a ignorar sus aspectos beneficiosos.
Y en el trasfondo de todo lo anterior, la posibilidad de que estemos ante un fen¨®meno que se da en muchos pa¨ªses federales, comenzando con Estados Unidos y Canad¨¢: la existencia de olas descentralizadoras y recentralizadoras. Cuando se ponen las luces largas, se aprecia que el grado de descentralizaci¨®n var¨ªa a lo largo del tiempo. Guerras, profundas crisis econ¨®micas y otros shocks de primera magnitud cambian los equilibrios y las preferencias y empujan en uno u otro sentido. En Espa?a llevamos tres d¨¦cadas de proceso descentralizador y la crisis econ¨®mica y financiera no tiene parang¨®n en muchas d¨¦cadas ?Es posible que estemos asistiendo a un punto de inflexi¨®n? El tiempo lo dir¨¢.
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