La tragedia hecha chatarra
Vilamart¨ªn y A R¨²a acuerdan retirar los restos del autob¨²s en el que murieron 12 escolares y el conductor en 1977, cuando regresaban del colegio para comer
Las ni?as iban delante. Siempre iban delante ¡°porque el ch¨®fer era un se?or alegre, muy simp¨¢tico, y bromeaba mucho con ellas¡±. Por eso cuando se rompi¨® la mangueta de la rueda derecha del eje anterior y el autob¨²s se qued¨® sin direcci¨®n y sin frenos, Jos¨¦ Manuel Pinto, que pocos d¨ªas antes de aquel 19 de abril de 1977 hab¨ªa cumplido 15 a?os, no oy¨® la voz alterada del conductor, ¡°?nenos, agarr¨¢devos!¡±, porque el chillido de terror de las escolares ahog¨® la advertencia.
El grito infantil y femenino, ¡°inconfundible¡±, sigue instalado hoy en el o¨ªdo interno de este vecino. Lo mismo que el ya entonces trasnochado bus de la Empresa Trives qued¨® engarzado en la ribera derecha del Sil como un piercing de 35 a?os. A bordo viajaban unos 40 alumnos del colegio de A R¨²a que volv¨ªan a casa, a Vilamart¨ªn de Valdeorras y a San Miguel de Outeiro, para comer. Los de Penouta, un poco m¨¢s lejos y al otro lado del r¨ªo, se libraron porque eran todos mediopensionistas. Y un par de los que s¨ª iban tambi¨¦n se salvaron de lo peor porque no estaban sentados, y salieron despedidos en los primeros zarandeos que peg¨® el coche en la carretera. Uno de estos se acababa de levantar porque quer¨ªa ver el radiocasete con el que jugaban los de la ¨²ltima fila.
Luego, el bus se precipit¨® sobre la v¨ªa del tren desde una altura de 50 metros y qued¨® con las ruedas mirando al cielo. Murieron, adem¨¢s del jovial conductor, Manuel Gonz¨¢lez, 12 menores de entre seis y 14 a?os, la mayor¨ªa ni?as de aquellas que siempre iban delante. Tambi¨¦n fallecieron dos hermanos gemelos, Miguel y Manuel, de Vilamart¨ªn, ¡°Nacieron juntos y murieron juntos¡±, dijo su padre. Faltaban dos kil¨®metros para llegar a San Miguel, la primera parada, igualmente en el municipio de Vilamart¨ªn. Estaban a punto de empezar las fiestas de San Xurxo en el ayuntamiento. Desde entonces, el funeral anual por todos los ni?os que ya no volvieron a jugar en la calle viene a ser la inauguraci¨®n del programa.
Se levant¨® para ver el casete que ten¨ªan los de atr¨¢s, sali¨® despedido y se salv¨®
Ante tanto hueso roto, tanta v¨¦rtebra partida, tanto traumatismo craneoencef¨¢lico, don Andr¨¦s, el m¨¦dico de Vilamart¨ªn, decidi¨® que no pod¨ªa hacer nada y determin¨® que los heridos fuesen transportados, por los medios que fuera, a los hospitales de Ponferrada y Ourense. Llegaron incluso ambulancias de Portugal, pero era tarde. A la mayor¨ªa se los llevaron en coches particulares y en la furgoneta de alguna muebler¨ªa. El conductor del bus muri¨® por el camino. Al d¨ªa siguiente, la noticia abr¨ªa la prensa de toda Espa?a, compartiendo portada con Jimmy Carter, la legalizaci¨®n del PC y foto de un rey que a¨²n publicitaba sus viajes.
Renfe apart¨® a un lado el autocar y los trenes siguieron circulando, pero nadie se preocup¨® por retirar de la orilla aquel chasis que recordaba la tragedia. La maleza y el musgo fueron integr¨¢ndolo luego en el ecosistema, pero los hierros, la pintura, los neum¨¢ticos aguantan sorprendentemente. ¡°Dentro le crecieron ¨¢rboles, dos o tres. Ya tienen troncos de 40 cent¨ªmetros¡±, describe el alcalde de Vilamart¨ªn, Enrique ?lvarez. ?l hab¨ªa olvidado que aquello segu¨ªa all¨ª. Hasta que otro accidente mortal, en el mismo lugar, refresc¨® la memoria colectiva.
Tanto tiempo despu¨¦s, los alcaldes de A R¨²a y Vilamart¨ªn han tenido que determinar a qu¨¦ lado de la linde municipal hab¨ªa ca¨ªdo el autocar (result¨® que en A R¨²a), pedir permiso a la confederaci¨®n hidrogr¨¢fica y buscarse la vida, mientras practican funambulismo presupuestario, para retirarlo al fin. ¡°La semana que viene, o la otra, en cuanto remitan las lluvias y baje el caudal del r¨ªo¡±, asegura ?lvarez, los bomberos se internar¨¢n en la selva. Abrir¨¢n una pista y cortar¨¢n el autob¨²s. La chatarra ir¨¢ al desguace.
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