Proxeneta, especie protegida
Las v¨ªctimas de trata tienen las de perder cuando, pese a las amenazas, denuncian Colectivos de ayuda a las prostitutas critican la ¡°connivencia¡± institucional
Las que denuncian ?qu¨¦ alternativa tienen? ?Ir a un centro de acogida a cambio de una hipot¨¦tica protecci¨®n? Conozco v¨ªctimas de trata que se arriesgaron a denunciar y desaparecieron. No volv¨ª a saber de sus vidas. La gente no ve el trastorno psicol¨®gico que llevan con ellas. Intentan dejar la prostituci¨®n, patean de puerta en puerta dejando el curr¨ªculum, y al a?o vuelven a caer porque solo las quieren en los clubes. Se van a otras zonas, cambian de nombre y siguen ejerciendo¡±. Carmen Lago, presidenta de Faraxa, la asociaci¨®n abolicionista de Vigo que sustituy¨® a Alecr¨ªn en el apoyo a las prostitutas, atiende el m¨®vil primero desde Urgencias, que est¨¢ all¨ª con una chica, y luego desde la sede de su colectivo con el o¨ªdo atento al portero autom¨¢tico porque la polic¨ªa ha quedado de llevarle a varias inmigrantes que cayeron de madrugada en el Witiza de Mos. ¡°Conmigo, ellas se sienten m¨¢s c¨®modas. A la poli no le cuentan nada. Se callan porque los propios due?os de los clubes las tienen aleccionadas de que los agentes son sus amigos¡±.
Los proxenetas son una especie protegida. La Rede Galega contra a Trata, que agrupa a colectivos como C¨¢ritas o M¨¦dicos del Mundo, pero tambi¨¦n investigadores de la materia como la soci¨®loga de la Universidade de Vigo Silvia P¨¦rez Freire, prepara estos d¨ªas un escrito que denuncia de la connivencia ¡°judicial, policial, gubernamental¡±, y por supuesto tambi¨¦n social, que existe con estas tramas. Las noticias sobre prostituci¨®n no interesan, casi nadie las lee. Ni siquiera las aberraciones humanas y los esc¨¢ndalos benem¨¦ritos del caso Carioca. Es como si se asumiese que estas mujeres pertenecen a un submundo invisible, con el que no hay que cruzarse.
El 19 de abril se conoci¨® el ¨²ltimo fallo judicial para desaliento de las que pensaban dar un paso adelante y salir del agujero. Una colombiana de nombre supuesto Cristina hab¨ªa denunciado a algunos de los m¨¢s conocidos empresarios del alterne en Galicia por amenazas, retenci¨®n ilegal y otras pr¨¢cticas esclavistas como la absorci¨®n total del dinero que generaban sus pases. El proceso comenz¨® en 2001, pero el juicio tuvo que suspenderse sucesivas veces y no concluy¨® hasta el pasado 20 de marzo porque la testigo oficialmente protegida desapareci¨® y no volvi¨® a dar se?ales hasta ahora. La ¡°dilaci¨®n indebida¡± llev¨® al fiscal, Augusto Santal¨®, a reducir la pena demandada de 10 a cuatro a?os, y al final en la decisi¨®n del tribunal, en la Audiencia de Pontevedra, pesaron como el plomo el tiempo transcurrido y las contradicciones en los testimonios de la acusaci¨®n y de otras mujeres tra¨ªdas para la ocasi¨®n.
Para evitar 300 euros de multa por los d¨ªas de menstruaci¨®n, se introducen esponjas
¡°?Por qu¨¦ tiene que ser la declaraci¨®n de la v¨ªctima lo m¨¢s importante para la sentencia?¡±, pregunta P¨¦rez Freire. ¡°Si la polic¨ªa hiciese bien las diligencias y aportase pruebas documentales (que las hay en todos los clubes, basta con ver los libros de actividad), habr¨ªa m¨¢s condenas. Pero resulta que ellas, para la justicia, no son testigos de total credibilidad, terminan teniendo lagunas porque los procesos son muy largos. En todo ese tiempo reciben muchas presiones y muchas de las contradicciones son derivadas del miedo¡±, defiende esta investigadora del fen¨®meno de la prostituci¨®n. ¡°Eso de testigo protegida es un parip¨¦. Ellas est¨¢n amenazadas y no sienten ninguna protecci¨®n¡±.
¡°Much¨ªsimos polic¨ªas siguen pensando que ellas vienen a esto porque quieren, no tienen en cuenta la situaci¨®n paup¨¦rrima de sus familias. Deber¨ªan ir a cursos de sensibilizaci¨®n¡±, dice la soci¨®loga. ¡°Para los fiscales estos juicios son una patata caliente. No los quieren¡±, contin¨²a. El d¨ªa de la ¨²ltima sesi¨®n en Pontevedra, en los pasillos, todo el mundo vaticinaba la absoluci¨®n. Seg¨²n personas pr¨®ximas a la investigaci¨®n Carioca, la juez que instruye el mayor sumario sobre prostituci¨®n que recuerda Galicia segu¨ªa atenta el proceso. Tem¨ªa que, en el ¨²ltimo momento, Cristina se desdijese, pero mantuvo sus acusaciones.
Para evitar un resultado semejante cuando alg¨²n d¨ªa acabe la instrucci¨®n y pase el caso a otro juzgado de Lugo, la magistrada Pilar de Lara ata y ata cabos desde 2009. ¡°Est¨¢ sola, cada vez m¨¢s¡±, porque en su investigaci¨®n de la red mafiosa ¡°toca resortes cada vez m¨¢s importantes¡±, cargos m¨¢s altos de las diferentes instituciones y cuerpos de seguridad salpicados, asegura P¨¦rez Freire.
El principal imputado de la Carioca, el proxeneta Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Ad¨¢n, due?o del Queen's, tambi¨¦n se sentaba en el banquillo de la sala segunda de la Audiencia de Pontevedra y, como los dem¨¢s, sali¨® indemne de esta, igual que de una anterior denuncia. En Lugo, en cambio, ¡°le ha ca¨ªdo medio C¨®digo Penal encima en imputaciones¡±, describen abogados relacionados con el caso. Pero Cristina tambi¨¦n se hab¨ªa atrevido a denunciar a otros reyes de la noche como Manuel Manteiga Rodr¨ªguez, alias El Incre¨ªble (liberado por el Supremo de una condena de 34 a?os) y sus socios (ambos en paradero desconocido desde 2004 a causa de la misma sentencia) Manuel Ulloa Manteiga, El Melenas, y Jos¨¦ Isolino Rico Chor¨¦n, El Pelao.
La asociaci¨®n Faraxa elabora una lista negra de abogados aliados de los clubes en Galicia
La lista de acusados (y absueltos) del juicio de Pontevedra se completaba con otro hist¨®rico, Manuel Antonio Ferreiro L¨®pez, El Gato; su empleado en el Keops de Ourense Carlos Varela S¨¢nchez; y la mujer que, seg¨²n Cristina, captaba a las mujeres y las trasladaba de club en club, a trav¨¦s de la mara?a de empresarios del sexo ajeno, Ana Milena G¨®mez Reyes.
Durante el juicio, el sistema de videoconferencia y el biombo (tan torpemente instalado) fueron la prueba emp¨ªrica de lo absurdos que son los mecanismos de protecci¨®n que se ofrecen a estas v¨ªctimas. Una testigo pidi¨® el biombo en la sala, pero fuera de ella fue llamada a voz en grito por la asistente del juez y se sent¨® a esperar que terminase el juicio anterior en el mismo vest¨ªbulo que los acusados.
Todos sab¨ªan qui¨¦n se escond¨ªa tras el seud¨®nimo de Cristina. El fiscal Santal¨® tambi¨¦n lo reconoce: ¡°Si una mujer dice que trabaj¨® con unos se?ores, esos se?ores van a saber qui¨¦n es. Esto es la Administraci¨®n de Justicia y se pone un biombo... A lo mejor habr¨ªa que revisar la Ley de Protecci¨®n de Testigos¡±.
El temor a las represalias est¨¢ por encima de cualquier garant¨ªa de papel. ¡°La gran mayor¨ªa de las veces, las v¨ªctimas no denuncian, los delitos no llegan al juzgado, ?tienen un miedo tan grande!¡±, lamenta Lago. ¡°Tengo un caso entre manos que s¨¦ que va a quedar en nada. Declarar, para ella, es un suplicio. Volver al club para explicarse con la polic¨ªa va a ser horrible. En general, pasa el tiempo y pierden las ganas de luchar¡±.
Aqu¨ª no tienen a nadie. Son ellas, su deuda (dependiendo el pa¨ªs de procedencia puede variar entre 6.000 y 55.000 euros; y hasta se ven obligadas a entregar la casa de sus padres en dep¨®sito) y las amenazas. Contra ellas mismas y contra sus familias en otro extremo del mapamundi. Son jovenc¨ªsimas, pero muchas ya han parido varios hijos. Deuda aparte, en Galicia hay empresarios que multan a las mujeres por faltar un d¨ªa al trabajo. Una ausencia, 100 euros. Tres d¨ªas de menstruaci¨®n, 300 euros. Para no perderlos, se introducen una esponja y siguen. ¡°Yo ya he tenido que ir a Urgencias con algunas que se olvidaron de quitarla. Al mes siguiente se acordaron porque no les bajaba la regla. Ten¨ªan una infecci¨®n de caballo¡±, relata Lago.
Cristina, en el juicio, insisti¨® en que no la dejaban salir de los clubes. El informe policial dijo que el pestillo se accionaba libremente desde dentro. ¡°No es cuesti¨®n de cerrojos¡±, defiende Lago, ¡°el miedo es la puerta cerrada a cal y canto¡±. ¡°Si elaboras un clima de coacci¨®n y terror no tienes que tener a una mujer cerrada en una habitaci¨®n¡±, coincide la fiscal de Extranjer¨ªa de Pontevedra, Susana Garc¨ªa-Baquero. En cuanto vencieron el p¨¢nico y fueron en procesi¨®n al juzgado a contar lo que hab¨ªan vivido, las testigos de la Carioca empezaron a recibir terror¨ªficas advertencias a trav¨¦s del m¨®vil o mediante emisarios.
¡°Cuando hay una redada, ellas son las v¨ªctimas y las delincuentes¡±, los proxenetas, que se presentan como hosteleros, se?alan a sus hu¨¦spedes y se lavan las manos. Son ellas las que pasan hasta 72 horas en el calabozo. Y el letrado que les mandan los clubes, solo por visitarlas en comisar¨ªa, ¡°les cobra 300 euros¡± que luego, en el papeleo subsiguiente ¡°se convierten en 2.000¡±. Lago asegura que ¡°hay un mogoll¨®n que viven de esto¡± y est¨¢ preparando una ¡°lista negra¡± de abogados.
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