Lo mejor que hay
Manolo Garc¨ªa, el artista fiable, actu¨® en el Coliseum
S¨ª, hay cosas mejores que ser del Bar?a. O al menos hay cosas poco menos que matem¨¢ticas. Por ejemplo ser seguidor de Manolo Garc¨ªa, un artista m¨¢s fiable, rocoso, econ¨®mico y popular que un motor diesel. Para sus fans Manolo no falla: modula sus apariciones, resulta cercano, propone una est¨¦tica proletaria inspirada en lo corriente, es generoso en sus conciertos ¨Cdos horas y media-, no abandona el repertorio que hizo popular con El ?ltimo, mantiene en forma su garganta y huye de la idolatr¨ªa esquivando como mejor puede la pleites¨ªa de su p¨²blico. No hay nada m¨¢s reconfortante en este mundo que seguir a Manolo. Y ah¨ª est¨¢, un a?o m¨¢s en la cresta.
Tanto es as¨ª, tan meticulosa es la recreaci¨®n de sus pautas, que lo ¨²nico que cambia en sus conciertos, y poco, son las nuevas canciones. Manolo tiene una horma que se repite a s¨ª misma con tal fidelidad que ni hacen falta nuevos modelos. S¨ª, en el primero de sus 6 conciertos en Barcelona sonaron nueve nuevas composiciones que se impusieron por tener el ¡°sonido Manolo¡± m¨¢s que por cualquier otro motivo, por representar un molde que casi no necesita variaci¨®n. Entre las 29 piezas que interpret¨® no hubieron grandes hallazgos: estribillos resultones, ¡°Estoy alegre¡±; estribillos menos resultones combinados con estrofas efectivas ¡°Sabr¨¢s que andar es un sencillo vaiv¨¦n¡±; manolismos tipo ¡°prefiero ser espada roma en medio de la batalla¡± ¨CSombra de tu sombrero-; versiones impropias como la de ¡°Insurrecci¨®n¡± tomada v¨ªa Miguel R¨ªos, un Los ¨¢ngeles no tienen h¨¦lices sin la tensi¨®n r¨ªtmica del original y una preciosa Disneylandia con teclado para abrir un concierto que se cerr¨® con la tradicional ranchera. Y, por supuesto, un pu?ado de canciones que s¨®lo Manolo puede convertir en ¨¦xitos: Somos levedad, San Fernando.., Zapatero.
Para completar la oferta la escenograf¨ªa del concierto mantuvo ese aire de ocurrencia corriente tan propia de Manolo: tenedor colgando del pie de micro entre laterales de jaula de p¨¢jaro, cortinajes que se retiraban e introduc¨ªan en escena a mano mediante un tropel de operarios, festones que remit¨ªan a desechos urbanos, una bailarina tirando a realismo socialista y, por supuesto, un vestuario de trabajador que en el Coliseum se adapt¨® a la solemnidad mediante una chaqueta. Manolo. Esta vez sin exceso de reivindicaciones, las cosas se est¨¢n volviendo tan obscenas en su evidencia que casi no hay que evocarlas -Manolo record¨® peajes, francotiradores protegiendo banqueros, injusticia social, desd¨¦n hacia la m¨²sica popular y anunci¨® que ced¨ªa beneficios a la lucha contra el c¨¢ncer de pr¨®stata- y protagoniz¨® otro concierto triunfal en el que el p¨²blico vivi¨® dos horas y media extasiado. Literalmente. S¨®lo pod¨ªa llamarse Manolo y apellidarse Garc¨ªa.
POP ROCK
Manolo Garc¨ªa
Coliseum
4 Mayo 2.012
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