El eterno retorno
¡®Ni?os de la guerra¡¯ y emigrantes espa?oles que residen en un geri¨¢trico del municipio de Alalpardo, pendientes de su desalojo por falta de financiaci¨®n
¡°Yo solamente quer¨ªa venir a Espa?a para morir en mi tierra. ?Dios sabe d¨®nde lo har¨¦ finalmente!¡±, exclama Francisco G., un emigrante espa?ol de 78 a?os, que volvi¨® de Guatemala en 2008. Desde entonces reside en El Retorno, una residencia que acoge temporalmente a emigrantes retornados y ni?os de la guerra sin recursos, en el municipio madrile?o de Alalpardo. Este expropietario de una finca de caf¨¦, natural de Madrid, est¨¢ desolado desde que se enter¨® de que su actual hogar cerrar¨¢ por falta de financiaci¨®n. ¡°?Ad¨®nde iremos?¡±.
Nadie sabe contestarle a esa pregunta. Ni la directora del centro, ni el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, encargado de gestionar el acceso a la residencia y su traspaso luego a centros de la comunidad de la que son originarios. ¡°No sabemos ni siquiera cu¨¢ndo ser¨¢ la ¨²ltima vez que el catering sirva el almuerzo¡±, sentencia Consuelo Gala, directora de El Retorno y vicepresidenta de la Fundaci¨®n Gumiel, a la que pertenece el centro.
Francisco no es el ¨²nico angustiado por su porvenir. ¡°Toda una vida haciendo y deshaciendo maletas para que ahora me ponga a llorar¡±, pens¨® Teresa Casals, de 86 a?os, cuando hace dos semanas la residencia comunic¨® a sus 19 inquilinos que con la subvenci¨®n de este a?o del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, la Fundaci¨®n no podr¨¢ hacer frente a los gastos. El centro necesita unos 440.000 euros y el ministerio les facilita 250.000. La Fundaci¨®n se sostiene con esta ayuda, que se integra dentro del presupuesto de la Direcci¨®n General de Migraciones. ¡°Para colmo, nos deben los seis ¨²ltimos meses¡±, a?ade Gala.
Las l¨¢grimas de Teresa, una anciana llena de vida y con tantos kil¨®metros a sus espaldas, tienen todo su sentido. Su vida ha discurrido entre Manresa y Montevideo. En Catalu?a conoci¨® a su marido y tuvo a sus hijas. En Uruguay la esperaban sus padres y sus hermanos que hab¨ªan emigrado. Parti¨® a las Am¨¦ricas en 1952. Volvi¨® a Barcelona un a?o despu¨¦s. En 2003, march¨® de nuevo a Uruguay dejando a sus hijos en Espa?a. En 2008 decidi¨® pasar su edad dorada cerca de los suyos. Pero nadie se pod¨ªa hacer cargo de ella. ¡°En el consulado me hablaron de este centro y me aseguraron que, una vez en Madrid, tardar¨ªan 15 d¨ªas en reubicarme en Catalu?a. A¨²n sigo esperando¡±.
La incertidumbre agota hasta al aventurero m¨¢s solitario. Es el caso de Adolfo P¨¦rez, un exmasajista de 69 a?os, que en 2011 volvi¨® de S?o Paulo (Brasil) y se instal¨® en El Retorno, donde no ser¨ªa un estorbo para su familia. Cumpl¨ªa con los requisitos: superaba los 65, es espa?ol, se val¨ªa por s¨ª mismo y no ten¨ªa recursos. Su familia hab¨ªa dejado Madrid en los a?os cincuenta por el pasado sindicalista de su padre. Este hablador insaciable ha conseguido en este centro la independencia que tanto buscaba. Situado a unos 12 minutos de Alalpardo, al noreste de la regi¨®n, les da a los inquilinos plena libertad de movimiento: Adolfo asiste cada semana a las clases del programa para mayores de la Universidad Aut¨®noma de Madrid; Teresa se acerca a Algete para comprar alg¨²n que otro pintalabios con el dinero que le sobra de la pensi¨®n, una vez pagada la cuota del centro.
Los repatriados pagan un m¨¢ximo del 75% de su jubilaci¨®n que se destina, seg¨²n Gala, al Ministerio de Empleo. Trabajo precisa que con este dinero se paga la plaza en la residencia y, a su vez, se garantiza el sustento de los jubilados. La falta de financiaci¨®n ha asfixiado la gesti¨®n de El Retorno. ¡°Los empleados ya no cobran, debemos facturas a la empresa de catering y cada d¨ªa con el centro abierto supone un coste de 900 euros¡±, explica desesperada la directora del centro, fundado por el salesiano V¨ªctor Mir¨®n en 1989. ¡°Migraciones tiene que responsabilizarse de sus ancianos¡±, repite. El ministerio, por su parte, explica que la cantidad destinada para estos mayores se ha establecido teniendo en cuenta el n¨²mero de residentes (19), las peticiones de ingreso de los ¨²ltimos a?os y las ¡°disponibilidades presupuestarias¡±. Gala considera, sin embargo, que si cada vez hay menos acogidos (de 40 a 19) es porque al ministerio no le interesa que aumente y recuerda que sigue habiendo emigrantes con necesidad de ser repatriados.
Empleo asegur¨® el pasado viernes a este diario que los ancianos tendr¨ªan esta semana una plaza en los geri¨¢tricos de sus respectivas comunidades. No coincide con lo que, seg¨²n Gala, les dijo ese mismo d¨ªa el director general de Migraciones, Aurelio Miras, a los ancianos: que ser¨ªan alojados en residencias de Madrid. Ellos ya tienen el equipaje preparado. Por ahora, destino a ninguna parte.
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