De 1898 a 2012
?No resultan los acontecimientos de estas semanas comparables con los de las postrimer¨ªas del siglo XIX?
El descalabro ultramarino espa?ol de 1898 ¡ªlo que se conoce por antonomasia como el Desastre¡ª supuso ante todo una severa amputaci¨®n territorial: de golpe, se perdi¨® el 40% de los territorios gobernados hasta entonces desde Madrid. Tuvo tambi¨¦n un relevante impacto econ¨®mico, aunque m¨¢s sobre el sector privado que sobre el p¨²blico, pues ya hac¨ªa tiempo que los costes de las campa?as antiinsurgentes en Cuba y Filipinas hab¨ªan convertido tales posesiones en un negocio ruinoso para las arcas del Estado que trataba de conservarlas.
Pero, por encima de cualquier otro aspecto, la crisis de 1898 fue una humillaci¨®n moral. La Espa?a que todav¨ªa se las daba de imperial fue barrida militarmente por unos yanquis sin historia ni abolengo guerrero. Cuando, en Europa, incluso naciones tan modestas como Portugal u Holanda ten¨ªan grandes colonias, el pa¨ªs que hab¨ªa descubierto y conquistado un nuevo mundo quedaba desnudo de tales atributos, reducido a su triste condici¨®n real: la de un Estado perif¨¦rico del sur europeo, con un PIB per c¨¢pita que era mucho menos de la mitad que el brit¨¢nico y una tasa de analfabetismo del 63%.
En este ¨²ltimo aspecto, el de la humillaci¨®n moral, ?no resultan los acontecimientos de estas semanas comparables con aquellos de las postrimer¨ªas del siglo XIX? La intervenci¨®n bancaria primero, y luego la puesta de la econom¨ªa espa?ola bajo la tutela descarnada de la Uni¨®n Europea, ?no son el equivalente psicol¨®gico de las derrotas de Cavite y Santiago de Cuba? El papel¨®n de Mariano Rajoy el pasado d¨ªa 11, reconociendo ante el Congreso que ejecutaba el gran ajuste contra sus convicciones y sus promesas, pero al dictado de Bruselas y Berl¨ªn, ?no es incluso m¨¢s pat¨¦tico que el de los plenipotenciarios espa?oles durante el oto?o de 1898 en Par¨ªs, obligados a tragarse las leoninas exigencias norteamericanas para poder firmar al fin la paz con Washington? ?Cu¨¢l de las dos situaciones dej¨® m¨¢s maltrecha la sacrosanta soberan¨ªa nacional?
La inflaci¨®n de patrioterismo arrogante, de nacionalismo espa?ol ensoberbecido tuvo sus expresiones culminantes durante los ocho a?os del aznarato
Se ha hablado mucho de la burbuja inmobiliaria, y mucho menos de otra burbuja tanto o m¨¢s importante para entender c¨®mo hemos llegado a la situaci¨®n actual: la inflaci¨®n de patrioterismo arrogante, de nacionalismo espa?ol ensoberbecido y con maneras de nuevo rico, que tuvo sus expresiones culminantes durante los ocho a?os del aznarato. Me refiero a la burbuja de los conquistadores de Perejil ¡°al alba y con viento fuerte de Levante¡±; de los que acud¨ªan a la cumbre de las Azores cual si representasen a una potencia mundial, y con las mismas ¨ªnfulas pon¨ªan los pies sobre la mesilla en el rancho de Bush; de los que espoleaban a las empresas espa?olas a invertir en Am¨¦rica Latina para hacer del subcontinente una zona de influencia neoimperial¡
Tiene que ser duro para esas mismas gentes (casi todo el Gobierno de Rajoy hunde sus ra¨ªces en los Ejecutivos de Aznar) recoger ahora los pedazos de aquel ensue?o roto. Y verse en la tesitura de acatar sumisamente las ¡°recomendaciones obligatorias¡± del Eurogrupo y de la Comisi¨®n. Y continuar el recorte de efectivos y gastos de las Fuerzas Armadas, cerrando instalaciones y hasta alquilando un buque de guerra a la Marina australiana para que esta sufrague su mantenimiento. Y contemplar impotentes c¨®mo lo m¨¢s granado del populismo latinoamericano (desde Evo Morales a Cristina Fern¨¢ndez) convierte a la vulnerable madre patria y sus intereses en objeto de befa y de expropiaci¨®n.
La crisis de 1898 provoc¨® dos efectos que, por lo visto, la de 2012 va a reproducir. Debilitada en el exterior, Espa?a quiso hacerse fuerte de puertas adentro a base de centralismo y uniformizaci¨®n, proyectando contra catalanistas y vasquistas las frustraciones sufridas frente a yanquis y mambises. Todo confirma que, humildes ante Europa, Rajoy y los suyos quieren compensarlo a base de recentralizaci¨®n y arrogancia para con Catalu?a. Al mismo tiempo, el Desastre aliment¨® una vasta floraci¨®n de pensamiento y literatura cuyo correlato actual ya empieza a despuntar. ?O acaso no escucharon el ¡°?que se jodan!¡± de la se?ora Andrea Fabra? Digno de Unamuno¡
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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