Tras el rastro de Garc¨ªa Maroto
Un investigador recorre 11 pa¨ªses para recopilar la filmograf¨ªa del director jiennense
Aunque todo apuntaba a que se convertir¨ªa en uno de los grandes, la carrera del cineasta Eduardo Garc¨ªa Maroto (Ja¨¦n, 1903-Madrid, 1989) se malogr¨® atrapada entre los dos bandos de la Guerra Civil y la fatalidad. Los franquistas le denunciaron y censuraron con ah¨ªnco sus proyectos y, cuando por fin lleg¨® la democracia, la nueva Espa?a le colg¨® la etiqueta de ¡°director franquista¡± porque hizo algunos documentales propagand¨ªsticos para el r¨¦gimen. La verdad, como siempre, no es blanca o negra, sino que tiene muchos matices y a eso, a buscar los matices, es a lo que se ha dedicado los ¨²ltimos cinco a?os el especialista en cine Miguel Olid, quien ha recorrido 11 pa¨ªses tras el rastro de las pel¨ªculas de Garc¨ªa Maroto.
El resultado es una tesis doctoral en la que Olid (Sevilla, 1965), que tras la lectura de su trabajo hace un mes es doctor en Comunicaci¨®n Audiovisual por la Universidad de Sevilla, demuestra que Garc¨ªa Maroto fue ¡°el director m¨¢s preparado de su generaci¨®n, mejor que Edgar Neville, Juan de Ordu?a o Jos¨¦ Luis S¨¢enz de Heredia¡±. ¡°Lamentablemente, la que todos consideraron su mejor pel¨ªcula, La hija del penal (1936), se destruy¨® en un incendio, y la censura fue machacando todos sus proyectos hasta que, acuciado por la necesidad, se dedic¨® a aceptar encargos y dirigir pel¨ªculas muy comerciales¡±, explica Miguel Olid, quien comenz¨® a interesarse por el trabajo de Garc¨ªa Maroto tras leer una especie de autobiograf¨ªa que public¨® en 1988, un a?o antes de su muerte, y que titul¨® Aventuras y desventuras del cine espa?ol.
Para Miguel Olid, el cineasta andaluz fue el m¨¢s preparado de la d¨¦cada de los 30
Pero adem¨¢s de director y guionista Eduardo Garc¨ªa Maroto recorri¨® casi todas las profesiones del cine. Empez¨® como auxiliar de laboratorio, protagoniz¨® el tr¨¢nsito del cine mudo al sonoro en Espa?a ¡ªen 1929 sonoriz¨® el documental Estampas espa?olas: Salamanca, el primero en el pa¨ªs¡ª, deslumbr¨® con su trilog¨ªa de cortometrajes que eran parodias sobre los g¨¦neros del cine americano y, adem¨¢s, fue actor. Entre 1955 y 1970 fue el director de producci¨®n espa?ol de grandes filmes norteamericanos como Salom¨®n y la reina de Saba, de King Vidor; Espartaco, de Stanley Kubrick, o Patton, de Franklin J. Schaffner. ¡°Cuando empezaron a rodarse pel¨ªculas americanas en Espa?a, los espa?oles solo hac¨ªan de figurantes. Tra¨ªan hasta los kleenex, pero Garc¨ªa Maroto con su profesionalidad consigui¨® que los americanos fueran confiando cada vez m¨¢s en los espa?oles y eso permiti¨® que en 1970 dos espa?oles, Gil Parrondo y Antonio Mateos, consiguieran por primera vez un Oscar por la direcci¨®n art¨ªstica de Patton¡±, comenta Olid, quien ha investigado sobre este periodo en la Biblioteca de la Academia de Cine de Los ?ngeles y en la Universidad de California (UCLA).
¡°?l mismo fue muy cr¨ªtico con su propio trabajo. Aborrec¨ªa su mayor ¨¦xito comercial en la ¨¦poca de la posguerra, Canelita en rama (1942), una pel¨ªcula folcl¨®rica que protagonizaron Pastora Imperio y Juanita Reina¡± asegura Olid, quien ha contado con ayudas a la investigaci¨®n de la Junta y la Diputaci¨®n de Ja¨¦n para realizar su proyecto. Olid ha recorrido los pa¨ªses en los que se estren¨® La hija del penal con la esperanza de localizar alguna copia de la pel¨ªcula. Pero, aunque se conserva el gui¨®n de Garc¨ªa Maroto con di¨¢logos de Miguel Mihura, el investigador no ha tenido ¨¦xito todav¨ªa.
¡°He localizado las referencias en la prensa sobre la pel¨ªcula en Filipinas, Argentina, M¨¦xico y Cuba, donde estuvo muchas semanas en cartel, pero, de momento, no ha aparecido ninguna copia¡±, explica Olid, quien ha hecho la lista de la filmograf¨ªa completa del cineasta jiennense. ¡°El director de la Filmoteca Espa?ola est¨¢ interesado en publicar el trabajo en 2015, cuando se cumplan 80 a?os del estreno de La hija del penal¡±, adelanta Olid, quien es autor de varios libros de cine sobre Teo Escamilla, Federico Luppi o Anto?ita Colom¨¦.
¡°Ca¨ªa sobre m¨ª una especie de maldici¨®n que me enfrentaba al dilema de o bien dirigir pel¨ªculas del tipo de Oro vil, Schottis o Canelita en rama o no trabajar. Porque yo hab¨ªa so?ado con un tipo de cine muy diferente; pero, despu¨¦s de haber creado una familia, era tarde para tomar decisiones heroicas¡±, escribe en sus memorias Garc¨ªa Maroto quien, a pesar de los reveses de la censura, dirigi¨® Truhanes de honor (1950) y Tres eran tres (1955), los ¨²ltimos dos t¨ªtulos de los que no reneg¨® antes de volcarse en la producci¨®n.
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