Siga a ese par de buitres
La Comunidad de Madrid coloca un GPS a un ejemplar macho para vigilarlo El seguimiento a esta especie en riesgo aportar¨¢ datos a las investigaciones iniciadas en 2010
Todo estaba listo para que cayera en la trampa. El 6 de julio, los cuidadores dispersaron trozos de oveja muerta por distintos puntos de la cabecera del r¨ªo Lozoya, al noroeste de Madrid. Irresistible. La carro?a es un manjar para el buitre negro y Pe?a(el nombre le vino dado despu¨¦s) no pudo zafarse. En una choza discreta, a cubierto, alguien vigilaba sus pasos para que todo saliera como estaba previsto. Lo capturaron al amanecer del d¨ªa 24. Cumpl¨ªa con el perfil.
?Ejemplar adulto, 18 a?os, padre de familia numerosa tan sano y fuerte como para haber ayudado a concebir y criar 13 polluelos. Todo un macho. Y eso era justo lo que buscaban en la Consejer¨ªa de Medio Ambiente y Ordenaci¨®n del Territorio. Un macho para completar la informaci¨®n que recaban desde 2010 con ayuda de la hembra Aldara, la primera buitre negra con mochila de la Comunidad de Madrid.
El experimento es una suerte de Gran Hermano a¨¦reo para vigilar muy de cerca los movimientos de una especie casi amenazada, seg¨²n la nomenclatura que usa la UICN (Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza).
Desde finales de julio, Pe?a lleva tambi¨¦n mochila, un dispositivo de GPS estadounidense ultraligero, con bater¨ªa de placas solares y dos correajes para fijarlo en el lomo del ave. Todo por 4.000 euros. Vive en nido de dos metros de di¨¢metro que fabric¨® en un pino silvestre a 1.700 metros de altitud en la sierra de Guadarrama. Cada vez que lo abandone, estar¨¢ vigilado.
Los primeros datos indican que es un poco m¨¢s perezoso que Aldara. Ha llegado a recorrer una distancia de 45 kil¨®metros desde su nido a la provincia de Guadalajara para buscar comida. Su compa?era de mochila (que no de vida) ha cuadruplicado esa distancia para conseguir los restos de una monter¨ªa. Las m¨¢s de 4.000 localizaciones emitidas por Aldara permitieron averiguar que el radio de acci¨®n de un buitre llega a 200 kil¨®metros, en lugar de los 80 que pensaban antes de esta prueba.
Los GPS mandan coordinadas precisas entre cinco y 10 veces al d¨ªa de las localizaciones de las aves m¨¢s vigiladas de Madrid, que viven en una colonia de 228 ejemplares de los 2.400 repartidos en la pen¨ªnsula. Desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, son estudiados al detalle por un equipo de agentes forestales y un bi¨®logo. Les anillan, analizan su sangre y sus tejidos y vigilan su reproducci¨®n.
¡°Estamos todo el d¨ªa pendientes de ellos¡±, dice Juan Vielva, director conservador del Parque Natural de Pe?alara. El fichaje de Pe?a ayudar¨¢ a conseguir nuevos datos. ¡°Podremos ahondar en la distinci¨®n entre g¨¦neros, ver si se comportan de forma diferente en sus salidas de aprovisionamiento¡±. La observaci¨®n no solo servir¨¢ para proteger a esta especie, explica Vielva. ¡°Tambi¨¦n nos da datos para conocer el estado de salud de un espacio¡±.
El Valle Alto del Lozoya es un ¡°sumidero tremendo de especies de los pocos que quedan en la comunidad¡±, a?ade. Han llegado nuevos vecinos: ¨¢guilas imperiales, ¨¢guilas reales, culebras austriacas... En lo alto, sobrevuelan Pe?a y Aldara con sus mochilas. Ella fue bautizada as¨ª por la pastora que el Arcipreste de Hita encontr¨® en el Alto del Le¨®n y reflej¨® en el Libro del Buen Amor. ?l, para que los dos nombres juntos sonaran parecido a Pe?alara. Trabajan en equipo, aunque puede que no lleguen a cruzarse nunca.
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