Reformas
"No se trata solo de que hubi¨¦ramos vivido por encima de nuestras posibilidades antes de la llegada de la crisis financiero-inmobiliaria"
A los que dec¨ªamos desde hace a?os, que Espa?a era, toda ella, una inmensa chapuza (la Comunidad Valenciana a la cabeza) no nos hac¨ªan demasiado caso; esa es la verdad. Han tenido que ser los medios de comunicaci¨®n extranjeros, NYT, BBC, The Guardian, Financial Times, Le Monde¡ quienes nos avisaran de ello con pelos y se?ales, para que acab¨¢ramos reconociendo, por fin, lo obvio.
No se trata solo de que hubi¨¦ramos vivido por encima de nuestras posibilidades antes de la llegada de la crisis financiero-inmobiliaria. Eso le puede pasar a cualquiera, incluso a aquellos pa¨ªses, como Alemania, que ahora parecen darnos lecciones de prudencia y buenas costumbres. No, el problema es mucho m¨¢s estructural que coyuntural, m¨¢s de largo plazo que de corto, y se relaciona con el hecho de habernos dedicado, de manera concienzuda y durante varios lustros, a tolerar que nuestras instituciones democr¨¢ticas perdieran credibilidad ante los ciudadanos, al tiempo que imped¨ªamos que nuestro modelo de desarrollo econ¨®mico se acercara m¨ªnimamente a los patrones mostrados por aquellos pa¨ªses en los que la inteligencia y la innovaci¨®n, y no el cemento, conforman los fundamentos mismos de su competitividad.
La fotograf¨ªa del paisaje tras la batalla, no puede ser m¨¢s desoladora. Un sector p¨²blico ineficiente y sobredimensionado, un turismo depredador del territorio y del medio ambiente, una justicia lenta y politizada, unos partidos clientelares encerrados en s¨ª mismos, unos medios de comunicaci¨®n fuertemente ideologizados, unos dirigentes pol¨ªticos obsesionados por el control de las televisiones p¨²blicas y el poder financiero local, unos ¨®rganos reguladores y de control (Banco de Espa?a, C. N. de la Energ¨ªa, Tribunales de Cuentas¡) que no controlaban ni regulaban nada, unos niveles de corrupci¨®n en continuo crecimiento, certificados cada a?o por el ¨ªndice de Transparency International. Y as¨ª, hasta el infinito, y m¨¢s all¨¢.
Claro que hace falta emprender reformas, pero no s¨®lo esas reformas que se proponen por la v¨ªa de urgencia bajo la forma de recortes, acuciados como estamos por la maldita prima de riesgo y el est¨²pido objetivo de reducci¨®n del d¨¦ficit fiscal marcado por Bruselas, sino reformas de verdad, econ¨®micas, y sobre todo, pol¨ªticas; aquellas que nos garanticen que, tras el largo periodo de sufrimiento, las bases para un nuevo modelo de crecimiento ser¨¢n mucho m¨¢s s¨®lidas que las que ten¨ªamos antes de la crisis, y en donde, adem¨¢s, la confianza de los ciudadanos en sus instituciones posibilite el consenso social m¨ªnimo imprescindible para iniciar la nueva etapa.
No es tan complicado como parece¡ sobre el papel. Una gran parte del problema se solucionar¨ªa si los grandes partidos compartieran el diagn¨®stico, y dise?aran, de com¨²n acuerdo, la hoja de ruta de tales reformas. Lamentablemente, la certeza que tenemos todos de que ello resultar¨¢ imposible en la pr¨¢ctica, es lo que nos impide ser optimistas.
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