Sobre la (Des)Educaci¨®n
"No hay que olvidar que la universidad, al menos la universidad p¨²blica, cumple un rol social: la formaci¨®n"
Perm¨ªtaseme tomar prestado el t¨ªtulo de un libro de Noam Chomsky que, si bien se centra en otro aspecto de lo que ¨¦l considera (des)educaci¨®n, resulta bastante acertado para ilustrar la siguiente reflexi¨®n.
En los ¨²ltimos tiempos han proliferado las opiniones le¨ªdas y escuchadas sobre la ineficiencia del sistema educativo espa?ol. Reconozcamos que los informes externos no ayudan demasiado a formarse una idea optimista sobre dicho sistema (PISA, el ¨²ltimo informe econ¨®mico de la OCDE sobre Espa?a). Aunque tampoco sobre otros ¨¢mbitos o instituciones del pa¨ªs.
En cualquier caso, d¨¦jenme que me centre en la educaci¨®n terciaria, sobre la que tambi¨¦n se han vertido cr¨ªticas, algunas incluso provenientes de dentro del propio sistema universitario. Estas cr¨ªticas suelen centrarse en aspectos, bastante recurridos por otra parte, como la endogamia, la gobernanza y la mala gesti¨®n de los recursos, el exceso de universidades o la falta de rentabilidad de ciertas titulaciones. En muchos casos, al formular la cr¨ªtica, el modelo de referencia suelen ser las universidades estadounidenses, un sistema por otro lado bastante confuso, dependiente de la pol¨ªtica educativa de cada estado, y con una gran implantaci¨®n de universidades privadas.
Es posible que, seg¨²n el punto de vista que se adopte, el sistema universitario no proporcione un retorno a la sociedad en la misma medida en que ¨¦sta invierte en ¨¦l. Seguramente, desde un prisma estrictamente mercantilista, esto es as¨ª. Pero no hay que olvidar que la universidad, al menos la universidad p¨²blica, cumple un rol social: la formaci¨®n. Y esta formaci¨®n debe realizarse en diferentes ¨¢mbitos del conocimiento, para garantizar una sociedad diversa, plural y s¨®lida, base para el desarrollo de un pa¨ªs.
Hagamos el ejercicio de comparar la universidad espa?ola con la de pa¨ªses m¨¢s cercanos, con sistemas de educaci¨®n terciaria reconocidos y de ¨¦xito. Tomemos como ejemplo a Finlandia, un pa¨ªs de referencia en el ¨¢mbito educativo, miembro de la Uni¨®n Europea y del euro. Finlandia tiene 20 universidades, todas estatales, entidades legalmente independientes tras la reforma llevada a cabo en 2009. Para una poblaci¨®n de menos de 5 millones y medio de habitantes, la ratio es de una universidad por algo menos de 270.000 habitantes. El gasto p¨²blico en educaci¨®n (a?o 2009) es del 6,81% del PIB, siendo las tasas de matr¨ªcula eminentemente gratuitas, excepto para algunos masters, que aplican tasas a alumnos de fuera de la UE o del EEA. En 2011, un 28,2% de la poblaci¨®n ten¨ªa educaci¨®n terciaria, frente al 30% de media de la OCDE.
En Espa?a, existen censadas 82 universidades, de las que 50 son p¨²blicas y 32 son privadas. Para una poblaci¨®n cercana a los 47 millones de habitantes, la ratio es de una universidad por algo menos de 600.000 habitantes (si tenemos en cuenta ¨²nicamente a las universidades p¨²blicas, la ratio es de una universidad por algo menos de 950.000 habitantes). El gasto p¨²blico en educaci¨®n (a?o 2009) es del 4,98% del PIB. En el ¨²ltimo a?o, como todos sabemos, las tasas de matr¨ªcula se han incrementado considerablemente, mayormente en el caso de los masters. En 2011, en Espa?a un 31% de la poblaci¨®n ten¨ªa educaci¨®n terciaria.
Otros pa¨ªses de nuestro entorno, como Alemania o Francia tienen tambi¨¦n ratios que no superan a los 200.000 habitantes por universidad, con sistemas que, combinando instituciones p¨²blicas y privadas, priorizan y mantienen una inversi¨®n en educaci¨®n superior a la de Espa?a.
Como vemos, los datos no permiten sostener afirmaciones sobre el exceso de universidades en Espa?a (aunque se podr¨ªa debatir sobre la idoneidad de su distribuci¨®n, consecuencia de decisiones puramente pol¨ªticas) o de titulados que no puede absorber el mercado, con porcentajes similares a la media de la OCDE. Tampoco parece que estemos ante un problema de formaci¨®n, ya que no tendr¨ªa sentido que otros pa¨ªses demandaran, como est¨¢ sucediendo, titulados espa?oles, si ¨¦stos no estuvieran adecuadamente formados.
Si bien el sistema p¨²blico universitario es revisable, susceptible de ser ajustado en aras de una mayor eficiencia de sus recursos, sobre todo en un contexto econ¨®mico tenso, parece bastante temerario el desensamblarlo (por utilizar un t¨¦rmino suave) con argumentos de mercado o de oportunidad.
No ser¨ªa justo el rehuir un ejercicio de reflexi¨®n sobre la gobernanza de las universidades, la gesti¨®n de sus recursos, el retorno a la sociedad, o el modelo de contrataci¨®n, pero no malinterpretemos ni confundamos los n¨²meros de un sistema que, siempre a merced de cambios de modelos y leyes, mantiene con su nivel de financiaci¨®n unas cifras m¨¢s que dignas en cuanto a formaci¨®n o producci¨®n cient¨ªfica.
Eduardo Vendrell es director de la ETS de Ingenier¨ªa Inform¨¢tica de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia
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