Astr¨®nomos de la Edad de Bronce
Un investigador del CSIC descubre que el ¨²nico petroglifo catalogado de Ribadeo se labr¨® calculando el recorrido del sol el d¨ªa de San Juan
Encanto, guapa hasta un extremo insoportable, y por supuesto rubia seg¨²n detallan los vecinos de la zona, tiene una gallina clueca que no es que haya puesto huevos de oro, sino que pone tal empe?o en la incubaci¨®n que al final de sus fiebres logra que nazcan pollitos de 18 kilates. En San Juan, Encanto aparece por arte de magia y es conveniente no cruzarse con ella. El resto del a?o vive en el alma de una roca de esquisto, una formaci¨®n p¨¦trea alargada que pavimenta el estrecho paso del camino entre As Anzas y Salcedo, en Ribadeo. La gente que est¨¢ al tanto de esta particular tentaci¨®n rubia de A Mari?a evita esta ruta y elige una alternativa, bastante m¨¢s larga, en el solsticio de verano. Al parecer, los que se topan con la bella, con su oro y sus aves de corral, quedan embrujados y desaparecen, engullidos por la propia piedra. No se conocen m¨¢s pormenores porque ninguno ha vuelto para contarlos.
En esta roca, encajonada entre el r¨ªo Grande o Alesancia y el acantilado, que se levanta vertical en la vera opuesta del camino, hay grabadas desde un tiempo remoto sin determinar, la Edad de Bronce (hip¨®tesis oficialmente registrada) o la de Hierro, al menos 11 pisadas humanas. Se suele decir que estas huellas son las de Encanto, su ¨²nico rastro durante el resto del a?o, pero la Xunta, en verano de 2011, las catalog¨® como petroglifo labrado por la mano del hombre y el cuento del hada pareci¨® morir. Despu¨¦s de que el colectivo cultural Mari?apatrimonio avisase a Cultura de su existencia, el grabado rupestre pas¨® a formar parte del inventario administrativo con el nombre de As F¨¢degas-As Pisadas do Encanto, seguido de un n¨²mero. El registro ten¨ªa en cuenta los grabados podomorfos y tambi¨¦n unas misteriosas formas circulares o cazoletas que aparec¨ªan al final de la secuencia de pisadas y que salieron a la luz en 2010, tras una riada que arras¨® la capa de tierra. Manuel Miranda, voz de Mari?apatrimonio, explica que estas cazoletas son cuatro y que podr¨ªa ocultarse m¨¢s cantidad donde el agua no excav¨®.
Lo que nadie apreci¨® en 2011 fue que estos grabados redondos ten¨ªan u?as. El primero que cay¨® en la cuenta fue Marco Garc¨ªa Quintela, catedr¨¢tico de Historia Antiga en la Universidade de Santiago, cuando visit¨® el lugar la primavera pasada. Seg¨²n describe, en la parte superior de las cazoletas est¨¢n claramente talladas cinco garras, no le cabe duda. Podr¨ªan ser de oso (y de hecho, Miranda guarda fotos de huellas reales de plant¨ªgrado que son id¨¦nticas), pero tambi¨¦n de otro animal. Quintela no quiere aventurarse en esto y tampoco en dar una interpretaci¨®n.
Petroglifos podomorfos los hay en Pontevedra, Ourense y el norte de Portugal, pero este es el ¨²nico caso en el noroeste peninsular, que no el primero en Europa, en el que se representa una sucesi¨®n de pisadas humanas que se acaban transformando en rastros animales. ¡°En Suecia, por ejemplo, se conoce otra representaci¨®n¡±, pone como ejemplo el historiador. ¡°Est¨¢n al borde de un lago, en el lugar preciso donde es f¨¢cil imaginar un oso pescando¡±.
Sin embargo, el profesor le resta importancia a su descubrimiento. Para ¨¦l, la conclusi¨®n m¨¢s rese?able de aquella expedici¨®n al estrecho paso junto al r¨ªo Grande que lleva a As F¨¢degas, la huerta ecol¨®gica de Elia y Vicente, fue la que sac¨® otro integrante de la comitiva de investigadores.
C¨¦sar Gonz¨¢lez Garc¨ªa, arqueoastr¨®nomo del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), hizo c¨¢lculos sobre el terreno, despu¨¦s en su despacho, y descubri¨® que en el atardecer del San Xo¨¢n la sombra que proyecta el acantilado va ocultando paulatinamente las huellas humanas pero nunca llega a cubrir las animales. El mar engulle el astro antes de que la sombra alcance las cazoletas, y esto sucede as¨ª durante un periodo de ¡°entre cinco y siete d¨ªas antes y cinco y siete despu¨¦s del solsticio de verano¡±, comenta Gonz¨¢lez.
La leyenda del Encanto, tras su paso por el registro de la Xunta, no feneci¨®, sino que llam¨® la atenci¨®n de los estudiosos y gan¨® dimensi¨®n. Los petroglifos, cuando mejor se aprecian es con luz rasante. En penumbra dif¨ªcilmente se puede ver. Lo de As F¨¢degas no es fortuito. Los hombres que labraron aquellas huellas en el paso estrecho entre el r¨ªo y el acantilado conoc¨ªan el juego del sol. Las pisadas humanas desaparecen conforme la sombra avanza, igual que se esfuman los incautos que siguen a la encantadora hembra de la roca, y a su gallina y sus pollos, un s¨ªmbolo este ¨²ltimo que se relaciona tradicionalmente con las estrellas Pl¨¦yades. De esta sabidur¨ªa de anta?o, en Ribadeo ha sobrevivido la leyenda.
El astr¨®nomo del CSIC habla de otros casos: Los petroglifos de A Ferradura, en Amoeiro, se relacionan con los equinoccios, cuando el d¨ªa y la noche duran lo mismo. En Campolameiro el n¨²mero de puntas de los cuernos de algunos ciervos ayudaban, probablemente, a entender los ciclos de la luna y pod¨ªan servir de referencia para ajustar calendarios. Los antepasados de la Edad de Bronce viv¨ªan con los ojos puestos en el cielo. Infinitamente m¨¢s que sus tataranietos del siglo XXI.
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