?D¨®nde est¨¢ la izquierda?
De los pa¨ªses descorazonados no surgen cambios alentadores
No s¨¦ cu¨¢ndo me he mudado, pero ¨²ltimamente vivo en un pa¨ªs que no conozco. Me levanto con la situaci¨®n de extra?eza que provoca estar en un lugar desconocido. Enciendo la radio y todos los d¨ªas me ofrecen nuevos motivos para el desaliento.
No soy de las que encuentran en esta aventura equinoccial, en este lento naufragio de sue?os, en esta aventura de desdichas ninguna confirmaci¨®n a su pensamiento. Para ser de izquierdas no necesito un capitalismo superexplotador y despendolado, me basta con la injusticia, con la apropiaci¨®n de las ganancias, con el trato desigual al ser humano. No necesito el espect¨¢culo de los desahucios, la odisea desesperanzada de seis millones de personas, ni los j¨®venes atrapados entre la tecnolog¨ªa del siglo XXI y un modelo laboral del XIX.
Para ser republicana, no necesito m¨¢s que una conciencia democr¨¢tica avanzada, un ideal educativo, y la m¨¢s elemental simetr¨ªa de que todos los poderes p¨²blicos deben ser elegidos. No necesito para ser republicana, las fotos obscenas del elefante abatido en sus dominios, de una princesa imputada por una causa de corrupci¨®n, de una realeza sentada en el banquillo de los acusados.
Para ser ecologista me basta ser consciente de los l¨ªmites del planeta, de la insostenibilidad de nuestro sistema. No necesito que estallen las centrales nucleares, ni que para la extracci¨®n de las riquezas ocultas del planeta se empleen t¨¦cnicas cada vez m¨¢s agresivas, nos hagan ¡°fracking¡± y fracturen nuestros subsuelo, envenenen nuestras aguas o nos regalen terremotos.
Para ser feminista no necesito que ninguna mujer sea asesinada, degollada, apu?alada, tiroteada, me basta con mirar a mi alrededor y ver los techos, algunos de cristal y otros de cemento armado con que taponan los sue?os de las mujeres. Nunca pens¨¦ que volver¨ªa a discutir sobre la violencia de g¨¦nero, ni que los titulares de sus asesinatos se volvieran melifluos, impersonales, desprovistos de sentido, como si la muerte fuese un accidente atmosf¨¦rico. No es necesario que me indignen bajo el t¨ªtulo enga?oso de ¡°Muere una mujer en Castell¨®n¡±, ¡°Encontrada muerta una mujer en Valencia¡± o que en el caso del asesinato de una ni?a de 13 a?os de El Salobral, cierta prensa nos hable del ¡°extra?o amor que la condujo a la muerte¡±. Realmente no lo necesito.
No necesito para estar contra la corrupci¨®n que me roben millones. Me basta con que se apropien de un euro, con que enchufen a un familiar, con que no usen con austeridad el dinero p¨²blico. No me hace falta llenar el vaso de la indignaci¨®n con esta sinfon¨ªa de mangantes, de cavern¨ªcolas y de traficantes.
En algunos momentos me parece estar asistiendo a una funci¨®n teatral antigua, donde los actores son excesivamente histri¨®nicos. Realmente no era necesaria esta sobreactuaci¨®n para convencerme de su maldad. Frente a esto, no encuentro la izquierda necesaria, la explicaci¨®n justa, la propuesta adecuada. La izquierda socialdem¨®crata duerme empozo?ada en el sue?o de la culpa, como Raskolnikov todav¨ªa est¨¢ dilucidando el origen de su crimen. El resto de la izquierda flota en el oc¨¦ano de la autocomplacencia. ¡°Ya lo dije¡±, viene a ser su discurso. Creen que cada noticia est¨¢ hecha a la medida y que el cambio est¨¢ cantado. Seg¨²n ellos, del descr¨¦dito de la monarqu¨ªa saldr¨¢ una generaci¨®n de republicanos conscientes; del abuso bancario, una ola de igualitarismo y de justicia; de la corrupci¨®n pol¨ªtica, el definitivo entierro del bipartidismo. Se miran en el espejo de las redes sociales y estas les devuelven su propia imagen. Creen que un trending topic es una mayor¨ªa social garantizada. Pero cuando las crisis son tan profundas como la actual la mayor¨ªa social se agarra a sus prejuicios, a sus miedos y a las explicaciones simplistas. De los pa¨ªses descorazonados no surgen cambios alentadores, sino quimeras de consolaci¨®n, estallidos sin sentido, profetas y visionarios que cabalgan sobre la indignaci¨®n ciudadana, a no ser que la izquierda sea capaz de levantar un relato cre¨ªble y un deseo compartido de cambio social.
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