¡®La cuchipanda¡¯ y Andaluc¨ªa
Los dirigentes populares ironizan con las desgracias sociales, proclaman que los dramas no son tales y compiten por hacer las declaraciones m¨¢s est¨²pidas
Cospedal llega a las ruedas de prensa como si entre bambalinas se hubiera hartado de llorar (demasiado colirio, querida). Soraya piensa que es demasiado joven para morir en este naufragio y juega a ser la Monti espa?ola, toda tecnocracia. Guindos y Montoro se hacen trampas en el solitario de la econom¨ªa espa?ola con cara de tramposos jugadores de p¨®ker. Wert anda enredado en su af¨¢n de acabar de una vez por todas con la cultura y desmontar la educaci¨®n p¨²blica. El inefable Gallard¨®n acelera su proyecto de construir el ¨²ltimo robot de ¡°mujer, mujer¡±, toda maternidad y dulzura, inabortable por definici¨®n.
Seis millones doscientos dos mil personas paradas y el Gobierno guarda un vergonzoso silencio. El jefe del Ejecutivo hace tiempo que desapareci¨®. Comenz¨®, como todos los que ascendieron a los cielos, por pronunciar tautolog¨ªas. ¡°Sabemos lo que tenemos que hacer y lo haremos¡±; ¡°al pan, pan y al vino, vino¡±, fueron sus proclamas iniciales, hasta que confes¨® que la realidad lo desbordaba y que era ¡°very difficult todo esto¡±. A partir de ah¨ª, apenas se sabe de ¨¦l. Su propia existencia, como la de Dios, est¨¢ puesta en entredicho: ya solo se aparece en un plasma con fondo azul celestial, como el sumo hacedor en las pel¨ªculas de Hollywood.
Abandonados a sus designios, los dirigentes populares se refugian en sus m¨¢s ancestrales costumbres: denigrar a la izquierda, convertirse en v¨ªctimas de las movilizaciones populares y pronunciar frases propias de la calle Serrano o del Club de Campo pero que atruenan en los o¨ªdos de la sociedad. Como una cuchipanda de buena familia ironizan con las desgracias sociales, proclaman que los dramas no son tales y compiten por hacer las declaraciones m¨¢s est¨²pidas entre risitas de complacencia. Gracias a ellas nos enteramos de que los electores del PP ¡°se quitar¨ªan el pan de la boca con tal de pagar la hipoteca de su casa¡±; que los j¨®venes emigrantes son, en realidad, un beneficioso efecto de ¡°la movilidad exterior¡±; o que la expropiaci¨®n de viviendas a los bancos aprobada por la Junta ¡°es demag¨®gica y populista¡±. La ¨²ltima, es realmente, siniestra. ¡°El bipartito convierte Andaluc¨ªa en Etiop¨ªa¡± escribe un diputado almeriense del PP, famoso ¨¦l por despotricar contra actores, jueces y manifestantes.
A este lado del reino, el PP no levanta cabeza. Arenas corre tras su destino esquivo y no consigue situarse como portavoz siquiera adjunto del PP, perseguido por la sa?a de Cospedal y por su amistad con B¨¢rcenas, mientras Zoido huye del suyo. Jam¨¢s se hab¨ªa escuchado a un l¨ªder andaluz proclamar que en ning¨²n caso, palabrita de honor, querr¨ªa ser candidato a la presidencia de la Junta de Andaluc¨ªa y que har¨¢ falta un terremoto pol¨ªtico para arrancarlo de su Ayuntamiento.
La desesperanza cunde en el PP andaluz. Su problema es que las viejas consignas de la derecha ya no funcionan. Hace algunos a?os juntaban las palabras ¡°comunista¡±, ¡°expropiaci¨®n¡± y ¡°uso social de la riqueza¡± y consegu¨ªan poner los pelos de punta a todo aquel que ten¨ªa unos cuantos euros o propiedades, pero la crisis ha cobrado tal magnitud que las acusaciones de izquierdismo son casi un halago m¨¢s que un insulto. El problema del PP es que ya no funciona aquello de que ¡°si gobiernan los comunistas te van a quitar tu casa¡± porque ahora los que te quitan tus propiedades, tu empleo y tus ahorros no son las hordas de la hoz y el martillo, sino la banca, los clubes selectos de los trajes caros y los bolsos mileuristas.
El papel de Andaluc¨ªa en la pol¨ªtica espa?ola puede ser decisivo. Su efecto contagio, refrescante. Otras comunidades ya anuncian medidas similares: la expropiaci¨®n de viviendas, o los planes contra la pobreza son demostraciones de que los gobiernos pueden actuar frente a los mercados. Ahora es el momento de abrir en Andaluc¨ªa la agenda del empleo, la protecci¨®n y los derechos sociales porque la sociedad est¨¢ deseosa de encontrar un hilo de esperanza entre tanto desastre e irresponsabilidad. Aunque Cospedal llore sin necesidad de colirio.
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