50.000 locos por Dal¨ª
La gran retrospectiva en el Museo Reina Sof¨ªa sobre el artista catal¨¢n supera las previsiones Las esperas superan la hora y media. La pinacoteca ampl¨ªa su horario los viernes
Si Salvador Dal¨ª hubiera visto las colas que se forman estos d¨ªas en el Museo Reina Sof¨ªa para ver su obra, habr¨ªa montado una performance, con uno de sus discursos delirantes y los ojos como platos. Desde que la exposici¨®n Dal¨ª. Todas las sugestiones po¨¦ticas y todas las posibilidades pl¨¢sticas abri¨® al p¨²blico el pasado s¨¢bado 26 de abril hasta que hoy se cierren las puertas de la pinacoteca habr¨¢n pasado por ella unas 50.000 personas (la mitad extranjeros) y eso que el Reina Sof¨ªa cerr¨® el martes ¡ªsu d¨ªa de descanso¡ª y el mi¨¦rcoles por la festividad del Primero de Mayo.
Con una media de m¨¢s de 8.000 visitantes diarios, el d¨ªa con m¨¢s p¨²blico fue el pasado 2 de mayo, fiesta en la Comunidad de Madrid, con 9.600. ¡°Imagin¨¢bamos que iba a haber una gran respuesta popular pero no tanta¡±, dice el director del Reina Sof¨ªa, Manuel Borja-Villel. Con los datos disponibles, cree que esta puede convertirse en la muestra m¨¢s concurrida de la historia del museo, por encima de las de Juan Mu?oz y Picasso, aunque, matiza, ¡°tambi¨¦n hay que tener en cuenta que en los ¨²ltimos a?os ha crecido el n¨²mero de visitantes¡±. A este ritmo, el museo madrile?o ¡°podr¨ªa superar¡± el registro del Pompidou, que alberg¨® esta gran retrospectiva desde mediados de noviembre hasta finales de marzo y por la que desfilaron casi 800.000 personas, ¡°pero a¨²n es pronto¡±. Habr¨¢ que esperar que Dal¨ª se despida el 2 de septiembre.
Esta fascinaci¨®n por ver al genio de Figueres se debe a que es ¡°alguien que forma parte del imaginario colectivo y por su papel clave en las vanguardias¡±, seg¨²n Borja-Villel, que apunta un tercer motivo: ¡°Dal¨ª fue un maestro en la utilizaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n¡±. Sab¨ªa bien c¨®mo atraer a las masas.
Desde el Reina Sof¨ªa se?alan que, por ahora, ese flujo de gente es constante y que los deseosos de ver las 200 piezas que componen la exposici¨®n solo se toman un respiro a la hora de comer. Entre los que acudieron ayer al edificio Sabatini, Daria y Alexander, una pareja de j¨®venes rusos que esperaba a unos metros de la entrada con ganas de ¡°ver a uno de los grandes artistas¡±. O el japon¨¦s Yosuke, que ¡°de paso¡± iba a ver el Guernica. O el gaditano Ernesto Fern¨¢ndez, ¡°muy aficionado al arte¡±. Todos estaban a punto de sacar las entradas y tuvieron que esperar una hora y media, m¨¢s o menos, antes de encontrarse con obras como El gran masturbador, una de las que m¨¢s espectadores congregaba junto con los relojes derretidos de La persistencia de la memoria. Dos ¨®leos ejemplo de ¡°la atracci¨®n¡±, seg¨²n Borja-Villel, que suscita Dal¨ª.
Para evitar demoras, recomiendan desde la pinacoteca adquirir los tiques por Internet, en entradas.com, o en las m¨¢quinas expendedoras del museo. De esa forma se puede llegar y entrar. Borja-Villel insiste en que lo mejor ¡°es ir entre semana y a la hora de comer, evitar las horas m¨¢s concurridas¡±.
En la hilera de personas que, en forma de rect¨¢ngulo, aguardan su turno en la plaza del museo, el Reina Sof¨ªa ha distribuido varios empleados para informar a aquellos que hayan adquirido el billete que no es necesario hacer cola, alivio similar para los turistas que tengan la tarjeta Paseo del Arte o la Madrid Card. A los que no les importe esperar pero quieran ahorrarse los 8 euros de la entrada hay pase gratuito desde las 19.00 a las 21.00 (domingos, de 15.00 a 19.00). La avalancha de visitantes ya ha obligado a ampliar el horario del museo los viernes hasta las 23.00.
El delirio por Dal¨ª se traslada al interior. En algunas salas es complicado observar los ¨®leos sin que alguien se cruce por delante, o en las paredes donde se suceden peque?os dibujos es f¨¢cil la aglomeraci¨®n de cabezas. Otros espacios concurridos son los que muestran la obra cinematogr¨¢fica del pintor, sobre todo, la sala que exhibe el corto Un perro andaluz, de Luis Bu?uel, en el que colabor¨® en el guion, y la del documental de Jean-Christophe Averty Autorretrato blando de Salvador Dal¨ª. Afuera, cientos de personas esperan su momento, como el tinerfe?o Raimundo, que mientras hace una foto a su mujer la cola avanza y se le cuela una avispada. Pero no le importa ser ahora el ¨²timo de la fila: ¡°Vamos a estar tres d¨ªas en Madrid y quiero verlo c¨®mo sea. Sarna con gusto no pica¡±.
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