¡®Cotrabaja¡¯ conmigo
El n¨²mero de espacios compartidos por profesionales aumenta en el centro de la ciudad Los hay de car¨¢cter social, especializados en moda, arquitectura o formaci¨®n
Es la hora de la comida. Se hace la obligatoria pausa laboral en la que los trabajadores paran a comer en la cocina compartida. Una joven arquitecta aprovecha para decir que est¨¢ trabajando en una muestra sobre dise?o de edificios. A su lado, la escucha un chico que se dedica a la creaci¨®n de videojuegos, que termina proponi¨¦ndole crear una aplicaci¨®n m¨®vil que act¨²e de audiogu¨ªa en la exposici¨®n. Tan f¨¢cil como sentarse a comer. Este es un ejemplo real de lo que significa el esp¨ªritu coworking, los espacios de trabajo compartido, tan de moda internacionalmente y que, poco a poco, van poblando Madrid.
En el mundo hay casi 1.800, una cifra que crece sin descanso. Ese aumento es, en parte, gracias al despegue del coworkings en Espa?a, que sube a un ritmo superior a la media global, seg¨²n datos recogidos en la Segunda Encuesta Mundial sobre Coworking, realizada por la empresa Deskwanted, especializada en estos locales. Y unos 200 de ellos est¨¢n entre Madrid y Barcelona.
Los coworkings, adem¨¢s de ser m¨¢s econ¨®micos que una oficina, se est¨¢n transformando en mucho m¨¢s que un simple espacio de bajo coste donde trabajar. Las sinergias, las proyectos que surgen entre todos, son sus principales caracter¨ªsticas. Eso s¨ª, cada uno tiene su propio estilo: desde el m¨¢s social, al m¨¢s tranquilo, pasando por el educativo y el l¨²dico o el sectorial.
En Madrid, son cada vez m¨¢s visibles, incluso para los ojos de cualquier paseante. La raz¨®n es que muchos de ellos se han asentado en el centro. La Latina, Malasa?a y Chueca son sus escenarios preferidos en la ciudad. ?Para qu¨¦ alquilar una oficina por 2.000 o 3.000 euros al mes si puedes alquilar un puesto coworking por 100 o 200?
En la calle del Esp¨ªritu Santo se encuentra uno de esos espacios. Tienen un patio a pie de calle y una pizarra pintada con tizas de colores que anuncia los talleres y eventos que ofrecen. Un gran mural en rojo y negro ocupa por entero la pared y reza Esp¨ªritu23, espacio de trabajo, creaci¨®n y cambio.
Una muestra de cooperaci¨®n
- El social. Esp¨ªritu 23. 35 puestos. A partir de 100 euros/mes. Calle Esp¨ªritu Santo, 23.
- El educativo. La Industrial. 30 puestos. A partir de 100 euros/mes. Calle de San Andr¨¦s.
- El de quitectura. Studio Banana. 400 metros cuadrados. Contactar para conocer las tarifas. Calle Pl¨¢tano, 14.
- El de moda. L'Enfant Terrible. 400 metros cuadrados. Por 310 euros/mes. Calle N¨²?ez de Balboa, 30.
- El tranquilo. L'Espace. 22 puestos. A partir de 250 euros/mes. Calle Almirante, 5.
- El l¨²dico-laboral. Dcollab. 16 puestos. A partir de 120 euros/mes. Calle San Joaqu¨ªn, 2.
Pedro Bravo es uno de los creadores de este coworking inaugurado en noviembre de 2012. ¡°No solo buscamos un espacio para trabajar m¨¢s barato, sino que queremos la dinamizaci¨®n econ¨®mica, social y cultural para las personas del barrio, para que a largo plazo sea un lugar en el que los vecinos se puedan relacionar entre ellos sin importar su edad¡±, explica Bravo mientras recorre el local. De ah¨ª que se hayan inclinado por celebrar talleres de artesan¨ªa y de danza, de yoga, de pilates e incluso organizar conciertos, exposiciones y teatro. ¡°Es algo que interesa a cualquiera, no solo a un emprendedor¡±, apunta. Para Bravo, estos locales son comunidades de personas que quieren cambiar el modelo social y que trabajan para que as¨ª sea y todo por un alquiler que cuesta entre 100 y 300 euros al mes.
Unos pasos m¨¢s all¨¢, en la calle de San Andr¨¦s, est¨¢ ubicado otro coworking: La Industrial Servicios. La fachada sigue siendo la misma que cuando acog¨ªa la antigua f¨¢brica de hielos. Los ladrillitos rojos y la estructura en forma de pico dan la bienvenida a este espacio de trabajo, mucho m¨¢s di¨¢fano e iluminado que el anterior. Este y Esp¨ªritu23 son totalmente distintos, aunque el concepto sea el mismo.
En La Industrial, el parqu¨¦ brilla y los cristales relucen. Se nota que todo es nuevo. Abrieron tambi¨¦n en noviembre de 2012 y, a pesar de que no se posicionan en ning¨²n nicho laboral, reconocen que su pasi¨®n es la formaci¨®n. ¡°Es nuestro esp¨ªritu¡±, asegura Jes¨²s Villad¨®niga, al tiempo que dice que en un futuro quieren convertirse en un centro de formaci¨®n avanzada. Por ello, ofrecen Industrial Lab, Industrial Media y Bim School, tres ramas educativas que van desde la creaci¨®n hasta la arquitectura pasando por herramientas audiovisuales y web. ¡°Para ser emprendedor hay que tener una cierta base y para ello hay que formarse¡±, se?ala.
Tanto ellos como Esp¨ªritu23 abrieron en Malasa?a porque es un barrio donde hay mucha gente joven, mucho freelance y donde la sociedad tiene la mente m¨¢s abierta. ¡°Es un barrio vivo que sabe autogestionarse¡±, a?ade Bravo.
Tambi¨¦n en Malasa?a se encuentra Dcollab, un espacio situado en la planta baja de un edificio que mezcla lo industrial con la elegancia m¨¢s retro y el lugar donde se produjo esa sinergia entre la arquitecta y el creador de videojuegos.
Noelia Maroto, una dise?adora de interiores de pelo anaranjado, es la que est¨¢ al frente de este espacio, que es mucho m¨¢s peque?o que los dos anteriores. Para ella, es importante mezclar lo laboral con lo l¨²dico. ¡°Nos pasamos la vida en el trabajo, no deber¨ªamos separar esos dos mundos, sino juntarlos y divertirnos¡±, opina sentada en una de las salas de reuniones de su espacio. La mayor¨ªa de sus coworkers pertenecen a la industria creativa: arquitectos, m¨²sicos, dise?adores, interioristas, etc. Seg¨²n cuenta, buscan personas abiertas con ganas de participar. ¡°El espacio es solo un medio m¨¢s para fomentar relaciones y que surjan uniones y, en consecuencia, proyectos comunes¡±, explica. Una vez m¨¢s, su espacio se aleja de los dos primeros, a¨²n compartiendo la misma idea.
Pero no todo se mueve en la Malasa?a. Sin salir del centro, en el barrio de Chueca, el buscador de coworkings se topa con uno que se caracteriza por su tranquilidad: L'Espace de Almirante. Es m¨¢s parecido a un espacio de trabajo convencional, aunque con distribuci¨®n de coworking; es decir, di¨¢fano y luminoso. Este es uno de los m¨¢s veteranos de la ciudad, ya que abri¨® sus puertas en 2009. Es un lugar apacible en el que, de vez en cuando, se organizan desayunos y catas para que los participantes se conozcan. Sin embargo, no es tan participativo como los anteriores. ¡°Aqu¨ª predominan peque?as y medianas empresas que, por razones econ¨®micas, se han visto obligadas a buscar alternativas para sobrevivir¡±, explica Javier Herencia, el gestor de este espacio. Para ¨¦l, las sinergias que se producen en estos lugares pueden ser muy beneficiosas, pero tambi¨¦n pueden tener desventajas: ¡°A veces no encuentras al colaborador adecuado, pero como se sienta a tu lado acabas trabajando con ¨¦l¡±.
En Chamber¨ª, ha aparecido un coworking muy peculiar donde los nuevos dise?adores pueden vender sus creaciones en el mismo espacio, L'Enfant Terrible. Parece una tienda, la ¨²nica diferencia es que cuentan con oficinas y taller. Adem¨¢s, los dise?adores se llevan su ganancia sin intermediarios. Es tan simple como alquilar, exponer y vender. La idea fue de Roc¨ªo Mendivil, una joyera que se hart¨® de no saber d¨®nde se vend¨ªan sus dise?os. Sabe que su idea es nueva y que es dif¨ªcil que el p¨²blico conf¨ªe en ella. ¡°Desde fuera es tan bonita que nadie entra a cotillear un poco¡ Somos un pa¨ªs muy tradicional¡±, lamenta.
Sin embargo, eso est¨¢ cambiando. Lo demuestran el ¨¦xito que est¨¢n teniendo el Utopic_US, el coworking m¨¢s grande de Madrid ubicado en la Latina, o el Hub Madrid, en Atocha, que ha logrado conquistar incluso a grandes empresas como Vodafone, que ya ha celebrado all¨ª alg¨²n evento. O incluso Studio Banana, especializado en arquitectura que, pesar de no estar en el centro, ha tenido una gran repercusi¨®n. Cada uno ofrece diversidad y puestos para todos los gustos. Lo dif¨ªcil es encontrar el perfecto para cada uno.
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