Antisistemas con andador
La Guardia Civil multa a una octogenaria con osteoporosis por alteraciones del ¨®rden Los preferentistas m¨¢s activos reciben sanciones por las causas m¨¢s diversas
El andador de Domitila no es de baratillo. Tiene ruedas robustas, un asiento mullido y negro para sentarse a descansar, una cesta en la parte inferior, dos frenos y un timbre. Adem¨¢s es plegable. ¡°Cuando fui de excursi¨®n a Lourdes los franceses se apartaban pero bien¡±, explica mientras hace una peque?a demostraci¨®n de uso. Domitila Vicente tiene 81 a?os y la rodilla muy deteriorada por la osteoporosis, tanto que los m¨¦dicos le dijeron que ni oper¨¢ndola mejorar¨ªa. As¨ª que no se separa de su aparato ¨²ltimo modelo ¡ªcost¨® 200 euros¡ª que sus hijos le regalaron cuando cumpli¨® los ochenta.
Domitila, en definitiva, no puede saltar. As¨ª que nadie en la plataforma de afectados por las preferentes de Baixo Mi?o se cree que un agente de la Guardia Civil haya interpretado de buena fe que la mujer es responsable de ¡°alterar la seguridad colectiva y provocar reacciones en el p¨²blico e intentar penetrar hasta el interior del Concello del Rosal en tres ocasiones para provocar la alteraci¨®n del normal funcionamiento del citado concello y comportarse de manera agresiva, arengando a los dem¨¢s participantes de la manifestaci¨®n a entrar por la fuerza¡±. Pero eso es lo que pone en una de las dos multas de 100 euros que le han ca¨ªdo por protestar el 3 de junio frente al consistorio, tras el desalojo de los afectados por las preferentes que llevaban all¨ª encerrados desde diciembre. La entrada al edificio lleva semanas vallada, as¨ª que la pirueta de Domitila se antoja complicada.
Pero las multas por los supuestos excesos de aquellos d¨ªas de junio llegan ahora por decenas a cualquiera de los que, enfundados en camisetas naranjas, acuden a las concentraciones diarias de protesta frente al Ayuntamiento. A Ana Bel¨¦n y Milagros ?lvarez y a su padre Am¨¦rico les han ca¨ªdo 11 entre los tres por infracciones tales como no llevar ¡°correctamente abrochado¡± el cintur¨®n de seguridad del coche, ¡°emplear se?ales ac¨²sticas sin motivo reglamentariamente admitido¡± o ¡°colocar una mesa y tres sillas encima de un paso de peatones¡±. El paso en cuesti¨®n da a la entrada del consistorio, que est¨¢ vallada, por lo que el quebranto de la circulaci¨®n es materia opinable. Y las sillas se pusieron ah¨ª precisamente para que las personas mayores como Domitila pudiesen reposar las piernas. Por lo dem¨¢s, muchos aseguran que les han ca¨ªdo sanciones fechadas precisamente en el d¨ªa en que precisamente no asistieron o cuando dejaron el coche aparcado lejos.
A los portavoces m¨¢s significados les llegan las multas, pero hinchadas. A Xulio Vicente, azote del presidente del PP de Pontevedra, Rafael Louz¨¢n, con quien mantiene duelos de miradas que congelan el ambiente, las multas no suelen bajarle de 500 euros. Arximiro Mart¨ªnez, otro de los notables, se extra?aba a principios de semana de que se estaba librando de la quema. Al d¨ªa siguiente le llegaron cuatro cartas que le han dejado el carn¨¦ por puntos temblando.
Los tres ?lvarez protestaban para recuperar el dinero en preferentes de una de las hijas, que ya ha cobrado. Pero siguen en las manifestaciones porque ¡°hay que apoyar¡± a los que todav¨ªa no han recuperado los ahorros. Tal es el caso de Fernando Asensio, otro de los multados a principios de junio por ponerse ¡°agresivo¡±, a pesar de que tiene que cargar con un peque?o asiento para descansar cada poco. Fernando vivi¨® 23 a?os en Inglaterra y a la vuelta se dedic¨® a la hosteler¨ªa. Ahora est¨¢ cascado. Le acaban de operar y en la consulta le recomendaron espaciar su asistencia a las manifestaciones. Mirando de abajo arriba reflexiona sobre el aluvi¨®n de multas y lo que entiende que subyace. ¡°Estamos yendo por un camino muy malo. Nos est¨¢n machacando. Yo nac¨ª en una dictadura y me escap¨¦. Volv¨ª a lo que pens¨¦ que era un pa¨ªs democr¨¢tico pero morir¨¦ en otra dictadura. Si tuviera 30 a?os volver¨ªa a emigrar¡±, sentencia.
Am¨¦rico se sienta en un banco y observa a sus hijas a unos metros de distancia. Su mujer se ha quedado en casa con la nieta. ?l es jubilado de la Citr?en y su esposa tuvo la suerte de que el banco le devolvi¨® los ahorros de las preferentes poco antes de que estallase el esc¨¢ndalo. A Domitila, que por fin tiene fecha para el arbitraje, le hab¨ªan transformado un dep¨®sito a plazo fijo en unas subordinadas con caducidad en 2018. Ahora se ha encontrado con que Hacienda le reclama 3.000 euros, como a otros viejos emigrantes, por una pensi¨®n de la emigraci¨®n. En Suiza trabaj¨® de temporera varias veces, en lo que tocase, junto a su difunto marido. Recuerda especialmente el ¡°hospital de monjas protestantes¡± donde pas¨® una ¨¦poca. Vive sola, aunque come todos los d¨ªas con sus hijas. Pero tras dos a?os de protesta, la fatiga hace mella. ¡°Lo estoy pasando muy mal¡±, acaba confesando.
La ch¨¢chara es distendida en la plaza. Hay risas y bromas con las multas indiscriminadas. ¡°Yo abro el buz¨®n con miedo¡±, r¨ªe una se?ora. De repente, silencio. Sale el alcalde y todo el mundo empieza a apretar las bocinas. El regidor, Jes¨²s Fern¨¢ndez Portela, se esfuma por un lateral. Las cornetas se apagan. ¡°Ese lo que quiere es quedar bien con todos¡±, se oye. O Rosal, con 6.600 habitantes, lleg¨® a tener a cerca de un millar de familias afectadas. La mayor¨ªa ya ha recuperado el dinero, pero la plataforma seguir¨¢ en pie hasta que todos est¨¦n a salvo. Am¨¦rico cavila. ¡°Aqu¨ª hay mucha gente que cobr¨® y desde entonces no se la ha vuelto a ver. Pero si no es por nosotros no cobra ni dios¡±.
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