¡°Vi un carrito de beb¨¦. Me volv¨ª loco busc¨¢ndolo, pero no lo encontr¨¦¡±

Cuando el ministro del Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, y el director general de la polic¨ªa, Ignacio Cosid¨®, llegaron el s¨¢bado a la zona cero del accidente ferroviario, vecinos de Angrois se acercaron a hablarles de uno de sus hombres. ¡°Tienen que condecorar a un polic¨ªa que hizo un trabajo impresionante. Lleg¨®, dej¨® el coche con la puerta abierta y las llaves dentro, y se fue corriendo al vag¨®n que cay¨® en la plaza. Salv¨® a mucha gente¡±, le dijo al ministro Isidoro Casta?o, el vecino que grab¨® el v¨ªdeo de los primeros instantes despu¨¦s del siniestro. A su lado, el jefe de la polic¨ªa de Galicia, Jaime Iglesias, asiente. Ya le hab¨ªan hablado de ¨¦l.

Se llama Juan Francisco Garrido, tiene 34 a?os y lleva siete en la Unidad Central de Caballer¨ªa de la Polic¨ªa Nacional. Vive en Madrid, pero hab¨ªa sido reclamado en Santiago como refuerzo del dispositivo de prevenci¨®n de incendios hasta el 19 de agosto. Recibe a EL PA?S en la comisar¨ªa de Santiago el s¨¢bado, pocas horas despu¨¦s de la visita de Fern¨¢ndez D¨ªaz. ¡°Est¨¢ mal¡±, advierte un superior. Al enterarse de que en Angrois han pedido al ministro que le condecore, rompe a llorar, emocionado.

¡°Estaba muy cerquita, en el Monte do Gozo, con otros dos compa?eros, Miguel ?ngel Garc¨ªa y Jorge Alfaro, cuando escuchamos por la emisora que hab¨ªa descarrilado un tren. Llegamos a Angrois en unos cuatro minutos, a las 20.45, m¨¢s o menos¡±. Entonces, recuerda, eran los vecinos y los agentes de un coche de Polic¨ªa Nacional y otro de la local los ¨²nicos que hac¨ªan frente a la situaci¨®n: un tren descarrilado, un vag¨®n ardiendo, otro estrellado en mitad de una plaza, decenas de personas atrapadas en un amasijo de hierros...

Vecinos de Angrois pidieron al ministro que le condecore:

¡°Entr¨¦ dentro del vag¨®n que estaba en la plaza. Vi los muertos, los heridos¡­ Una mujer me llam¨® la atenci¨®n porque estaba s¨²per tranquila, sentada al lado de una ventana, y me dijo: ¡®Estoy bien, ayuda a los dem¨¢s¡¯. Deb¨ªa tener unos 38 a?os.¡±

Garrido no recuerda a la primera persona que sac¨® del tren. ¡°No me acuerdo apenas de las caras. Sacas a la gente que puedes, que te est¨¢ pidiendo socorro, con una pierna rota, un brazo amputado¡­¡±. Los que hab¨ªan sobrevivido al descarrilamiento y al impacto de su vag¨®n contra el suelo de la plaza, estaban sepultados por maletas, sillones y otros pasajeros. ¡°Hubo que sacar tambi¨¦n a los fallecidos para poder ayudar a los heridos¡±, explica. ¡°Dentro hac¨ªa mucho calor, y nos cost¨® mucho romper las ventanillas¡±.

Entr¨® en varios vagones. Cuenta que caminaba por el techo, en medio del humo. ¡°Lo que m¨¢s me impact¨® fue un carrito de beb¨¦ sin el beb¨¦. Me volv¨ª loco busc¨¢ndolo, pero no lo encontr¨¦¡±. Garrido vuelve a emocionarse. En Madrid, explicar¨¢ m¨¢s tarde, suele cubrir la zona del Retiro. ¡°Soy polic¨ªa y he visto cosas duras: un apu?alamiento, un suicidio... pero nada como esto. Nunca se est¨¢ preparado para algo as¨ª¡±.

Los vecinos de Angrois le recuerdan sacando a muchas personas del tren, pero Garrido no sabe decir cu¨¢ntas. ¡°Pude sacar a 15 o 20, no lo s¨¦. Vivas y muertas¡±. Tampoco sabe cu¨¢nto tiempo estuvo dentro del tren. ¡°Perd¨ª el reloj. Ser¨ªan las tres de la ma?ana cuando me fui¡±. Ayer estaba otra vez trabajando. ¡°Lo mejor es intentar volver a la rutina y estar con los compa?eros¡±. Con ellos, explica, puede hablar abiertamente del horror que vio, que vieron. Desahogarse. ¡°Ellos son el mejor apoyo psicol¨®gico¡±.

¡°S¨ª me gustar¨ªa que pongas una cosa¡±, pide como favor. ¡°Yo no soy ning¨²n h¨¦roe. Soy un polic¨ªa. Hice mi trabajo. Lo que hicieron los vecinos de Angrois s¨ª fue impresionante¡±.