Las dos noches en vela de Zacar¨ªas y Jos¨¦ Manuel, curas del Cl¨ªnico de Santiago
La capilla del Hospital Cl¨ªnico de Santiago permanece abierta las 24 horas los 365 d¨ªas del a?o El 25 de julio, los sacerdotes dieron unos "cuatro o cinco" sacramentos de la extremaunci¨®n
La peque?a capilla del Hospital Cl¨ªnico de Santiago, donde forzando mucho caben unas 70 personas, estaba a rebosar aquella noche. "S¨ª, hab¨ªa much¨ªsima gente", comenta por tel¨¦fono Zacar¨ªas L¨®pez Mart¨ªnez, un p¨¢rroco de Santiago que estuvo de guardia durante la noche del tr¨¢gico accidente de tren del pasado 24 de julio. El d¨ªa siguiente a la tragedia en la que perdieron la vida 79 personas, Zacar¨ªas y su compa?ero Jose Manuel Guldris dieron "cuatro o cinco" extremauciones, ¨²ltimo sacramento para rezar por la salud de los enfermos, pero "a algunos pacientes", confiesa Zacar¨ªas, "ni les mir¨¦ a la cara"
Durante los diez d¨ªas siguientes a la tragedia de la curva de A Grandeira, en Angrois, todas las autoridades tuvieron palabras de agradecimiento para los servicios de emergencia, los bomberos, la polic¨ªa, los m¨¦dicos, los psic¨®logos, en definitiva m¨¢s de 3.000 personas que se desvivieron por socorrer en esas horas cr¨ªticas. "Intent¨¦ ayudar a la gente y asistir a los familiares de los ingresados. Intent¨¦ buscar a los que a¨²n no hab¨ªan sido identificados y hacer una labor de compa?¨ªa", comenta Zacar¨ªas, el capell¨¢n del Cl¨ªnico, muy tranquilo. ?l y su compa?ero Jose Manuel Guldris Camera, otro sacerdote que ofrece sus servicios en el mismo hospital de Santiago, vieron "bastante entereza para la desgracia que acababa de suceder", comenta. A Zacar¨ªas le extra?a la fortaleza que tuvieron los familiares de los heridos e incluso los de aquellos que a¨²n buscaban desolados a sus seres queridos. "Nosotros intentamos hacer vida normal, pero est¨¢bamos muy pendientes de las familias", sostiene con humildad. "Nada extraordinario", termina entre risas.
La capilla del Cl¨ªnico, una peque?a habitaci¨®n detr¨¢s de la tienda de regalos (entrando a la izquierda), est¨¢ abierta las 24 horas del d¨ªa los 365 d¨ªas del a?o. Hay un carrito lleno de cirios a la entrada para aquellos que quieran encender una vela "por el alma del enfermo", como se lee en una cuartilla colgada en un corcho junto a oraciones espec¨ªficas para los voluntarios, los heridos, los enfermeros, los m¨¦dicos, los peregrinos... "Nosotros hac¨ªamos nuestra misa diaria [a las 18.30] a la que ven¨ªan las familias creyentes. El funeral ya lo organiz¨® la di¨®cesis", comenta Zacar¨ªas.
"Las familias solicitan al hospital nuestros servicios", comenta el capell¨¢n al preguntarle por el procedimiento que siguieron en este caso. "El centro nos da una lista con el n¨²mero de habitaci¨®n y ah¨ª vamos", concluye. Estos sacerdotes no llegan, rezan y se van, seg¨²n cuenta Zacar¨ªas. "Desde el momento en que hablamos con las familias, tenemos una lista y hacemos su seguimiento todos los d¨ªas", explica. Hoy por hoy, de los 32 heridos que permanecen en el hospital cl¨ªnico de Santiago, unas 15 familias est¨¢n encontrando parte de consuelo en este servicio, aunque "ya no es como antes", comenta otro sacerdote.
La unci¨®n de enfermos
Lo que com¨²nmente se conoce como extremaunci¨®n se llama, desde el Concilio Vaticano II, la unci¨®n de los enfermos.
Antes del Concilio, solo se recurr¨ªa a este sacramento en casos extremos o de muerte inminente. Sin embargo ahora es una opci¨®n cristiana que se les puede otorgar a los enfermos sin necesidad de que vayan a morir, a los ancianos y a los que est¨¦n al borde del fallecimiento.
El rito consiste en que un sacerdote hace la se?al de la santa cruz con un aceite (¨®leo de enfermos) en la frente y manos del enfermo o anciano mientras pronuncia las siguientes palabras: Por esta santa unci¨®n y por su bondadosa misericordia, te ayude el Se?or con la gracia del Esp¨ªritu Santo. Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvaci¨®n y te conforte en tu enfermedad. Am¨¦n.
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