La agon¨ªa p¨²blica de Piskozub
El indigente fallecido en Sevilla lleg¨® de Polonia en busca de trabajo, pero no lo encontr¨® En las ¨²ltimas semanas rechazaba la comida y solo beb¨ªa alcohol
Cuando Piotr Piskozub ya no ten¨ªa fuerzas para andar, su agon¨ªa se pase¨® por una de las avenidas m¨¢s concurridas de Sevilla, por el mayor hospital de Andaluc¨ªa y por el albergue municipal de la capital, pero nadie repar¨® en ella. Piskozub, polaco, de 23 a?os y 30 kilos de peso, muri¨® el mi¨¦rcoles 2 de octubre en un sof¨¢ del albergue para personas sin hogar al que le hab¨ªan trasladado unas horas antes desde el Hospital Virgen del Roc¨ªo, donde entr¨® por la puerta de urgencias y en el que le dieron el alta apenas dos horas despu¨¦s porque lo suyo no parec¨ªa un problema m¨¦dico sino social. ¡°Causa una impresi¨®n tremenda ver la soledad en la que ha vivido y ha muerto nuestro amigo. Muri¨® rodeado de personas, pero en soledad¡±, dec¨ªa esta semana un miembro de una de las plataformas ciudadanas que el pasado mi¨¦rcoles rindieron homenaje al fallecido a las puertas del centro municipal en el que falleci¨®.
Y as¨ª, en soledad, ha estado el cad¨¢ver de Piskozub durante m¨¢s de una semana en el Instituto Anat¨®mico Forense de Sevilla, a la espera de los resultados definitivos de la autopsia y de que alg¨²n familiar viaje a Espa?a para hacerse cargo del cuerpo. Ha recibido la visita de un miembro de la Embajada de Polonia, que viaj¨® a Sevilla el pasado fin de semana, y de responsables de la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos de Andaluc¨ªa, que coincide en el impacto que les caus¨® su soledad. Y tambi¨¦n solo lo recuerdan los vecinos que se toparon con ¨¦l en el barrio de Los Remedios, una zona de clase media alta a orillas del Guadalquivir en cuyas calles vivi¨® el fallecido las ¨²ltimas semanas.
Piskozub solo ten¨ªa en Espa?a un pu?ado de amigos, la mayor¨ªa tambi¨¦n de origen polaco, ucranio o ruso y a los que hab¨ªa conocido tras llegar a Sevilla, a finales de 2011. Cuentan que ¨¦l lleg¨® para unirse a su hermano, que viv¨ªa en la capital andaluza. Hab¨ªan salido de Swidnica, una ciudad de 60.000 habitantes al sudoeste de Polonia en la que todav¨ªa reside la familia, que en los 10 d¨ªas que han pasado desde que falleci¨® el joven no ha querido aportar detalles de su vida y ha pedido intimidad.
Los compatriotas con los que convivi¨® en Sevilla tampoco han contado mucho. Que vino, como ellos, buscando algo de trabajo en el campo o la construcci¨®n, pero, cuando ¨¦l lleg¨®, de lo primero ya hab¨ªa poco y de lo segundo, casi nada. Su hermano se volvi¨® a Polonia y ¨¦l se qued¨® en Espa?a, donde, a falta de trabajo legal, consegu¨ªa algo de dinero ejerciendo de aparcacoches en la calle. Hasta la semana pasada, la ¨²nica huella de su paso por la ciudad que ten¨ªan los registros municipales era la que deja la burocracia de la ordenanza antigorrillas de Sevilla: la Polic¨ªa Local mult¨® a Piskozub en noviembre de 2012 por hacer de aparcacoches en la Plaza del Altozano, en el barrio de Triana. 30 euros que el joven polaco no pag¨® y, como no ten¨ªa domicilio fijo, el Gobierno municipal le reclam¨® dos veces en el Bolet¨ªn Oficial de la Provincia.
Nadie ha reclamado el cad¨¢ver del polaco que muri¨® con 30 kilos de peso
Piskozub llevaba meses viviendo en la calle. En el registro de los servicios sociales municipales no hay constancia de que alguna vez usara los dos albergues p¨²blicos y tampoco era usuario habitual de los recursos con los que C¨¢ritas cuenta en la ciudad, aunque s¨ª le hab¨ªan atendido en alguna ocasi¨®n. Frecuent¨® unos meses otros centros gestionados por entidades privadas, donde Piskozub acud¨ªa a ducharse y le daban ropa limpia. ¡°Yo me lo preguntaba muchas veces. ?Estos chicos, d¨®nde guardan la ropa y se asean, que vive en la calle pero van siempre limpios y bien vestidos?¡±, cuenta Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn, portero del n¨²mero 27 de la avenida de la Rep¨²blica Argentina, a cuyas puertas, cobijado bajo un soportal, pas¨® el fallecido sus ¨²ltimos d¨ªas.
¡°Ya casi no se mov¨ªa, no pod¨ªa ni cambiarse de postura¡±, cuenta Mart¨ªn. Los vecinos coinciden en que, en las ¨²ltimas semanas, el polaco solo beb¨ªa vino y rechazaba la comida que le daban. ¡°?l lo cog¨ªa todo, pero lo met¨ªa en una bolsa. En los ¨²ltimos d¨ªas nunca lo vi comer¡±, asegura Mart¨ªn. En algunas ocasiones, entregaba la comida a dos amigos que iban de vez en cuando a hacerle compa?¨ªa. Otras, se la quedaba Mar¨ªa Campos, que lleva a?os colocando su caja de cart¨®n, a modo de silla, a las puertas de un supermercado en el que pide dinero o comida para alimentar a ocho hijos y cinco nietos.
¡°?l ¨²ltimamente se pon¨ªa aqu¨ª, solito, a mi vera¡±, cuenta la mujer sobre el polaco. ¡°Yo intentaba hablar con ¨¦l, pero no le entend¨ªa. Solo beb¨ªa vino y cuando le daban comida, la dejaba ah¨ª y yo la cog¨ªa para mis ni?os¡±, a?ade. Lleva un brazo en cabestrillo y en el otro sostiene una tarjeta sin saldo de los autobuses municipales a la espera de que alguien se la recargue para poder volver a casa, una chabola en los bajos del puente de San Juan de Aznalfarache. ¡°A mi ¨¦l me daba mucha pena¡±, dice recordando a Piskozub. ¡°Yo por lo menos tengo casa¡±.
El joven pas¨® bajo techo su ¨²ltima noche. Primero en el hospital Virgen del Roc¨ªo, al que lleg¨® en ambulancia por orden de la Polic¨ªa Local despu¨¦s de que dos vecinos llamaran al 112 alrededor de las diez de la noche. La Consejer¨ªa de Salud ha abierto una investigaci¨®n para averiguar si algo fall¨® en la atenci¨®n que recibi¨® Piskozub, que fue dado de alta dos horas despu¨¦s de entrar y falleci¨® en el albergue 13 horas m¨¢s tarde. El informe preliminar de la autopsia advierte que padec¨ªa bronconeumon¨ªa, aunque el hospital defiende que el hombre en ning¨²n momento demand¨® asistencia sanitaria, sino social. ¡°Era un caso social puro¡±, asegura Francisco Murillo, director del Plan andaluz de Urgencias y Emergencias y director de la unidad de Cuidados Cr¨ªticos y Urgencias del Virgen del Roc¨ªo.
El hospital rechaza dar detalles de la asistencia que recibi¨® el joven mientras no termine la investigaci¨®n interna, pero Murillo sostiene que se aplic¨® ¡°el protocolo¡± habitual para estos casos. ¡°No ped¨ªa asistencia sanitaria, sino comer y dormir¡±, explica el m¨¦dico. Por eso, el profesional que le atendi¨® decidi¨® avisar a la unidad de servicios sociales del Ayuntamiento para que le buscaran un sitio en el que le pudieran dar una cama y algo de comer.
Otros m¨¦dicos de urgencias del Virgen del Roc¨ªo coinciden en que en este caso no hubo ¡°mala praxis¡±, pero s¨ª que pudo influir la ¡°presi¨®n¡±, con la que, aseguran, trabajan los facultativos en esa unidad. Seg¨²n estas fuentes, el m¨¦dico que atendi¨® a Piskozub era un MIR de segundo a?o. La ley le faculta para atender a pacientes y dar altas, pero su tarea tiene que estar siempre supervisada por un facultativo de plantilla. Aquella noche, seg¨²n las mismas fuentes, hab¨ªa en urgencias tres m¨¦dicos de plantilla y siete en formaci¨®n. ¡°A esa hora pod¨ªa haber 100 pacientes en la unidad. Ning¨²n m¨¦dico puede supervisar lo que hace otro porque todos estamos atendiendo a alguien¡±, se?alan estas fuentes. Su denuncia coincide con la que lleva a?os formulando el Sindicato M¨¦dico, que se queja de la ¡°inseguridad jur¨ªdica¡± en la que trabajan los m¨¦dicos veteranos y los que est¨¢n en formaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.